CISJORDANIA.- Las campanas de las iglesias de Belén repicaron ayer cuando Israel completó la entrega de la ciudad cisjordana a la policía palestina, en cumplimiento de un pacto de seguridad que busca respaldar un nuevo plan de paz impulsado por Estados Unidos.
Policías palestinos armados que hicieron sonar las sirenas de sus patrullas, salieron a custodiar las calles de la vieja ciudad de Belén, reverenciada por los cristianos como el lugar donde nació Jesucristo, así como de las localidades aledañas de Beit Jala y Beit Sahour.
Sin embargo, la alegría palestina quedó opacada porque los tanques y los soldados israelíes continuaban rodeando Belén y restringiendo el movimiento desde y hacia la ciudad.
"Es una retirada ceremonial, no una retirada verdadera", dijo el alcalde de Belén, Hanna Nasser, al comentar la salida de las tropas judías, acordada ayer en Jerusalén por el primer ministro israelí, Ariel Sharon, y su homólogo palestino, Mahmoud Abbas.
El líder palestino prometió encarcelar a los militantes que violen un cese del fuego declarado el fin de semana.
"Seremos duros con ellos. Creo que el pueblo palestino aceptará esto porque el pueblo palestino aceptó la tregua y desea mantenerla... Por eso ahora pondremos en la cárcel a cualquier persona, cualquier facción, cualquier partido que la viole", dijo Abbas.
Cerca de 100 policías marcharon por el centro de la ciudad para subrayar que ahora son ellos los que están a cargo, tras un año de ausencia. El plan de paz requiere que la policía palestina llene el vacío dejado por las tropas de Israel en esa zona.
Los residentes saludaron desde sus autos, mientras hacían sonar las bocinas de sus vehículos, a los policías de uniforme azul que comenzaron a dirigir el tráfico, equipados con fusiles de asalto AK-47. En algunos casos, los automovilistas hacían ondear banderas palestinas con sus colores: negro, verde, rojo y blanco.