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Diálogo/Legado para la educación

Yamil Darwich

En la segunda semana del mes de marzo se celebró la XLIII Asamblea de la Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior, que reúne a las principales Universidades Particulares de México, que representan hasta el 30 por ciento de la oferta educativa.

La sede fue el Distrito Federal, siendo el Centro de Estudios de la Comunicación la institución anfitriona, que en el patio central del Castillo de Chapultepec organizó la Ceremonia Inaugural, con la presencia del subsecretario de Educación Pública de México, doctor Julio Rubio Oca, que dio un breve informe de los alcances y logros en Educación Superior obtenidos por el Gobierno Federal.

Me quedó la sensación de que el discurso oficial, por repetitivo, empieza a desgastarse, enumerando éxitos e incrementos de porcentajes de eficiencia que siguen reflejando viejos y graves paradigmas de la Universidad de México.

El rector de la Universidad Cristóbal Colón, de Veracruz, Veracruz, maestro Vicente Climent, presidente saliente de la FIMPES, respondió con un discurso de despedida, que además de emotivo, centrado y docto, puso los “puntos sobre las íes” en forma mesurada pero determinante, como es él.

Expresó algunos conceptos que, por su riqueza, quiero compartir con Ustedes, ya que nos dan un claro panorama de la realidad que vive nuestro país ante el grave tema de “Educación con calidad internacional”.

Empezó reconociendo que la actual administración de la educación a nivel federal “nos abrieron las puertas en ese Diálogo que desembocó en el reconocimiento del Sistema de Acreditación, como uno de los requisitos de simplificación administrativa; y vemos con mucho agrado que la Secretaría está proponiendo a todos los estados de la República que sigan sus pasos y reconozcan y aprovechen nuestro sistema de acreditación”.

La Federación de Instituciones Mexicanas Particulares de Educación Superior, desde hace muchos años, ha logrado establecer un sistema de acreditación de las universidades. En ella se analizan, revisan, aprenden y se solucionan deficiencias de las instituciones que se someten al procedimiento, reflejándose en la calidad académica y la permanente superación para beneficio de sus estudiantes.

La crítica velada es por el poco apoyo que el gobierno, a través de la SEP, da a esas instituciones para fortalecer sus propósitos, aunque ciertamente las alaba en el discurso.

Persiste la iniquidad de trato para las universidades públicas y las particulares, aunque se observen algunos destellos, como la promesa de apoyar al plan de formación docente. ¿Quedará como otras tantas, en sólo promesas? El tiempo lo dirá.

El ahora ex presidente de la FIMPES, Vicente Climent, también reconoció que “Hemos sido llamados a colaborar desde ámbitos como: Pacto Social para la Educación; Comisión Federal para la Mejora de Regulación; en la COPAES; en CENEVAL; en las COEPES Estatales...”. Sin embargo el peso de la opinión de las Universidades Privadas sigue siendo menor a las del Estado, curiosamente en una relación inversa en términos de calidad académica y eficiencia terminal, reflejando de nuevo la persistencia del trato desigual para unas y otras. Usted puede reflexionar y sacar sus propias conclusiones sobre el beneficio obtenido en la aplicación de los dineros empleados en la administración de la academia y sus servicios educativos en unos y otros casos.

Lanzó una frase contundente: “... es muy apasionante el mundo educativo. Y se necesita de gente íntegra que quiera comprometerse con él”, refiriéndose sin duda a la gran calidad humana de la mayoría de los educadores universitarios, pero también denunciando a los individuos enquistados en la universidad privada, a quienes en la jerga universitaria se les define como “ganapanes” y “aspirinos políticos”, de los que tenemos claros ejemplos en el Estado de Coahuila.

También confirmó la firme postura de la lucha contra la iniquidad del trato fiscal: “El Gobierno trata de captar fondos y sentimos el peso de nuevos impuestos... Seguimos sin entender por qué no se valora el trabajo realizado por particulares como aporte básico para el desarrollo del pueblo mexicano”. Es evidente que la educación es vital para el desarrollo, y que, curiosamente, en México buscamos captar recursos vía impuestos sin reconocer que las escuelas privadas están apoyando al Gobierno a cumplir con su función, responsabilidad que no logra satisfacer con la calidad suficiente y atender el propósito de desarrollo nacional propuesto en sus planes de trabajo.

Otra frase que requiere nuestra atenta reflexión y que no necesita comentarios: “Soportaremos que no nos ayuden, pero no nos agobien con nuevos y mayores impuestos que recaen indirectamente en los padres de familia”. Dicho de otra manera: Que ya no se castigue la eficiencia y productividad de las familias que por sus esfuerzos y logros pueden enviar a los hijos a las Universidades Particulares y tienen que pagar un impuesto más, además del que ya cubren para apoyar a la educación ofrecida por el Estado.

Finalmente ratificó la denuncia hecha contra los mercenarios de la educación, que con “universidades de cochera” buscan obtener ganancias dando nada, o casi nada a cambio, (en La Laguna hay varios casos): “La proliferación de nuevas instituciones de educación superior... con ofertas de títulos que cambian las condiciones de competencia, ... titulaciones que dan de qué hablar a la opinión pública... la FIMPES no puede eludir el problema”.

Curiosamente a las universidades de reconocido prestigio internacional y nacional se les limitan las oportunidades de desarrollo y en contraparte, permiten que permanezcan grietas profundas en la ley de educación, tanto federal como en los estados, que dan oportunidad a la proliferación de esas aparentes escuelas que son negocios, muchas veces familiares o de personas interesadas en lucrar con la educación superior sin atender debidamente la calidad de los servicios que ofrecen.

La conclusión es clara: Aún cuando hay adelantos en relación a la facilitación para educar a los mexicanos, seguimos padeciendo los lastres y las múltiples trabas para eficientar el proceso.

Importantemente, persiste el serio problema de las malas políticas en las tomas de decisiones para definir directrices y dar apoyos, de todo tipo, a fin de que las universidades de México cumplan con su responsabilidad histórica social. ¿Tendremos oportunidad de esperar a que se dé el lento cambio y la ruptura de viejos paradigmas? ydarwich@ual.mx

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