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Detrás del oro negro

DIARIO DE YUCATÁN-AEE

Los obreros petroleros conviven en períodos de catorce días seguidos en auténticas ciudades flotantes

MÉRIDA YUC.- A vuelo de pájaro parecen cientos de hormigas que se mueven y laboran sobre las impresionantes estructuras metálicas asentadas en medio del azul profundo del mar, en la inmensidad de la Sonda de Campeche. Son los trabajadores petroleros, esos que a diario extraen del lecho submarino el “oro negro” que alimenta la economía nacional. Son auténticas ciudades flotantes con todos los servicios, donde los obreros petroleros conviven 14 días.

Un día en una plataforma se inicia antes de la cinco de la mañana, cuando los trabajadores se levantan para asearse, uniformarse y acudir al comedor a desayunar, por turnos para no saturar el espacio.

A las siete empiezan sus labores, todos a sus puestos a extraer petróleo, a procesar el gas, etc.

De 11 a una de la tarde se abre de nuevo el comedor. Con la misma organización suspenden labores y acuden para el almuerzo, luego se reanuda la actividad hasta las siete de la noche, cuando se sirve la cena y se termina el turno.

En ese momento entra el turno nocturno, que se inicia a las siete de la tarde y termina a las siete del día siguiente. Sin embargo, los del turno saliente tienen la opción de la cena de medianoche que se sirve de 11 p.m. a una de la mañana.

Quienes salen de turno matutino, luego de la cena tienen la opción de utilizar la biblioteca, la sala de lectura, el salón de juegos o disfrutar de una película en DVD en pantallas o monitores gigantes, o si lo prefieren jugar baloncesto en las canchas de las plataformas.

Otros prefieren retirarse a sus camarotes para ver la programación televisiva o escuchar música en aparatos que ellos mismos llevan.

Algunos juegan cartas, dominó, o billar en salones habilitados ex profeso.

Hay grupos de trabajadores de perforación que laboran en turnos de 12 horas con los mismos horarios para la comida y 12 horas de descanso.

En promedio en cada uno de los diez complejos de producción que operan en las dos regiones marinas de la Sonda —suroeste y noroeste— laboran de 250 a 300 personas, entre obreros, autoridades, químicos, camareros, cocineros y personal de apoyo, mientras que en los de perforación son de 70 a 80 personas.

En los últimos ocho años Pemex permitió el ingreso de personal femenino que realiza labores de médicos, químicos e ingenieros y arquitectos, aunque son minoría. Se calcula que la proporción es de una mujer por cada diez hombres, pero podría aumentar.

Además de áreas de entretenimiento, en cada plataforma hay cocina, comedor y baños en cada nivel, dormitorios con ocho literas, lavandería, frigoríficos, plantas potabilizadoras de agua, depósitos de almacenamiento, helipuerto, talleres y bodegas, y plantas de energía eléctrica.

En cada plataforma hay médico general y dispensario o consultorio para la atención del personal. Además, hay obreros capacitados para, en caso de emergencia, laborar como paramédicos en tanto arriban vía aérea los especialistas.

Contra lo que pudiese pensarse, en las plataformas hay áreas para fumadores. Son lugares cerrados, pues está prohibido fumar al aire libre dada la explosividad del material que ahí se maneja.

La convivencia diaria entre los trabajadores de las plataformas petroleras les permite olvidar momentáneamente la nostalgia de estar lejos durante 14 días de sus familias y de sus seres queridos.

“Aquí ya somos familia. En cada una de las plataformas los trabajadores tienen una especie de hermandad, de protección de unos a otros”, revela José Rolando Zapot García, trabajador de Pemex.

“Nada se compara con la familia, pero aquí la armonía, la convivencia y el trabajo nos permiten tener la mente ocupada y olvidar la nostalgia”.

Aunque todos los servicios son gratuitos y corren por cuenta de Petróleos Mexicanos, en las plata formas también circula dinero, y es que los trabajadores pagan de diez a quince pesos a los camareros, que pertenecen a empresas privadas, para que laven sus ropas de trabajo, pues el servicio de lavandería se da únicamente para sábanas, manteles, colchas, almohadas, servilletas, etc.

“Los empleados de base cuando subimos a las plataformas sólo llevamos ropa común y corriente para la estancia”, señalan algu nos empleados.

“Tenemos ropa de trabajo limpia y planchada, pero por la misma actividad que realizamos se ensucia y por ello aprovechamos a los de lavandería para que la laven a cambio de una propina”.

Las arduas jornadas, el riesgo propio de la labor e incluso el salario “no tan alto como para carmelitas, muy bajo” hacen que el momento más feliz para los 12,000 petroleros de la región sea la bajada de la plataforma, pues permanecen 14 días con la familia, al término de los cuales la historia se repite.

Luis Felipe Toache Ruiz, empleado de una empresa que presta servicios a Pemex, señala que en plataforma “hay que andar con mucho cuidado porque en cualquier descuido uno se cae al mar y puede morir”.

“La gente cree que uno está en la gloria en la plataforma, pero no es así. Es un trabajo arduo y fatigoso y los salarios son relativamente bajos”.

Señala que hay obreros de varias categorías, los recomendados ganan $18,000 por 14 días de labo res, los de nivel 21 —operario especialista—, $23,000, y de nivel 23 —superintendentes—, $40,000. En contraste, un obrero carmelita por 28 días gana sólo $5,400.

“En las plataformas hay todos los servicios, pero estamos separados de nuestras familias dos semanas, lo que nos causa gran tristeza”.

Domingo Fuentes Hernández, de la compañía Instalaciones Electromecánicas Civiles y Eléctricas, quien trabaja en aislamiento térmico en Akal Nova, señala que Iecesa es una de las compañías que pagan bien.

“En plataforma la vida es de mucho estrés y, hasta cierto punto, de amargura. Lo peor es pensar que nuestra vida depende de un hilo y entre amigos platicamos que ojalá esto cambie”.

Los alimentos, agua potable y otro tipo de artículos que requieren cada una de las plataformas de Petróleos Mexicanos, necesarios para operar, son suministrados por cuando menos 30 compañías, de las que sólo cuatro son campechanas.

Aunque las autoridades de la paraestatal y de las propias empresas distribuidoras se muestran herméticas a revelar los da tos, se averiguó que el abasto se realiza semanalmente.

Cada empresa tiene que dejar un “stock” para por lo menos siete días en cada plataforma, a fin de atender cualquier contingencia, como cuando es imposible bajar por algún fenómeno meteorológico, como un huracán.

Estos productos, en su mayoría perecederos, son almacenados en frigoríficos con los que cuenta cada plataforma, que incluyen fábrica de hielo.

El suministro de alimentos y agua se realiza por medio de embarcaciones de las compañías y la “subida” se hace por medio de contenedores con sistemas de refrigeración que son alzados con grúas para ser depositados en las áreas correspondientes.

Para la contratación de las compañías proveedoras de alimentos y otros insumos, Pemex lanza con cursos cada seis meses o un año, de acuerdo con las necesidades que tenga en las plataformas.

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