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LA PAZ, BOLIVIA.-El líder de los policías amotinados, capitán David Vargas, inició negociaciones con el gobierno la noche de ayer, después de que en enfrentamientos entre la fuerza de seguridad y el ejército murieron al menos 17 personas y sufrieron heridas otras 100.
Vargas declaró a radio Panamericana que sus camaradas, que reclaman un incremento salarial del 40 por ciento, podrían llegar próximamente a un acuerdo con el poder Ejecutivo.
El diálogo se reanudó después de que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada pidió a policías amotinados y militares que pusieran fin a los enfrentamientos que protagonizan desde la tarde de ayer. Los choques concluyeron dos horas después del pedido.
Para frenar los enfrentamientos y los actos vandálicos que miles de manifestantes protagonizaron en el centro de La Paz, el presidente anunció que retiraba el paquete de impuestos que dio origen a las protestas y que también rechazaban los policías.
Las medidas habían sido acordadas con el Fondo Monetario Internacional.
El ministro de Trabajo, Jaime Navarro, dio a conocer un decreto por el que el gobierno suspende las actividades públicas y privadas en todo el país hoy jueves, ante el anuncio de que ese día la Central Obrera Boliviana realizará una marcha y otras protestas en La Paz y otros distritos del país contra el denominado “impuestazo”, ya sin efecto.
Navarro dijo que el presidente y sus ministros estaban trabajando en un lugar que no quiso precisar. Sánchez de Lozada había partido del palacio de gobierno cuando se iniciaron los enfrentamientos en una ambulancia, con rumbo desconocido.
Desde ese lugar, el mandatario formuló el pedido de frenar la violencia, rodeado de los comandantes de la policía y las fuerzas armadas, que dieron órdenes en el mismo sentido.
En tanto, el dirigente de los campesinos cultivadores de hoja de coca y líder de la oposición en el Congreso, diputado Evo Morales, dijo que el retiro del proyecto de ley, que fue enviado el martes al Congreso, era insuficiente y reclamó la renuncia inmediata del presidente.
Llamó al mandatario y a sus colaboradores “asesinos” y convocó a la población a salir a las calles para provocar su derrocamiento.
Los enfrentamientos se produjeron en la plaza Murillo entre los amotinados, que tienen a su comando a media cuadra de allí, y tropas del ejército y la policía militar enviadas al lugar para proteger al palacio de gobierno, que se encuentra allí.
Inicialmente, los uniformados intercambiaron disparos de cartuchos de gases lacrimógenos, pero después apelaron a sus armas de fuego.
Francotiradores del ejército se apostaron en el techo del palacio y en la cúpula de la catedral católica de La Paz, que se encuentra al lado de la casa de gobierno, y desde allí dispararon contra los policías rebeldes.