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Edward Norton tiene suerte de caer bien

El País

Los Ángeles, EU.- ¿Misterios de su desconcertante presencia o juego del despiste? Se desconocen los límites del protagonista de 25th Hour, filme en el que este actor llamado a suceder a los más grandes interpreta a un traficante a punto de entrar en la cárcel. Nada es lo que parece.

Fibroso, flaco, no muy alto, con una mirada arrogante de joven listo, pero obligado a retocarse a menudo con una perilla para endurecer sus rasgos y parecer mayor, Edward Norton (Columbia, Maryland, 1969) cultiva un registro hasta ahora desconocido en cualquier estrella: el desconcierto. El actor más comparado con el joven De Niro ha terminado por dejarse ver en público al lado de su novia, Salma Hayek, que además de animarle a aprender español está potenciando su lado más cordial, ese que apenas se intuye en sus películas.

Sucedió en Berlín. Spike Lee se revuelca en el lodazal del 11 de septiembre con 25th Hour. En ese relato neoyorquino sin Torres Gemelas al fondo, donde Norton interpreta a un camello con doble vida que acaba de ser condenado a prisión y pasa sus últimas horas de libertad, el director antes conocido por su monotemático alegato antirracista, muestra sin tapujos ñoños el Nueva York abatido por el terrorismo.

“Es una historia sobre la melancolía de un tipo que, como la ciudad, ha perdido algo. Pero es que además vive en Nueva York, y era absurdo pasar por encima de algo tan tremendo”. Así, este tipo que parece que te va a pedir que le invites a la siguiente parranda, se planta en Shakespeare para hablar de su personaje.

“Hacer que el público tenga simpatía por un traficante de drogas era un reto muy atractivo”. Parece su suerte. Caer bien pese a todo. Siendo un skin head nazi (American History X), un estresado metido a terrorista (El Club de la Pelea), un cura que no cumple con su palabra (Keeping the Faith), o un aprendiz de asaltabancos (The Score) o un vicioso del juego (Rounders). Siempre un chico con recovecos al que hay que comprender.

Un actor con doble fondo desde su primer papel –“una casualidad”– en el cine, Primal Fear, en 1996, donde logró una nominación al Oscar al mejor secundario. En 25th hour, Norton se enfrenta a una duda moral que Spike Lee resuelve a su manera. ¿Escapar o enfrentarse a su suerte?: “No es el tipo de opción en la que me gustaría estar. Si hay un mensaje, es que lo que uno hace en la vida al final tiene consecuencias”.

Sobre Spike Lee, Norton rompe los prejuicios blancos: “Le admiro porque no te hace sentir que necesite tu aprobación. Te deja su obra y te dice ‘Y ahora, ¿qué harás con esto?’”.

Tras enfrentarse a Hannibal Lecter en Red Dragon, por la que cobró seis millones y medio de dólares (y subiendo), Norton tiene, además de la de Spike Lee, dos películas en cartera.

El remake del filme de Michael Caine, junto a Mark Wahlberg y Charlize Theron, The Italian Job, dirigida por John Polson (Fanática) y Fear Itself, un thriller de F. Gary Gray (The Negotiator).

“Hago lo que me parece fresco y lo que me hace divertirme o aprender algo. No tengo un criterio claro. En todo caso, y ya sea una comedia, un thriller o un drama, me gustan las películas que te llevan a hacerte alguna pregunta”. ¿Dónde está el límite de Edward Norton? Buena pregunta, la excusa ideal para una nueva película del actor con más fuerza de su quinta.

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