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Despiden a Vieira en Ginebra

Familiares y amigos recordaron a Sergio Vieira de Mello como una fuente de inspiración contra el odio, durante el entierro del diplomático brasileño de la ONU que murió en un atentado suicida.

28 agosto 2003

Ginebra, (EFE).- Cientos de personas se dieron hoy cita en Ginebra para dar el último adiós a Sergio Vieira de Mello, Alto Comisionado de Derechos Humanos y representante de las Naciones Unidas en Iraq, quien murió en el atentado contra la sede de la ONU en Bagdad hace nueve días.

Los restos de Vieira de Mello fueron enterrados en el cementerio de Plainpalais de esta ciudad, tras un oficio religioso celebrado en la Iglesia de San Paul, abarrotada por la multitud formada por familiares, amigos y colegas del fallecido. El féretro ingresó en el recinto católico a hombros de quienes fueran sus guardaespaldas.

En primera fila se encontraban la viuda y los dos hijos del desaparecido diplomático, rodeados por la esposa del secretario general de la ONU, Kofi Annan, el vicesecretario general de esa organización, Louise Frechette, y el presente del Consejo de Estado de Ginebra, Laurent Moutinot.

También estaban presentes la cantante Barbara Hendricks, el Alto Comisionado para los Refugiados, Ruud Lubbers, el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Jakob Kellenberger, y su predecesor Cornelio Sommaruga.

Durante el servicio religioso, los dos hijos del desaparecido alto funcionario internacional, Laurent y Adrien, tomaron la palabra para expresar su dolor. "Ningún Dios puede alentar actos como ése", dijo Laurent, en referencia al atentado que costó la vida a su padre, de 55 años, y a otros funcionarios de la ONU.

Por su parte, el sacerdote encargado de la ceremonia recordó a los asistentes que todos se encontraban allí "para tumbar los muros del odio y del fanatismo". Amigos y parientes evocaron a continuación pasajes de la vida del brasileño Sergio Vieira de Mello, como su primer viaje a Ginebra en 1966 para estudiar filosofía, su participación en las manifestaciones de mayo de 1968 en París y su ingreso en la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados en 1969.

La ceremonia duró una hora y concluyó con la música del legendario tema "Imagine" de John Lennon, mientras que todos los asistentes se daban la mano formando una cadena humana como símbolo de fraternidad. El alto funcionarios de la ONU fue enterrado en un cementerio reservado a grandes personalidades de la historia en distintas áreas del saber humano.

Ahora, sus restos descansan en paz, lejos de los conflictos que vivió tan de cerca, junto a los del reformador Juan Calvino, del cofundador de la Cruz Roja Internacional, Gustave Moynier, del educador y filósofo Jean Piaget, del músico Ernest Ansermet y del escritor argentino Jose Luis Borges, entre muchos otros.

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