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Democratizar la ONU

Germán Froto y Madariaga

Después de casi diez años retirado de las aulas universitarias, este año volví a ellas aceptando una amable invitación del director de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Siempre me ha resultado gratificante el contacto con los estudiantes de Derecho. Por ello y porque en forma generosa se me dio la oportunidad de fijar las condiciones, así como, por mi interés de volver a estudiar sistemáticamente la materia de Derecho Internacional, fue que acepté de buen grado volver a la academia.

No es lo mismo adentrarse en los temas internacionales por propio interés, que hacerlo para poderlos abordar y explicarlos frente a un grupo de estudiantes. Cuando se hace de esta forma es posible tener un panorama más claro del porqué y cómo se comporta la comunidad internacional, por más de que en algunos casos ese comportamiento nos resulte incomprensible.

En ese contexto es que leí con detenimiento la intervención del presidente Vicente Fox ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en la que propuso la democratización de la Organización.

Ante los asistentes a la 58 reunión de la Asamblea, el Presidente planteó la necesidad de reformular los criterios para determinar cuándo sería legítimo el uso de la fuerza para asegurar una paz duradera y propuso acotar el ejercicio del veto en el Consejo de Seguridad, conforme a la Carta de la ONU.

Igualmente, enfático sostuvo: “La historia nos enseña que las graves disparidades económicas y sociales, la injusticia, la discriminación, la intolerancia y el abandono de la cooperación internacional para resolverlas generan, en buena medida, las amenazas que, como el terrorismo, padecemos en la actualidad”.

Tocó de esta forma, el Presidente, dos aspectos que se han debatido casi desde que se constituyó la Organización, pues por una parte, la famosa Declaración de San Francisco, contempla en su artículo segundo, inciso tercero, que los Estados “arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se ponga en peligro ni la paz y la seguridad internacionales ni la justicia”. Pero, en el Capítulo VII, relativo a las acciones “en caso de amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o actos de agresión”, se prevé en uso de la fuerza por parte del Consejo de Seguridad, claro está que como último recurso y bajo el control estricto del mismo.

El veto de los llamados “cinco grandes” que son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, ha sido igualmente cuestionado desde su origen, porque en manos de ellos están las decisiones de qué se trata y qué no en dicho Consejo.

Desde luego que Vicente Fox hizo bien en demandar un cambio de estructura en la integración del Consejo y una revisión de la Carta a fin de buscar la posibilidad de democratizar la ONU. Pero debemos estar conscientes de que ello no sucederá y que la petición del Presidente de México no pasará de ser una exigencia llena de idealismo, como muchas otras que se han formulado desde esa tribuna mundial.

Tan esto es así, que tengo presente ahora el trabajo para la maestría que elaboré en los años de 93 y 94, en la Universidad Iberoamericana, el que consistió en una investigación sobre el futuro de la Organización de Naciones Unidas a partir del conflicto en el Golfo Pérsico. En dicho trabajo se planteaba doctrinalmente la necesidad de efectuar cambios en la estructura de la Organización.

De entonces a la fecha han trascurrido casi diez años y desde muchas trincheras seguimos pidiendo lo mismo.

Pero, hoy más que nunca las dificultades son tantas que resultaría casi imposible que esa Organización diera pasos en el sentido en que lo demandan muchos países en los que está incluido el nuestro.

Y ello es casi imposible, porque a raíz de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la comunidad internacional vio derrumbarse el antiguo régimen en que imperaba la bipolaridad y en su lugar se erigió una estructura casi hegemónica.

Tan esto es así, que en el último conflicto bélico en que participaron Estados Unidos, Inglaterra y España como países aliados, en contra de Iraq, la oposición de Francia y Alemania, así como la de muchas otras naciones incluida la nuestra, poco les importó a aquéllos y al margen de la ONU, formulando un alegato amañado respecto de la interpretación de ciertas determinaciones del Consejo de Seguridad, se lanzaron a la guerra sin importarles lo que dijera el resto de la comunidad internacional.

Debemos recordar que el organismo mundial antecesor de la ONU, fue la Sociedad de Naciones, que tuvo su sede en Ginebra, Suiza, así como que ésta desapareció ante la imposibilidad de evitar el surgimiento de la Segunda Guerra Mundial. Pero en aquella Sociedad, nunca participaron los EU y podríamos afirmar que no sólo no participaron sino que hasta la boicotearon.

En ese sentido y vista la posición que han adoptado los EU en los últimos años, lo previsible es que se oponga a cualquier intento de transformar la ONU y pretenda seguir utilizándola como hasta ahora lo ha hecho, esto es, prácticamente a su antojo.

¿Qué razón habría para que los países poderosos cedieran sus privilegios en aras de un nuevo orden internacional? En las mencionadas condiciones, ninguna.

La voz de Vicente Fox se alzó con toda legitimación y fundamento. Pero lamentablemente será como la voz que se alza en el desierto. Un desierto en que impera la fuerza de las armas, la soberbia y la intolerancia.

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