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Desempleo/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“No queremos ya más paliativos... Peleemos por las reformas estructurales del país: la laboral, fiscal, energética. Eso nos va a dar empleo”.

León Halkin, presidente Concamin

El índice de desempleo abierto del INEGI revela sólo una parte pequeña del verdadero problema de la desocupación en nuestro país. Pero es un indicador más, entre muchos, que nos demuestra que la economía mexicana sigue estancada pese a las declaraciones optimistas de nuestros funcionarios públicos.

Este pasado mes de junio la tasa de desempleo abierto del INEGI alcanzó el 3.2 por ciento de la población económicamente activa. La cifra es engañosa, ya que considera empleados a quienes laboran una hora en una semana determinada o a quienes no perciben remuneración alguna por su supuesto empleo. Lo significativo no es, pues, el índice nominal, sino que éste haya aumentado en 33 por ciento sobre el registro de junio del 2002.

El gobierno del presidente Vicente Fox ha respondido a esta situación con un programa contra el desempleo que implicará un gasto público de 100 millones de pesos en capacitación y apoyo a desempleados en algunas ciudades, incluyendo el Distrito Federal, la ciudad más próspera del país. La verdad, sin embargo, es que este programa será seguramente un desperdicio más de fondos públicos, porque ataca los síntomas y no las raíces de la enfermedad.

El desempleo está aumentando porque la economía mexicana se encuentra en su tercer año consecutivo de estancamiento. El Gobierno de la República ha tratado de responsabilizar a la economía estadounidense de esta situación. Y hay algo de cierto en ello. La precaria situación económica de la Unión Americana ha tenido consecuencias en buena parte del mundo y México no podía ser la excepción.

Pero la razón de fondo del estancamiento mexicano se encuentra dentro de nuestro país. No es necesario descubrir el hilo negro para entenderlo: en México no se está registrando inversión suficiente. Y cuando no hay inversión, no se genera crecimiento y si no hay crecimiento, no se crean nuevos empleos.

Pese al estancamiento estadounidense, otros países del mundo están creciendo. China y Tailandia lo están haciendo a un ritmo de 6.7 por ciento al año, Irlanda en 6.4 por ciento y Rusia en 5.2 por ciento. No son, quizá, cifras espectaculares, pero sí suficientes para generar empleos y mayor prosperidad. La economía mexicana creció oficialmente 2.1 por ciento en el primer trimestre de este 2003; pero incluso esta modesta cifra es engañosa, porque debido a la semana santa el primer trimestre del 2003 tuvo un mayor número de días laborables que el mismo período del 2002. Otros indicadores revelan con mayor precisión la situación real de la economía. La producción industrial cayó 2.3 por ciento entre mayo del 2002 y el mismo mes del 2003.

Las exportaciones no petroleras disminuyeron en 1.2 por ciento entre el primer semestre del 2002 y el mismo período del 2003. Pero quizá el indicador más importante es el desempleo abierto, que en junio del 2003 era un tercio más elevado que en el mismo mes del 2002.

La razón fundamental de este estancamiento económico es la falta de inversión productiva. La inversión fija bruta en México en abril de este año era 5.8 por ciento menor a la del mismo mes de un año antes. En los cuatro primeros meses del 2003 hay una caída del 1.1 por ciento frente al mismo período del 2002.

Lo peor de todo es que el país pudo haber tenido más inversión. Proyectos como el nuevo aeropuerto de la ciudad de México o el puerto para cruceros en la riviera maya y la construcción de nuevas plantas generadoras de electricidad por empresas privadas, habrían aumentado de manera significativa la inversión, el crecimiento y el empleo. Pero vivimos en un país secuestrado por grupos políticos que se niegan a permitir la inversión.

Si el presidente Vicente Fox quiere entender las razones de su derrota electoral del seis de julio, no tiene más que volver la vista al aumento del desempleo: ahí está la razón de la apatía, de la abstención y del voto de castigo a su gobierno.

El problema es que 100 millones de pesos en un nuevo programa burocrático no ayudarán en nada. Si queremos que el país retome la senda del crecimiento y de la generación de empleos, lo que tenemos que hacer es dejar de ponerle trabas a la inversión productiva.

Hijos de Saddam

El gobierno estadounidense ha difundido fotos de Uday y Qusay, los hijos de Saddam Hussein, para comprobar su muerte. Pero la muerte de los brutales hijos del dictador tiene lugar en un momento en que resulta claro que la invasión anglo-estadounidense a Iraq se justificó en una gran mentira sobre la posesión de armas de destrucción masiva por Iraq.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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