“La ley sólo castiga a los ladrones cuando roban mal”. Honoré de Balzac
Si alguna duda cabía sobre el populismo del actual Congreso de la Unión, basta con ver las modificaciones a la Ley Federal del Derecho de Autor aprobadas ya por el Senado y sometidas a la Cámara de Diputados.
Esa iniciativa está redactada únicamente para satisfacer la voracidad de las sociedades autorales -de escritores, compositores y demás- que pretenden obtener poderes corporativistas que resultarían repugnantes incluso en un Estado fascista para robarle a los autores el dinero de sus regalías.
Son innumerables los problemas de la nueva legislación. Para los autores, sin embargo, el verdadero meollo del despojo se encuentra en el artículo 26 bis que establece que la regalía por derechos de autor “será pagada directamente por quien realice la comunicación o transmisión pública de las obras a la sociedad de gestión colectiva que los represente”. En otras palabras, no es el autor el que recibirá el dinero, sino una “sociedad de gestión colectiva”.
Esta medida es un robo. Las regalías de los autores estarían siendo expropiadas, sin compensación previa, para beneficio de unas “sociedades de gestión colectiva” que tradicionalmente se han preocupado más por el enriquecimiento de sus líderes que por el bienestar de los autores. Si estas enmiendas son aprobadas por los diputados, se estaría creando un sistema tan corporativista que haría sonrojar incluso a un gobierno fascista.
El intento de obligar a los autores a cobrar sus regalías sólo a través de las sociedades de “gestión colectiva” -hasta el mismo nombre tiene connotaciones fascistas o comunistas- violaría el derecho de libre asociación que la Constitución mexicana otorga a todos los que vivimos en este país supuestamente de libertades. El hecho de que se propongan las enmiendas, a pesar de que sin duda muchos autores se ampararán ante un robo tan descarado, revela el grado de perversidad de las sociedades autorales.
Estas sociedades han mantenido siempre prácticas destinadas a enriquecer a unos cuantos de sus miembros y a cerrarle las puertas al libre ejercicio de una profesión o de un arte a quienes no pertenecen al grupo que las controla.
En materia de composiciones musicales, por ejemplo, las regalías se reparten en un sistema que se denomina “pirámide” y según el cual la mayor parte de los ingresos por ejecución pública se asigna a canciones que quizá fueron muy populares en otros tiempos, como “La barca” y “El reloj”, pero que ahora rara vez se escuchan.
Pero estas canciones son en buena medida —oh, coincidencia— obras de los dirigentes de la Sociedad de Compositores. Las nuevas canciones de éxito, que generan la mayor parte del ingreso por ejecución pública, quedan en el fondo de la pirámide y no reciben casi nada. La iniciativa aprobada por el Senado pretende también imponer un “pago de remuneración compensatoria” por la realización de copias o reproducciones aun cuando sean para “uso personal y privado” y sin “fines de lucro directo o indirecto”.
En otras palabras, se piensa cobrar por las copias privadas que siempre se han aceptado como legales. Pero, ¿cómo se piensa cobrar esa remuneración compensatoria? A través de un “gravamen” cobrado al “fabricante o importador de aparatos mecánicos, electrónicos o digitales” que puedan usarse para la reproducción o a los fabricantes o importadores de “materiales de soporte vírgenes”. En otras palabras, los consumidores tendríamos que pagar un nuevo impuesto sobre grabadoras, computadores, cassettes o discos compactos. Pero la ley ni siquiera define este gravamen, que tendría que ser negociado con las sociedades autorales, las cuales tendrían un mandato de ley para extorsionar a los fabricantes o importadores. Esta medida, por otra parte, legaliza la piratería. Quien compre un equipo reproductor y un cassette virgen podrá argumentar que ya ha hecho el pago de “remuneración compensatoria” por lo que puede reproducir cuantas veces quiera una obra. Hay muchos otros elementos cuestionables en estas modificaciones a la Ley Federal de Derechos de Autor. En su conjunto nos revelan la falta de conocimiento de los senadores sobre esta materia o la facilidad con la que nuestros legisladores están dispuestos a pasar del simple populismo a un fascismo descarado.
El campo
Ayer unos grupos priistas, como la CNC, y perredistas, como El Barzón, apoyados por el Sindicato de Telefonistas, se manifestaron en protesta por la pobreza en el campo. Pero ninguno exigió la aplicación de medidas para aumentar la productividad en el campo. Quieren más subsidio para los líderes, pero no resolver de raíz el problema de la pobreza del campo.
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