San Francisco (EU)(EFE).- Las dietas ricas en grasas saturadas, por un lado, y el cadmio por otro podrían sumarse a la lista de elementos sospechosos de causar cáncer de seno, según dos nuevos estudios.
Una investigación de la Universidad de Cambridge, en Gran Bretaña, ha reabierto la polémica en torno a la posibilidad de que una dieta rica en grasas saturadas (las procedentes de animales como la carne o los productos derivados de la leche) guarde relación con el cáncer de seno.
Según esta investigación, publicada en la revista médica "Lancet", las mujeres que consumen como media más de 90 gramos de grasa al día tienen el doble de posibilidades de enfermar de cáncer de pecho que aquellas que comen sólo 37 gramos.
Tras estudiar y clasificar los casos de más de 13.000 mujeres que a lo largo de cuatro años tomaron nota a diario de lo que comían, llegaron a la conclusión de que aquellas que seguían un régimen alto en grasas tenían el doble de posibilidades de desarrollar cáncer que aquellas que ingerían pocas grasas.
Otro estudio contempla un elemento totalmente diferente: el cadmio, como un factor de riesgo en una enfermedad que afecta a entre un 8 y un 11 por ciento de las mujeres en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Este metal que, por ejemplo, se utiliza en las pilas o baterías comunes, simula los efectos del estrógeno -una hormona femenina- en animales de laboratorio, según muestra este estudio, cuya publicación está prevista para el mes de agosto en la revista "Nature Medicine".
"Lo que hemos visto sugiere que hay una relación directa entre la exposición al cadmio y el riesgo de sufrir cáncer de seno", señaló Mary Beth Martin, una especialista de la Universidad de Georgetown.
No es la primera vez que el cadmio levanta las sospechas de los médicos: ya antes se había mostrado que una exposición elevada a este metal puede ocasionar daños en los riñones y en los huesos.
Sin embargo, esta investigación va más allá y muestra que incluso una exposición reducida al metal puede afectar a las glándulas mamarias y al desarrollo sexual de los animales.
No todo son malas noticias en lo que se refiere al estudio de esta enfermedad: unos científicos de Milán (Italia) desafiaron el dicho popular que asegura que "la comida que te gusta es mala" con una investigación que indica que comer una o más pizzas a la semana puede reducir el riesgo de cáncer de esófago.
El estudio, realizado entre 8.000 italianos, llegó a la conclusión que los que comen pizza habitualmente tienen menos riesgo de contraer cáncer de esófago (un 59 por ciento menos de posibilidades) y cáncer de colon (un 26 por ciento menos de posibilidades).
Pero el informe no decía nada sobre los efectos para el corazón de una dieta a base de pizzas.