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Diálogo/ De suicidios y cultura de la muerte

Yamil Darwich

A últimas fechas hemos observado el incremento del número de suicidios en nuestro país, fenómeno que refleja la patología social de un mundo que cada día se separa más del concepto de naturalidad y que nos ha envuelto en el individualismo, el consumismo, la superficialidad y la sofisticación; en la sed por la satisfacción de los deseos simplemente materiales; en el campo de lo mundano.

Indudablemente que el suicidio representa uno de los grandes fracasos grupales e individuales de la sociedad, que por una u otra causa favorece que algunas personas interrumpan el proceso natural de la vida y que frustrados y deprimidos, sintiendo copadas sus oportunidades, busquen con la muerte una aparente solución a sus problemas. “La puerta falsa”, como dijeran muchos autores novelescos del siglo anterior.

La palabra suicidio tiene sus raíces etimológicas en el latín y se compone de dos términos: sui, de sí mismo y caedere, matar; "matarse a sí mismo" y es una patología humana que se ha presentado a través de los siglos, por razones variadas que pueden ir desde las supuestamente “heroicas”, como el caso de los kamikazes japoneses, vientos del cielo, que entregaban sus vidas estrellando aviones cargados de dinamita contra blancos enemigos o los actuales radicales musulmanes, que se autoinmolan en un irracional intento de dañar al contrario, aun a costa de sus propias vidas y las de muchos inocentes.

Hay otros: los “religiosos”, aquellos que ejecutan el acto, que piensan que de esa manera pueden agradar a sus dioses y que no dudan en cometer el suicidio masivo, como los grupos radicales de los Estados Unidos de Norteamérica.

También existen los suicidios de todas aquellas personas que en verdaderos estados patológicos se quitan la vida en un acto de depresión profunda o ansiedad extrema. Como los estudiantes del Distrito Federal, o el caso sonado de jóvenes pandilleros laguneros que hace muy poco tiempo pactaron quitarse la vida, uno a uno y por su propia mano.

Sin duda, es un fenómeno que se ha agudizado, según cifras dadas por especialistas, que refieren el incremento entre los adolescentes, que ha tenido un aumento en los años recientes, siendo en el 2001, la causa de muerte del 2% en niños y escolares, y 3.6 % en hombres en edad productiva (ssa.gob.mx)

Las sociedades contemporáneas se ven imposibilitadas para cumplir con las expectativas de las personas; la cultura de la muerte, donde el individualismo, el consumismo y el atesorar bienes materiales están cobrando su precio, han hecho de nuestro mundo un lugar difícil para vivir, prácticamente imposible para alcanzar la felicidad y muy complicado para lograr la propia realización. De ahí el aumento de depresivos y suicidas.

El incremento de los casos de suicidio en nuestro país y el mundo occidental, sin duda los debemos pagar todos los que formamos parte de la sociedad contemporánea, como un tributo al sistema basado en consumir, poder ser a partir de tener dinero para gastar y poseer y entre todo lo anterior, a la motivación para la superficialidad, incluida la sexualidad desvirtuada.

En México los métodos más utilizados para suicidarse son: en primer lugar el ahorcamiento, seguido por el uso de las armas de fuego, la intoxicación medicamentosa (pastillas) y con sustancias químicas varias, incluido el gas butano, o arrojarse desde las alturas. A últimas fechas en el D.F., se está popularizando el uso del Sistema de Transporte Colectivo (Metro) para matarse, lo que sin duda refleja un inconsciente reclamo y reproche de los suicidas a la sociedad capitalina.

Le comparto algunos datos obtenidos en las fuentes sobre “cómo descubrir un suicida potencial”.

Tener antecedentes o manifestar estados de depresión y ansiedad; retraerse socialmente; rehuir el trato con familiares y personas; mostrarse sin interés por el trabajo o la escuela, o no reaccionar afirmativamente ante estímulos sociales (invitaciones a convivencia y diversión); también puede aparecer apatía, llanto o estados melancólicos. Recuerde que todos estos síntomas muchas veces pasan desapercibidos o no les damos la suficiente importancia.

En otras ocasiones se presenta la “ideación o fijación suicida” y los potencialmente capaces para cometer el acto, manifiestan especial y hasta morboso interés por la muerte en todas sus facetas o llegan a declarar sus intenciones de quitarse la vida. Los intentos anteriores son un verdadero aviso y un “foco rojo” que debemos atender.

Situaciones sociales especiales y de crisis, como pueden ser: la pérdida de un ser querido por muerte; separación por divorcio o viajes prolongados; la pérdida de empleo o el rompimiento amoroso, pueden ser factores que faciliten la depresión profunda y los pensamientos suicidas obsesivos. Llaman la atención las noticias de estudiantes que se han quitado la vida al saber de su rechazo para ingresar a normales y universidades.

Desde luego que habrá que tener en cuenta los estados de patología mental, especialmente aquéllos en los que existen antecedentes de estados maniaco depresivos o intentos de quitarse la vida.

Anteriormente los médicos y psiquiatras consideraban que los verdaderos suicidas (no los identificados como simuladores) pocas veces advertían de sus intenciones; el criterio actual es atender y tomar con mucha seriedad cualquier amenaza.

Los síntomas pueden ser muy variados, pueden presentarse otros como: distanciamiento de familiares o amigos; abandono de las actividades habituales; respuestas violentas y exageradas; comportamiento rebelde o intentos de huir del hogar; uso de drogas o alcohol; descuido de la apariencia personal; cambios pronunciados en la actitud social cotidiana; dificultad para concentrarse en el estudio o trabajo; malestares físicos y fatiga; pérdida de interés por la convivencia; referir sentimientos de menosprecio y baja de autoestima y amenazar con atentar contra su propia vida, advirtiendo que lo hace por dejar de “ser una molestia, una vergüenza, etc”., lo que muchas veces se toma por “chantaje emocional” y se desatiende.

Algunos suicidas potenciales inician el proceso realizando trámites legales, escribiendo cartas testamentarias o notas de despedida.

Lo cierto es que el alto costo del consumismo ha llegado hasta nuestra sociedad lagunera y debe ser tomado en cuenta, preparándonos y tratando de aprender a encontrar los primeros síntomas para atenderlos a tiempo y evitar la muerte de esos seres que viven un profundo dolor psíquico, el más fuerte de los padecidos por los humanos.

No dude en acudir a un médico o psiquiatra de la comunidad, que los tenemos y muy buenos, si acaso alguno de sus familiares o amigos presenta datos sugestivos de ser un “suicida potencial”, que para el caso, más que nunca, cabe aquel refrán popular que dice: “más vale prevenir que lamentar”. ydarwich@ual.mx

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