A diez años del asesinato perpetrado a plena luz del día, en un lugar tan público como lo es el estacionamiento del aeropuerto internacional de Guadalajara, se han impuesto a la verdad de los hechos, la concatenación de mentiras técnicamente planteadas a través del famoso "nintendo" urdido por el entonces Procurador General de la República Jorge Carpizo, quien desde esa fecha ha gritado alocada y furiosamente a los cuatro vientos su ya cuatro veces desmentida versión de la confusión de los sicarios.
Se cumplen diez años de perpetrado ese horrendo crimen en contra de un príncipe de la Iglesia católica, cosa que ni siquiera sucedió durante los aciagos días de la persecución religiosa de los años veinte y treinta del siglo pasado.
Diez años de ese homicidio brutal que inició la tremenda racha de magnicidios del final del sexenio de Salinas de Gortari y la sociedad mexicana sigue anhelando que empiece a deslizarse esa pesada loza de mentiras que pesa sobre una especie de arcón que guarda no sólo los secretos de tales graves homicidios, sino también la correspondiente dosis de impunidad, cinismo y corrupción que envuelve ese cementerio de personalidades asesinadas por efecto de la acción de los narco políticos, narco judiciales e incluso narco militares.
Sin embargo pareciera que ante cada nuevo avance que se consigue en esta investigación, se da una reacción de ciertos personajes ocultos dentro del propio sistema gubernamental, no sólo para desorientar las investigaciones existentes, sino inclusive para amedrentar y asustar a todos aquellos que participen en ellas, por no hablar de las decenas de cadáveres de testigos o partícipes en el atentado mortal, que yacen en una tumba a efecto de que esta verdad no llegue a ser conocida.
El más reciente de los capítulos de esta truculenta historia se escribe con disparos de arma de fuego contra el vehículo en el que se trasladaban los hijos de la subprocuradora de Coordinación General y desarrollo de la PGR, María de la Luz Lima Malvido.
El procurador del DF explicó que por el tipo de casquillo que se localizó, determinaron que se utilizó un arma de uso exclusivo del Ejército, calibre diez milímetros, por lo que la Procuraduría General de la República debería atraer el caso del presunto atentado contra los hijos de la funcionaria federal.
No es la primera vez que la Subprocuradora o su familia se ven involucrados en incidentes a raíz de que ella se avocara a la investigación del delito contra el purpurado.
El 18 de enero, dos agentes que custodiaban su casa fueron sorprendidos por jóvenes que supuestamente intentaron asaltarlos, lo que provocó una balacera.
El tres de mayo del 2002 María de la Luz Rodríguez Lima, hija de la Subprocuradora, fue víctima de un intento de asalto.
En otra ocasión, un comando de agentes federales irrumpió en su casa porque supuestamente en el lugar se encontraba una banda de secuestradores. Todos estos hechos cuando menos buscan distraer respecto de las auténticas causas de un homicidio que tiene que aclararse, para que empiece a romperse con ese círculo vicioso que tanto daño está haciendo a México, donde los magnicidios, la impunidad, las medias verdades y las mentiras completas están creando un cementerio de la verdad que mantiene a los mexicanos en el estupor y el descrédito a las instituciones.