EL PAÍS
JERUSALÉN.- Fuerzas especiales del Ejército israelí asaltaron ayer el edificio en el que se escondía un dirigente local del movimiento islamista radical Hamas en Nablus, que murió en el transcurso de los tiroteos, en los que también falleció un soldado.
Horas después de que se diera por concluida la operación, los artificieros militares procedieron a dinamitar el edificio de siete plantas en el que se escondía el presunto terrorista, dejando sin techo a las 28 familias que lo habitaban.
Esta demolición provocó las protestas de las organizaciones de derechos humanos, que consideran esta práctica como una forma de castigo colectivo.
La oficina del portavoz del Ejército identificó al muerto como Mohamed al Hanbali, un joven dirigente del brazo armado de Hamas en el área autónoma de Nablus que estudiaba ingeniería industrial en An-Najah, la universidad cisjordana donde más fuertes han sido tradicionalmente los islamistas radicales.
Aparentemente, los comandos que efectuaron el asalto tenían localizado al militante, que se había escondido en una zona residencial de la ciudad, aunque no sabían en qué parte del edificio se encontraba. Por este motivo, acordonaron el perímetro del inmueble y pidieron a los residentes que fueran saliendo lentamente y con los brazos en alto. Tres de ellos fueron posteriormente detenidos para ser interrogados.
Tal como suelen hacer en este tipo de operaciones, las unidades de asalto entraron ayudadas por perros rastreadores, que detectaron la presencia de su objetivo en el hueco del ascensor. A partir de ahí se desencadenó un tiroteo que duró casi dos horas y tuvo como desenlace la muerte del presunto terrorista -al que los servicios de seguridad israelíes responsabilizan de la preparación de los explosivos utilizados en varios atentados- y también de uno de los soldados. Otros cuatro comandos resultaron heridos, uno de ellos gravemente, tras encontrar una resistencia superior a la esperada.
De acuerdo al portavoz militar, al Hanbali hizo uso de armas automáticas y lanzó granadas de mano contra los asaltantes, que a su vez respondieron disparando varios misiles anti-tanque contra la estructura del edificio, cuyos pisos intermedios quedaron seriamente dañados por los impactos.
Finalizados los tiroteos, los soldados obligaron a vecinos del inmueble para que entraran a extraer el cuerpo del muerto. Esta práctica, definida como uso de “escudos humanos” ha sido condenada por las organizaciones de derechos humanos israelíes, entre las que destacan los informes sobre este tema elaborados por Betselem.
Demolición del inmueble
Seis horas después de que terminara la operación, el inmueble en donde vivían alrededor de 150 personas fue dinamitado, en lo que constituye también otra práctica de castigo puntual, encaminada a disuadir a la población civil palestina para que no aloje clandestinamente a los prófugos.
Asimismo, este método es utilizado para incentivar el fenómeno del colaboracionismo, pues los vecinos pueden llegar a delatarlos ante el Ejército, de cara a salvar sus propiedades.
Pero éste no fue el caso de ayer, dado que al no haber habido aviso previo los residentes del inmueble no sacaron sus pertenencias, confiados de que los soldados se irían y ellos regresarían luego a sus apartamentos.
De acuerdo al portavoz militar, el edificio fue destruido por la posibilidad de que hubiera otros militantes buscados escondidos en su interior.