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Ejidatarios, abandonados por el Gobierno

En El Junco no han vuelto a ver a Ángel Sergio Guerrero Mier; sólo fueron promesas

Gómez Palacio Dgo.- La vida en el campo no da más que para dejar pasar el tiempo. Salvador y Alfredo además de ser hermanos tienen algunas cosas en común: la edad avanzada, necesidades económicas y el sentimiento de abandono por parte del gobierno.

Alfredo y Salvador Gómez Atilano viven en el ejido El Junco. Dicen que en una ocasión Ángel Sergio Guerrero Mier visitó está comunidad. Todavía no era Gobernador de Durango y fue acompañado del ex alcalde Carlos Herrera Araluce.

Ambos prometieron lo que muchos políticos: apoyo al campo. Del Gobernador no han vuelto a saber nada, ni una sola vez regresó a El Junco para llevar la ayuda que prometió. Carlos Herrera hizo algunas obras como la cancha del ejido, pero dicen, es una lástima que su edad avanzada y sus achaques no los dejen jugar como jóvenes.

“Estamos de oquis”, dice Alfredo. Y comienza a contar sobre los problemas del campo: falta de apoyos, créditos y agua, pero sobre todo la indiferencia de las autoridades.

Salvador tiene varios años incapacitado. Un problema en la columna le impide trabajar desde 1991, pero cree que de nada le serviría estar sano porque nadie le daría trabajo así tan viejo como está.

Alfredo tiene 63 años y Salvador 75. Desde niños se dedicaron al trabajo del campo y no saben hacer otra cosa que arar tierras.

En una ocasión a Alfredo se le ocurrió meterse al oficio de la construcción. Fue un error: su edad y los achaques no son buena combinación y los mareos estuvieron a punto de hacerlo caer.

Por eso Alfredo piensa que para el hombre del campo a donde quiera que vaya será lo mismo. Él ya se “caló” en las alturas para tratar de ganarse la vida y no resultó. Sólo logró juntar algo de dinero para poner una tienda de abarrotes. No se queja: a pesar de que las ganancias no son muchas ha podido mantener y dar escuela a sus tres hijos.

Una vez al mes Alfredo recibe una despensa por parte del Municipio. Pero su hermano considera que sólo es un mejoral, un calmante porque con tan poco mandado no puede mantener a su familia. “De qué le sirve una despensa de 15 o 20 pesos, eso no es apoyo”.

La ayuda, considera, debe ser la reactivación del campo o fuentes de trabajo. “Hacen falta créditos para poder sembrar y aunque estemos viejos así trabajar”. Alfredo interviene en la plática y dice que cada año hace la lucha de cultivar un pedazo de tierra –media hectárea-, no se puede más porque no hay dinero.

“Habiendo créditos y facilidades sería otra cosa, el Gobierno nos debería de ayudar pero no, si vamos a solicitar préstamos al Banco Rural sí dan pero piden garantías hipotecarias y de dónde las sacamos”.

Ni siquiera el Gobierno del Estado, dice, ha apoyado al campo. Este año hubo incentivos para compensar el precio del maíz forrajero, pero el dinero fue entregado a los ganaderos: “ y todavía les dan chanza de que aumenten los productos de la leche y a los del pueblo nada”.

Desde hace tres sexenios, dice Salvador, la situación cada vez está peor. Antes el campo era mejor que la ciudad, ningún campesino envidiaba ir a trabajar a Gómez Palacio o a cualquier otra ciudad, “ganábamos mejor aquí que allá cuando había qué sembrar, pero ahora ya no”.

Con Carlos Salinas de Gortari las cosas se pusieron peor, señala Alfredo. “Quitó de plano todos los apoyos, borró el Banco Rural y de ahí para acá se acabó todo”. Por eso muchos campesinos de El Junco tuvieron que irse otros lugares y dejar abandonadas sus únicas propiedades.

Aunque la mayoría de los campesinos de este ejido se fueron a Ciudad Juárez con la esperanza de ganar algo más, esa opción también se acabó porque las maquiladoras están cerrando y además con tantas muertes pocos se animan a irse, sobre todo quienes tienen hijas.

“Pero personas de la tercera edad de plano no hay nadie trabajando, los hijos los mantienen pero también ya tienen sus propias familias”. Salvador vive de una pensión de mil 200 pesos mensuales y de lo que sus hijos le quieren dar, pero en cobrarla se gasta por lo menos 100 pesos porque alguien lo tiene que acompañar hasta Gómez Palacio.

Ambos se sienten tristes porque ni el Gobernador ni el Presidente, se preocupan por los pocos campesinos que quedan en El Junco y otras comunidades.

Si Alfredo tuviera la oportunidad de hablar con el Gobernador le pediría lo que a todos los políticos: la reactivación del campo y créditos. Para él, el futuro del campo es negro y cree que si algún día mejora ya no estará vivo para verlo.

“Algún día habrán de componerse las cosas aunque no sea para nosotros sino para otros, ni Fox ni el Gobernador van a enderezar el camino pronto”.

Salvador ni siquiera piensa en la posibilidad de algún día poder hablar con el Gobernador porque cree que ni en cuenta lo tomaría. “La vez que vino aquí le dije que era el primero en pisar este ejido y me dijo: “a poco no habían venido los otros”, le respondí que ni en cuenta nos toman y ahí está la prueba él jamás regresó ni regresará o quién sabe, cualquier día se le antoja lanzarse para otro puesto mejor y por aquí estará”.

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