De acuerdo con datos que fueron dados a conocer por el INEGI, la tasa de desempleo se ubicó en el 3.17 % en lo que va del año, estableciéndose un promedio en el primer trienio de la administración federal, del 2.63 %. Y aunque los niveles de desempleo son menores que los que se promediaron en los dos sexenios anteriores, actualmente los llamados índices de agotamiento son mayores por el estancamiento económico.
Ciertamente nuestro país ha enfrentado condiciones peores, pues bástenos con recordar que en el año de 95, después del famoso error de diciembre del año anterior a éste, la tasa de desempleo llegó al 6.2 %, aunque de ahí comenzó a descender hasta situarse en el 2.2 que arrojó el año del 2000. Pero en los tres años posteriores esa tasa se fue incrementando sucesivamente del 2.4, al 2.7 y al 2.9 %, en el presente semestre.
Las cifras no auguran un buen panorama y menos por encontrarse el país en una economía globalizada que nos coloca en una situación tal de dependencia que cualquier alteración económica que se presente en los países con los que tenemos tratos comerciales, repercute en nuestra economía de manera manifiesta; de ahí que nuestros sectores laborales y comerciales estén en una marcada situación de riesgo.
En ese sentido, es posible buscar que los consumidores mexicanos prefieran lo hecho en México a lo producido en otros países, pero a condición de que esos productos sean de igual o mejor calidad que los extranjeros y que las autoridades gubernamentales combatan con efectividad, la piratería, el contrabando y la producción y comercialización de productos que no pagan impuestos, pues si ello sucede es porque hay autoridades que por negligencia o complicidad lo permiten.