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Difama, que algo queda

Juan de la Borbolla R.

Se dice de Lucrecia Borgia que aconsejaba a amigas o amigos difamar a algún enemigo como medio infalible para destrozarlo. Cínicamente argumentaba la dama renacentista que para obtener ese triunfo sólo se necesitaba una buena dosis de imaginación (yo agregaría que aunada a otra mayor de cinismo y amoralidad), agregando que si el difamado callaba por considerar absurda la aseveración infamante lanzada en su contra, la victoria del difamador era inmediata porque en la opinión de la gente aquel silencio era sinónimo de aceptación, en tanto que si contestaba al infundio, el ladrón de la honra tenía aun la posibilidad de contraatacar cuantas veces fuere necesario, hasta dejar vencido ante la sociedad al difamado.

La acusación lanzada por Jorge Carpizo en contra del arzobispo de Guadalajara y una serie de familiares y allegados del cardenal Sandoval Íñiguez está fundamentada en un libelo anónimo, pero que el ex procurador a la manera de Lucrecia Borgia no tuvo empacho en utilizar, quizá por seguir esa consigna del: difama, que algo queda. Efectivamente al momento presente pareciera ir por buen camino la pretensión del jurista pues ha logrado plantear la polémica de muchos de los comentaristas de este hecho en temas como los relativos a si el cardenal quiere privilegios que quedaron erradicados en el siglo XIX, o si las limosnas pueden ser parapeto a dineros del narcotráfico, logrando con ese infundio socavar la autoridad moral de la Iglesia católica, cuando que los hechos manifiestan en la enfermiza actitud de Carpizo simplemente pretender distraer una vez más a la opinión pública para que nunca llegue a conocerse la verdad real del asesinato del Cardenal Posadas.

Además la premura mostrada por la PGR para investigar la denuncia de Carpizo, lo que indica es que si alguien goza de fuero y privilegio especial es el propio ex funcionario público y hoy supuestamente sólo investigador académico.

Recientemente escribía las siguientes líneas uno de los investigados por la querella de Carpizo: el diputado federal Fernando Guzmán: “cómo explicar por qué se ha dado curso a la denuncia de Carpizo McGregor cuando ofrece como único soporte un documento de 25 cuartillas que en realidad es un documento de risa, que no cuenta con sello o identificación alguna, que no está firmado por nadie, cuando el propio denunciante afirma que no sabe de dónde vino y que no puede sostener su autenticidad. “¿Por qué se ha dado curso a la denuncia de Carpizo si él mismo reitera enfáticamente en su denuncia que no acusa ni puede hacer imputación alguna, puesto que no sabe quién es el autor del documento y confiesa que tampoco le constan los hechos -disparatados, absurdos y ofensivos- a que se refiere dicho “documento?” “¿Por qué se ordenan y se envían 30 oficios de investigación a las distintas unidades de la PGR, contra el terrorismo, de delitos contra la salud, de narcotráfico, lavado de dinero, a la Comisión Nacional Bancaria, etc., diez días antes de que la denuncia fuera ratificada por Carpizo?”. “¿Por qué se ha atrevido la PGR a complacer las aviesas y perversas intenciones de desprestigio que pretende Carpizo, al dar trámite a una denuncia, sin el soporte legal suficiente de acuerdo con la ley, en contra de quienes se han atrevido y trabajado por llegar a la verdad en el crimen del Cardenal Posadas Ocampo?”.

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