Reuters
SANTIAGO DE CHILE.- El ex dictador chileno Augusto Pinochet aseguró que el Ejército es la misma institución que él dejó hace cinco años y que ésta le ha prestado gran apoyo para enfrentar las acusaciones judiciales por violaciones a los derechos humanos.
"(El Ejército) me ha dado grandes apoyos. Lo que pasa es que no todo lo hacen en público", dijo Pinochet en una entrevista concedida al historiador estadounidense James Whelan, la cual fue divulgada ayer en forma parcial por el diario la Tercera.
El octogenario general en retiro, quien el 11 de septiembre de 1973 encabezó el cruento golpe militar contra el presidente Salvador Allende (1970-1973), dijo en una entrevista concedida hace dos años, que la institución "me da gente, me apoya con abogados" En 2001 la jefatura del Ejército la ejercía el general Ricardo Izurieta, quien sucedió a Pinochet cuando este abandonó la comandancia en jefe del Ejército en marzo de 1998.
El actual jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, se distanció de Pinochet al declarar que la institución no es heredera del régimen militar y al proclamar el concepto de "Nunca más" a las condiciones que llevaron al golpe ni a las violaciones a los derechos humanos.
En la entrevista, Pinochet señaló que si se repitiera una situación como la que se vivió Chile en 1973, recomendaría a los militares que expusieran sus argumentos en el Consejo de Seguridad Nacional y que "exigieran medidas para terminar con el problema".
Al respecto, expresó su seguridad de que las Fuerzas Armadas, en su conjunto, tampoco han cambiado su mentalidad desde los años del gobierno militar. "No. Seguimos siendo los últimos garantes de la institucionalidad chilena", aseguró.
Pinochet dijo que sintió "una gran decepción" cuando en noviembre de 1998 fue detenido en Londres, para atender a una solicitud de extradición formulada por el juez español Baltazar Garzón, que pretendía juzgarlo por delitos de lesa humanidad.
Recordó que uno de los momentos más difíciles que vivió durante los 503 días que permaneció bajo arresto domiciliario en Londres, fue cuando se enteró que otros países europeos pedían también su extradición.