Al ambiente crispado que existe en nuestro país debido a enfrentamientos entre los distintos protagonistas de nuestra vida pública, se suma una interpelación del clero católico. Voceros del Arzobispado de Guadalajara y de la Conferencia del Episcopado Mexicano, denuncian una actitud de acoso en contra del Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien de acuerdo a la versión es investigado por lavado de dinero.
Resulta natural relacionar el evento que se comenta, con el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo ocurrido hace diez años. Lo anterior porque el actual titular de la Sede Cardenalicia ha mantenido una enérgica exigencia en el sentido de que se deslinden responsabilidades respecto del homicidio, aun a costa de enfrentamientos con personajes vinculados al poder.
El hecho de que algún órgano de Gobierno esté investigando al Cardenal Sandoval y algunos de sus familiares, es tomado como una forma de represión en contra del interesado. En el caso de que tal indagatoria exista, debe mantenerse el equilibrio, pues ninguna investidura civil o eclesiástica deben servir como manto de impunidad pero al propio tiempo, no vale proceder a la ligera en tan delicada cuestión.
La sociedad mexicana está interesada en ventilar cuestiones que antes eran objeto de soslayo y complicidad y por lo mismo, deben evitarse aventuras que carezcan de sentido y sustento. El tema que nos ocupa debe abordarse con todo sentido de responsabilidad, para que no sea un motivo más que empeore el de por sí ambiente de irritación en que transcurre nuestra vida nacional.