El INEGI ha calculado para el mes de junio que la tasa de desempleo abierto fue de 3.2 por ciento de la población económicamente activa, lo cual supone el nivel más alto que se ha alcanzado en la Presidencia de Vicente Fox y nos ubica en parámetros similares a los observados a mediados de 1998.
De acuerdo con esos datos, ese mes el número de desempleados aumentó en 200 mil personas y en casi 350 mil desde junio del año pasado.
Esta situación viene a corroborar desgraciadamente “que la recesión en México lleva ya 33 meses, y si bien no es una crisis tan profunda como la de 1995, es la más larga en duración desde que se tiene registro de cifras económicas” a decir de Jonathan Heath, importante consultor en materia económica.
En junio por lo menos 3.6 millones de personas laboraron en condiciones críticas, 421 mil más que las que lo hicieron en el mismo período del 2002.
La determinación de este concepto relativo a la ocupación en condiciones críticas agrupa a la población que trabaja menos de 35 horas a la semana con ingresos inferiores al mínimo y a los que laboran más de 48 horas semanales ganando menos de dos salarios mínimos.
Otro indicador, el INEGI también calcula que 25.8 por ciento de los asalariados totales trabajan actualmente sin prestaciones, siendo ésta la proporción más alta desde 1997.
Todas esas referencias estadísticas económico-laborales tienen por supuesto un impacto directo en las condiciones generales del desarrollo social y económico nacional, el cual no ha visto crecer el Producto Interno Bruto tal como hubieran sido los deseos expresados en su campaña por el actual Presidente. Por otra parte también en ese marco de la macroeconomía la conjunción de estos factores incide en el crecimiento del sector de la economía informal que repercute en muy limitado porcentaje en el establecimiento de condiciones mejores para la buena marcha de las finanzas públicas y por ende de la posibilidad de que el Gobierno asuma una posición más decisiva en la inversión pública, la creación de infraestructura necesaria y el subsidio para la creación de todos los planes de fomento al autoempleo, creación de micro y pequeñas empresas popularizadas por el Presidente bajo el nombre de “changarros” dado que la recaudación fiscal obviamente no es suficiente como para reactivar el presupuesto de egresos de la federación y de los estados.
Pero sobre todo el crecimiento del desempleo y sus parientes cercanos: el “subempleo” o el “autoempleo” sin la especificación de las condiciones en que éstos se dan, están implicando para muchos millones de mexicanos y sus familias vivir continuamente en un grave estado de angustia y frustración al no poder satisfacer los requerimientos más básicos que plantean sus necesidades personales y familiares y al no poder estar ocupados desempeñando en muchos casos aquellos conocimientos y aptitudes que fueron aprendidas en el sistema instruccional formal incluso a nivel universitario, por lo que tienen que buscar la manera de migrar de actividad productiva o incluso de localidad e inclusive de país, para poder salir adelante.
El Gobierno tiene una responsabilidad específica en la creación de condiciones generales para la generación de empleos productivos pero tampoco tiene la responsabilidad única porque también un Gobierno constituido en empleador principal de un país acaba provocando problemas mayores.