Durante una pasarelase exhibieron 49 vestidosy cerca de 200 accesorios. La colección pertenecía a Ángela Malo de Borbolla.
Notimex
MÉXICO.- Como “en los tiempos de don Porfirio Díaz’’, el Museo Nacional de Historia, “Castillo de Chapultepec’’, se convirtió la víspera en la pasarela para exhibir 49 vestidos del Siglo XIX y principios del XX, donados a su acervo.
Con la entrega de éstos, pertenecientes a la colección de la señora Ángela Malo de Borbolla, aumenta de manera considerable el acopio de vestidos propiedad del museo, la cual sólo contaba con doce prendas de damas de la época. Lo mismo atuendos de gala que ropaje de uso diario, componen la donación.
Son vestidos con crinolinas y fondos de breves talles, diseños con polisón, aditamentos con varillas que daban realce a la parte trasera del atavío, elaborados con encajes, sedas y chifones.
Se suman a la donación, además, cerca de 200 accesorios, entre chalinas, zapatos, abanicos, sombreros, hilos de oro, botones y rebozos confeccionados entre los años 1864 y 1912.
Malo de la Borbolla explicó que la colección proviene de nueve arcones y tres maletas obsequiadas a su persona en 1982 por José Gómez Dosamantes (pariente de su esposo). La indumentaria data desde fines del periodo de Antonio López de Santa Anna, hasta los inicios de la Revolución.
Dicha ropa fue usada por las hijas de quien fuera general de división y presidente interino de la República Mexicana en 1855, Martín Carrera y Sabat, bisabuelo del donante.
No obstante el buen estado de conservación de las vestimentas, Malo de Borbolla se dedicó a restaurar algunas de ellas, y con la ayuda de costureros remendó e integró los faltantes, botones, listones y dio “una que otra puntada’’ a las telas.
Comentó que el motivo que la llevó a realizar esta donación fue “el hecho de saber que ya estaban en un punto de cuidado tal, fuera de mi alcance, conocimiento y posibilidades, (aunque) en su momento me dediqué a ellos por emoción y cariño’’.
En la exposición “Intimidad, Moda y Diseño; México Entrañable’’, algunas de estas piezas se presentaron de manera temporal en el Museo de Historia Mexicana en Monterrey, N.L., y en el Museo de la Ciudad de México, lo que dio origen a una publicación sobre la historia de la moda.
“La gente que portó estos atuendos vivió las épocas de Valentín Gómez Farías y de Nicolás Bravo, del mismo Martín Carrera, de Ignacio Comonfort y Benito Juárez, el porfiriato y los años de Francisco I. Madero.
“La moda es conocimiento de la historia, nos permite ampliar nuestra visión cultural de México, asomándonos de cerca a las costumbres y estilos en el vestir que definieron toda una época’’, expresó Malo de Borbolla.
Con motivo de la entrega del acervo, se montó una “exhibición viviente’’, como la definió Luciano Cedillo, director de MNH, en la que se mostraron las piezas donadas en una pasarela de modelos, quienes emulaban el porte de la entonces llamada “gente decente’’.
La recámara del emperador Maximiliano de Hasburgo y su esposa Carlota, el comedor de Porfirio Díaz y el jardín del Alcázar de Chapultepec, fueron algunos de los espacios donde se recrearon cuadros de época, añoranza de los tiempos idos.
El titular del Museo destacó que este evento puede representar el detonador para que la sociedad civil haga del conocimiento público sus reliquias familiares para que puedan ser admiradas, como en el caso de las familias Cortina del Valle y Loyola Urueta, entre otros.
Comentó que por ahora “existe el interés de exhibir algunas de las piezas en las habitaciones del Alcázar y las salas que estarán próximas a su inauguración, aunque no pueden estar de manera permanente porque el material textil es muy sensible a la luz’’.
Los vestidos cambiarán mensual o bimestralmente para evitar tal deterioro. “La idea es rotar la colección, para el próximo año podríamos pensar en una exposición temporal sobre la moda en México’’, señaló.
Debido a que pocas veces se pueden mostrar este tipo de piezas en una pasarela de modelos, una prestigiada tienda departamental patrocinó la realización de un documental, el cual podrá ser disfrutado por un mayor número de personas.