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MÉXICO, DF.– Alfredo Harp Helú se paseaba desesperado de un lado a otro en su palco del Foro Sol. Cargaba al pequeño Santiago, su hijo menor, y apenas un par de segundos después lo dejaba de regreso en el piso para continuar su interminable paseíllo.
Era la novena entrada del cuarto juego de la serie final, en el que Tigres de Puebla amenazaba con empatar la contienda a Diablos Rojos del México a dos victorias por bando.
Entonces, Óscar Robles, que fue una aspiradora en la segunda base y presumió un bat brillante en las grandes ocasiones, rebotó la pelota contra la barda del jardín derecho-central y llegó barrido a la antesala con un limpio triple.
Las esperanzas del empresario cobraron nueva vida cuando Daniel Fernández, a quien le tiene fe ciega, caminó hacia la caja de bateo.
El veracruzano chocó un lanzamiento del zurdo Edgar Huerta y partió en dos el diamante para que Robles, el Jugador Más Valioso, llegara al plato con la carrera del empate.
Ese fue el principio del fin de los "felinos". Más tarde, en la entrada 13, el panameño Roberto Kelly dio jonrón de tres carreras, para que los escarlatas ganaran 6-3 y tomaran ventaja de 3-1 en la final, desatando el júbilo de Harp Helú y de más de 23 mil aficionados.
"Más que cambiarnos a nosotros, esta victoria será un duro golpe para Tigres", sentenció el manager dominicano Bernie Tatis. Y tuvo razón. Al otro día, los Diablos Rojos consiguieron su victoria 80 de la temporada, también en extrainnings, y con ella el título 14 de su historia.
El largo trayecto comenzó el 19 de marzo, un día antes para Acereros de Monclova y Vaqueros de La Laguna. Diablos Rojos fue el líder absoluto de la Zona Norte, tras puntear la primera vuelta y sublíder la segunda, y Tigres de Puebla se llevó el Sur casi de punta a punta en ambas mitades.
En postemporada, el México sufrió horrores ante Pericos de Puebla, al que venció en una larga serie de siete encuentros, el último de ellos de manera dramática. En la serie de campeonato, Sultanes de Monterrey no respondió a las expectativas y fue eliminado por los capitalinos en seis duelos.
En el Sur, los ahora poblanos nunca tuvieron siquiera que esforzarse al máximo. Les bastaron seis partidos para echar fuera a Piratas de Campeche en la primera ronda y requirieron de la misma dotación para marginar a Guerreros de Oaxaca.
Así llegaron escarlatas y "felinos" a su quinta serie final consecutiva, en una nueva modalidad de la antigua "guerra civil", que de ser un derby del DF pasó a convertirse en una batalla entre capitalinos y poblanos, casi con la misma rivalidad de los viejos tiempos.
Y tan no se ha acabado el odio entre ambos, que cuando Tigres llegó en desventaja de 0-2 al Foro Sol, sus aficionados capitalinos apenas se mostraron con discreción en el parque capitalino.
Pero al ganar el tercer cotejo de la serie, la garra felina se hizo presente de manera masiva en el estadio, casi en el mismo número que la afición escarlata y entonces volvieron a las viejas costumbres.
Se enfrascaron en interminables duelos de porras, se insultaron y no perdieron oportunidad para humillarse unos a otros apenas sus peloteros hacían algo brillante en el diamante.
Pero el México estaba embalado e inspirado. Ganó el cuarto y el quinto de la serie, negándose a regresar al Hermanos Serdán, y con ello concretó su decimocuarto campeonato, además de desnivelar en su favor, por 3-2, esos últimos cinco agarrones con los bengalíes.
El manager Bernie Tatis fue apenas el segundo en lograr un bicampeonato para los escarlatas, desde que Benjamín "Cananea" Reyes, líder del equipo con cinco gallardetes, lo hiciera en 1987 y 1988.