EFE
WASHINGTON, EU.- La muerte de ocho soldados en Iraq y la pérdida de otro helicóptero supusieron ayer nuevos golpes para la política del Gobierno estadounidense, que afronta un aumento de los ataques de una resistencia cada vez más organizada.
Seis soldados murieron al ser derribado cerca de Tikrit, localidad natal del derrocado presidente iraquí Saddam Hussein, el helicóptero “Black Hawk” en el que se desplazaban.
La caída del helicóptero, cuya causa apunta al impacto de un proyectil lanzado desde tierra, es la segunda de una aeronave de ese tipo en una semana, tras la muerte de 15 soldados el pasado domingo al ser derribado un aparato de transporte “Chinook” cerca de Bagdad.
El Pentágono informó ayer que uno de los heridos a consecuencia de ese ataque murió en las últimas horas en un hospital militar de Alemania, a donde había sido trasladado, lo que elevó a 16 la lista de fallecidos en ese incidente, el más grave en seis meses.
La jornada se cobró la vida de otros dos soldados en sendos ataques cerca de la ciudad norteña de Mosul, una zona que permanecía relativamente tranquila, lo que hace temer que los actos de resistencia se estén extendiendo fuera del llamado “triángulo suní”.
En la primera semana de noviembre, 32 soldados estadounidenses han muerto en territorio iraquí, en los días más sangrientos para los ocupantes desde que el presidente George W. Bush declarara terminada la fase principal de combates el pasado primero de mayo.
El Presidente, que parece haber lanzado ya la campaña para su reelección en los comicios de noviembre de 2004, no hizo referencia expresa a las últimas bajas y se limitó a lamentar las nuevas muertes y a insistir en que no cambiará el paso en su estrategia.
Su portavoz, Scott McClellan, afirmó que “nos entristece cada vez que uno de nuestros hombres y mujeres en las Fuerzas Armadas realiza el sacrificio máximo en defensa de la libertad”.
McClellan, que acompaña a Bush en un viaje político por Carolina del Norte, defendió la operación en Iraq al señalar que la invasión ha conseguido que el mundo sea “un lugar más seguro y mejor”.
A las malas noticias se unió el anuncio hecho por Turquía de que no enviará tropas a Iraq, dadas las reticencias que había suscitado entre los miembros del Consejo de Gobierno iraquí.
El portavoz del Departamento de Estado, Richard Boucher, afirmó que la decisión “no es definitiva” y que el secretario Colin Powell y el ministro turco de Exteriores, Abdula Gul, hablaron en las últimas horas de no aparcar del todo esta posibilidad.
Boucher aseguró que la decisión turca no es un revés grave para la estrategia militar estadounidense en Iraq, dado que hay otros países, que no mencionó, dispuestos a contribuir con tropas para servir de refresco a las fuerzas militares estadounidenses.
La Casa Blanca ha adoptado una estrategia de “pasar de puntillas” sobre las malas noticias procedentes de Iraq y ha optado por centrar las últimas y frecuentes intervenciones de Bush en asuntos económicos, a la luz de creciente repunte de la economía, que creció un 7.2 por ciento en el tercer trimestre de este año.
No obstante, pese a que la administración parece mirar hacia otro lado mientras se multiplican los ataques contra sus soldados, los ciudadanos están reaccionado con un creciente descontento hacia la gestión de la Casa Blanca en la posguerra iraquí.
Según el último sondeo realizado por la cadena de televisión CNN y el diario USA Today, un 54 por ciento de la población desaprueba la tarea de Bush en la reconstrucción de Iraq, frente a un 45 por ciento que cree que el Presidente está haciendo un buen trabajo.
En agosto pasado, los porcentajes mostraban que un 57 por ciento aplaudía la labor del Presidente en la posguerra de Iraq, frente a un 41 por ciento que desaprobaba su gestión en el país árabe.
Un 39 por ciento afirmó que EU cometió un error al enviar tropas a Iraq, un significativo ascenso frente al 23 por ciento que opinaba lo mismo al inicio de la invasión, y el 60 por ciento opinó que las cosas van mal en ese país, el doble que en el mes de junio.