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Desmantelación y ruina de la Cancillería

Jrge Zepeda Patterson

Por más que uno intenta renovar votos por el optimismo; por más que con el nuevo año todos quisiéramos pensar en los borrones y cuenta nueva; por más que deseamos creer que la posibilidad del cambio no se ha perdido, simple y llanamente no hay manera de concederle el beneficio de la duda a Fox. Una y otra vez el Presidente se encarga de darnos con la puerta en la cara ante la mínima esperanza en un gobierno mejor.

Con frecuencia nos quejamos de la parálisis y la falta de decisiones de parte de Fox. Pero a juzgar por las decisiones que este fin de semana ha tomado en lo concerniente a los cambios de gabinete, llegamos a la conclusión de que sería preferible que, como los pitchers del beisbol, se hubiera ido sin decisión.

Los hechos hablan por sí mismos. Gracias a sus desatinos Fernando Canales se hará cargo de los destinos del país en materia económica. Por lo menos esa es la explicación que ha trascendido. Nos lo endilgan en el gabinete federal para quitarlo de gobernador de Nuevo León, en donde sus pifias ponen en riesgo el triunfo del PAN en las próximas elecciones (el candidato panista a la gubernatura de aquel estado aseguró, literalmente, que si no le quitaban al gobernador, a quien le faltan seis meses, el voto favorecería a su contrincante del PRI). Dicho de otra manera, Canales asume una de las 16 secretarías que gobiernan al país no gracias a sus méritos sino a sus deméritos. ¿Desde cuándo la más alta responsabilidad pública es el bote de basura para colocar ahí lo que no sirvió en otro lado?

El segundo caso es tanto o más grave. Como bien se sabe, Luis Ernesto Derbez deja la secretaría de Economía para hacerse cargo de Relaciones Exteriores. El señor es un economista con experiencia en asuntos del desarrollo. Ha vivido en el extranjero como funcionario del Banco Mundial, pero se trata de un técnico sin experiencia en política exterior, carente de una cultura humanista básica, ignorante de asuntos jurídicos y, no menos importante, dotado del temperamento más antipático del gabinete (¿cómo se las arregló Fox para colocar de manera sucesiva como responsables de la diplomacia a los dos personajes más antidiplomáticos de su equipo?). Los desplantes y soberbias de Castañeda son por todos conocidos, pero las arrogancias y patanerías de Derbez hacia subordinados y compañeros de gabinete son de antología.

En la administración pública suelen existir dos cuerpos profesionales con una coherencia, solidez y especialidad muy por encima de otras ramas: los militares y los diplomáticos. Son profesiones antiguas que han desarrollado sus propios códigos y generado sus propios semilleros de formación. Por lo general en México y en el mundo sirven a sus gobiernos independientemente del partido que se encuentre en el poder. Justamente la estabilidad de estos dos cuerpos reside en el presupuesto de que “un civil” sería inapropiado para conducir las operaciones militares o la complejidad de los convenios y la red de alianzas internacionales que requiere un gobierno (alianzas que se establecen a través de los códigos y usanzas que comparten con diplomáticos de otros países).

Incluso el PRI, con todos sus desaciertos, por lo general optó por un profesional para hacerse cargo de la diplomacia mexicana. Y cuando no lo hizo, como en los casos de Ángel Gurría y Manuel Camacho, el país padeció el resultado. Pero durante décadas el servicio exterior mexicano edificó un prestigio sólido que sirvió bien a la Nación gracias a la brillantez de los cancilleres y sus equipos que pasaron por las oficinas de Tlatelolco (el servicio exterior mexicano y el brasileño son considerados como los mejores de América Latina por la comunidad internacional). Por desgracia todo indica que con Derbez la Cancillería escribirá uno de sus más grises capítulos.

No se trata únicamente de la falta de experiencia y la irritabilidad que caracterizan al nuevo secretario. Se trata de algo aún más preocupante. La designación entraña una nueva concepción de lo que debe ser una Cancillería. Para Fox, Relaciones Exteriores debe desempeñarse como una oficina de promoción del comercio exterior y de inversiones para México. Ese es el designio oculto en el arribo de Derbez. En la Secretaría de Economía (anteriormente Secretaría de Comercio), Derbez tenía a su cargo el área de promoción de comercio exterior. Ahora esa función habrá de incorporarse a la Cancillería (pero todo indica que más que una “incorporación” se trata de una sustitución).

El tema es grave porque nunca como ahora en que la globalización permea la vida de los pueblos y se rediseña un nuevo orden mundial, se había requerido una participación intensa de nuestros países en los foros, organismos y leyes de cara al futuro del planeta y la manera en que éste habrá de ser organizado. Participar en la definición de los asuntos ecológicos, bélicos, jurídicos y de gobierno del mundo requiere una visión sólida y profesional. Convertir a la Cancillería en un “stand” de ventas equivale a trasladar la visión más chata de la iniciativa privada a los asuntos de Estado. En la medida en que Fox ha “subarrendado” el gobierno a sus 16 secretarios (no les exige, nos los controla), la designación de Derbez se hace aún más preocupante.

De un plumazo el Presidente ha logrado cortar de cuajo las incipientes esperanzas de que este año el gobierno sería mejor. (jzepeda52@aol.com)

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