El monitoreo del Tarzán Lichtinger de las playas de Acapulco sirvió para exhibir las facultades natatorias de políticos y para que el arzobispo local, Aguirre Franco, destructor del buen turismo que quedaba, con unas bodas a la orilla del mar, bendijera en gran atuendo la playita popular Tlacopanocha, quizás para resarcir a miles de acapulqueños del daño que causa. No sirvió el benemérito (moni)toreo para alertar a bañistas ya que tras un descenso en los primeros días de Semana Santa, como prueba de que los mexicanos no creen en la Semarnat o son masoquistas, la afluencia turística se incrementó al final en un 2.1 por ciento, en relación con 2002.
Empero el intento de lucimiento de Lichtinger servirá para que, si se queda, la informada ciudadanía del cambio ¡ésa sí! le obligue a hacer algo indispensable: Conseguir fondos para inyectarlos con transparencia y eficacia a plantas tratadoras del agua, en Acapulco, alrededores y bahía, así como en la de Puerto Marqués. La contaminación orgánica no así la química -industrial - se controla pronto como lo hizo en Veracruz el rápido y rico Miguel Alemán, tratando las aguas que, ni modo, van a océanos, ríos y lagos. Pero lo que es grave por irremediable es algo que Lichtinger pasa por alto: La destrucción de ecosistemas en todo el país.
EN ACAPULCO, LA LAGUNA DE COYUCA, LA COSTA NORTE A PARTIR DE PIE DE LA CUESTA Y LA CUENCA DE LLANO LARGO son tres ecocidios gravísimos en proceso y sin freno alguno.
El paraíso de Coyuca, una de las 11 lagunas costeras de Guerrero, área natural protegida por el gobierno del Estado y el “Plan de ordenamiento ecológico territorial de Acapulco” POET, es una reserva de agua salobre irrecuperable, es una laguna 2.5 veces más grande que la bahía, refugio de aves -patos de cinco especies, garzas, pelícanos, flamencos, etc.-, el único lugar donde aún hay nutrias y cada día que pasa se agrava el riesgo mortal por invasiones de gente que se dice perredista, capitaneada por un tal David Molina, preso por violación y su abogado el profesor Aestegui, así como la ex diputada local Rosario Merlín y la presidenta del PRD, Beatriz Hurtado que asegura que son “ejidatarios pobres”. Si lo fueran, su invasión sería igual de grave contra el ecosistema: la pobreza debe resolverse de otra manera, no destruyendo al país. Pero además se ha probado que son paracaidistas ricos, especuladores profesionales con coches de lujo, invasores de terrenos federales y particulares en diversas áreas del anfiteatro acapulqueño, que se ufanan de la protección por igual del PRD que del PRI.
Hay una orden de desalojo de Profepa, la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (un edificiazo en el DF con bien trajeados “inspectores” que no dan golpe, perdón José Iturriaga ), fechada el 27 de agosto del 2001, la resolución No 068/2001, expediente 012-001-6-1A-116/01 en la que se habla de “auxilio de la fuerza pública para el desalojo”.
Ah, pero el Tarzán ha dicho que no aplicará la resolución de su propia Procuraduría si no le ayudan los alcaldes de Acapulco y de Coyuca. ¿Es eso gobernar? Esto no es Atenco. Si no tiene los tamaños de secretario de Ecología de un país al que se están acabando los vivales fraccionadores, ricos o pobres, pues que lo diga. Mientras, los invasores que destruyeron más de una milla de manglares para aposentarse en las orillas de una laguna PROHIBIDA, a toda construcción por la misma Profepa, siguen acabando con una frágil península.
La costa norte, sobre el océano, a partir de Pie de la Cuesta, que podría ser una de las más bellas del mundo, es a su vez “propiedad” de Clemencia Figueroa Cisneros otra lideresa “pobre” a la que la tienda “Carrefour” le dio o vendió el escombro de una propiedad de los famosos Rubenes con los que comparte apellido. Con esos escombros que vierte sobre los arrecifes costeros, la inclemente Clemencia “hace” lotes para vender, traza carreteras a su antojo, tala árboles, quema la vegetación, comanda obras públicas como si el país fuera suyo.
En cuanto a la bahía misma, su delicioso clima, famoso en el mundo, podría cambiar, por la tala atroz de árboles y el recubrimiento de cemento de la Cuenca de Llano Largo, a manos de “pobres ejidatarios” que convirtieron ya la vegetación en carbón en las narices de la Universidad Loyola, que no se ha dado cuenta que sus futuros vecinos, de lotes de 200 metros, van a convertir en un horno la bahía en que no ha llovido como Dios manda desde el “Paulina”.
¿Y Lichtinger? Nos dirá que “no lo sabía”, como le dijo al periódico “Por Esto” en Playa del Carmen, Quintana Roo, a propósito de una resolución unánime de la Permanente del Congreso, que le mostraron los oponentes a un muelle para cruceros de la naviera Ultramar, sobre las dunas costeras y playas, hábitat de la tortuga marina, y hasta sobre los bellísimos corales caribeños. Dicha construcción viola, obvio, los criterios del plan de ordenamiento ecológico territorial de QR. Ah, pero el secretario de Ecología de México no se avergüenza de firmar acuerdos internacionales para la protección de los arrecifes mesoamericanos. En todo el país los ciudadanos conscientes luchan contra los abusos ecológicos, cuando no verdaderos ecocidios, pero no son oídos.
POR DESGRACIA LOS FUNCIONARIOS SIGUEN SIENDO “EL ENEMIGO”, me permito informar al hombre de la peluca verde, que tan gentil ha sido conmigo, Víctor Trujillo, Brozo.
Me enojé por el foro que le dio a su incompetente tocayo, miembro del clan Castañeda-Gutman-Aguilar-Zínzer, siempre a las órdenes de los jefes que todos sabemos, pero no debí mezclar la gimnasia con la magnesia. Ya ni modo, rectifico, matizo, pero no me rajo: Retiro “prostitución de edecanes”, pero afirmo “cosificación de becarias”. La neta es la neta. Pido perdón, pero también solidaridad para defender la riqueza ecológica de nuestro país y para monitorear a este mono, monísimo secretario de Ecología que Fox nos dio. ¿O fue Aguilar Zínzer al no obtener él una secretaría ni menos el Partido Verde, huesote que los chavos senadores no están dispuestos a soltar? www.manu-dornbierer.com.mx