Fundamentos que sustentan la política de aguas nacionales
El agua es el elemento que soporta la vida en el planeta, lo que quiere decir que sin agua no hay vida. Como bien del dominio público, es vital, susceptible de contaminarse, de escasear y ser limitada como potable, es decir, con calidad para beber. El agua como elemento indispensable para la supervivencia humana y demás seres vivos, tiene un valor económico, social y ambiental, cuya calidad y cantidad en su preservación es obvia. Tarea ineludible de las autoridades de todos los niveles específicos o no, por tratarse de un recurso de Seguridad Nacional.
Por ello, la investigación de los recursos hídricos debe ser una gestión, tanto de los gobiernos Federal y Estatal, como Municipal, con acción directa y descentralizada de la ciudadanía organizada en cada cuenca hidrológica, por supuesto. En esa forma, se terminan las anomalías que nacen de propuestas unilaterales y se enfocan en forma prioritaria, a lo que marca la Ley respecto del uso doméstico y urbano y luego lo demás, por razones lógicas, que primero es ser y luego la manera de ser.
Se dijo arriba que el agua, como recurso indispensable para el bienestar humano, tiene un costo. Esto es cierto, no sólo en el aspecto vital y ambiental, sino social, costo que hay que pagar justamente, como gente civilizada y atender desde luego, en satisfacer las necesidades de las poblaciones marginadas y a aquéllos que menos tienen.
En esta forma y con la misma mística, la ciudadanía organizada, Laguneros por el agua, A.C., ONG, se ha abocado a estudiar por medio de los sondeos electromagnéticos (Sems), en conjunto con la Comisión Nacional del Agua, el estado actual del acuífero principal y conocer así el agua que nos queda, su calidad y la reserva para el futuro de las comunidades y por cuánto tiempo. Con el diagnóstico obtenido, se podrá reglamentar la distribución del recurso, siempre con el pensamiento según la Ley, de continuar o no con el desarrollo sustentable de la región. El abatimiento de los mantos acuíferos es innegable y preocupante, por lo que ya no es tiempo de contemplaciones, mucho menos de sostener intereses particulares, por encima del futuro de las generaciones humanas.
Ya no es tiempo de hipótesis o suposiciones sin bases técnico-científicas, porque en el caso del agua, se trata de un recurso vital como ya se dijo. Es ahora una emergencia, el no agotar las fuentes de agua de las calizas -las que se están explotando más en función política que en razones humanas-, recuperar las aguas residuales con su tratamiento adecuado, no contaminar los cuerpos receptores como son los ríos, controlar las fugas y promover el saneamiento. Esto por la escasez regional y los períodos de sequía prolongados, que mantienen las presas casi vacías, siendo necesario también, aplicar el principio de “quien contamina, paga” y a las personas que hagan buen uso del agua premiarlas con incentivos económicos, como es nuestra propuesta.