02 de diciembre de 2003
Madrid, (EFE).- Con un funeral de Estado, se dio hoy el último adiós a los siete agentes de los servicios de inteligencia muertos en Iraq, en el mayor ataque contra españoles en suelo iraquí desde que estalló el conflicto en ese país.
Entre muestras de dolor y consternación, los féretros con los restos de los siete agentes fueron instalados en la sede del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de la defensa española, en Madrid, donde se celebró una ceremonia que presidieron los Reyes de España, acompañados del Príncipe Felipe, heredero de la Corona.
Visiblemente emocionados, los Reyes Juan Carlos y Sofía se acercaron a los familiares de los militares muertos, a quienes dieron el pésame antes de iniciarse la ceremonia.
El funeral, que comenzó con los acordes del "Requiem", de Mozart, se ofició en una gigantesca carpa instalada en el exterior del CNI, a donde los féretros fueron trasladados a hombros por compañeros de los agentes asesinados.
Asistió también al acto, el presidente del Gobierno, José María Aznar, varios ministros de su Ejecutivo, y los dirigentes de los principales partidos de la oposición, entre ellos, el líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, y el coordinador general de Izquierda Unida (IU), Gaspar Llamazares.
Durante la ceremonia, el vicario general castrense, Daniel Ponte, señaló que los agentes fallecidos eran "hombres que trabajaban en una misión de paz" y dieron su vida sin poner "límites a su entrega, llegando hasta la muerte".
El vicario pronunció una palabras de aliento para los compañeros de las víctimas, que "realizáis una labor muy difícil, un trabajo imprescindible para la paz, la tranquilidad de nuestra nación y de todo el mundo", subrayó.
A continuación, el Rey Juan Carlos impuso sobre la bandera que cubría cada uno de los féretros la medalla al mérito civil, concedida a los agentes a título póstumo.
Tras esta ceremonia, el presidente del Gobierno comparecerá en el Parlamento para explicar a los grupos políticos las circunstancias en las que se produjo la muerte de los militares, por las que se ha declarado un día de luto oficial en España.
En señal de duelo, las banderas ondean a media asta en todos los edificios públicos y buques de la Armada española.
En su comparecencia en la Cámara, es probable que Aznar reitere, como ya hizo el domingo, su compromiso en la lucha contra el "fanatismo" terrorista y reafirme la presencia de España en Iraq.
Desde el final de la guerra en Iraq, un total de diez militares españoles han fallecido en diversos sucesos.
El capitán de navío Manuel Martín-Oar murió en agosto en un atentado con coche bomba contra la sede de la ONU en Bagdad, ataque en el que perdieron la vida otras 23 personas, y en octubre, el funcionario del CNI José Antonio Bernal, agregado de información de la Embajada española en la capital iraquí, fue asesinado a la puerta de su domicilio.
La tercera víctima mortal fue el sargento de zapadores Luis Puga Gándar, fallecido el 26 de octubre como consecuencia del disparo fortuito de uno de sus compañeros.
Los miembros del CNI muertos el sábado son los militares Alberto Martínez González, Carlos Baró Ollero, José Merino Olivera, José Carlos Rodríguez Pérez, José Lucas Egea, Alfonso Vega Calvo y Luis Ignacio Zanón Tarazona.
Los agentes españoles fueron víctimas de un ataque con granadas y fusiles, cuando viajaban en dos vehículos civiles hacia el sur de Irak, en una misión de inspección correspondiente a las operaciones de relevo, ya que cuatro de ellos iban a regresar próximamente a España.
En el atentado hubo un único superviviente, el también militar José Manuel Sánchez Riera, quien se recupera en España de las heridas sufridas.
España mantiene desplegada en Iraq la Brigada Plus Ultra, compuesta por 1.300 efectivos, en la que también se integran soldados de El Salvador, Nicaragua, la República Dominicana y Honduras.