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Ejido Niños Héroes muere lentamente

Por Angélica Bustamante

EL SIGLO DE TORREÓN

MATAMOROS, COAH.- Lo que queda del ejido Niños Héroes atraviesa por una situación límite.

La mayoría de los habitantes ya se fueron. Se cansaron de esperar algún apoyo, el que sea por parte de las autoridades -las que fueran- y nunca llegó.

Hoy, en la desolación y el abandono por parte de las autoridades municipales y estatales, viven 30 personas en el ejido Niños Héroes, municipio de Viesca.

Juana Rojas, ama de casa, dice que los días corren demasiado lentos.

?La vida para los que nos quedamos aquí, significa caminar por la carretera La Herradura, buscando la manera de sobrevivir, entre otras actividades, acudir a la presidencia municipal de Matamoros o Viesca, en espera de apoyo''.

"Lo que ustedes ven, es lo que todavía queda de una comunidad en la que hasta hace diez años había 200 habitantes, en su mayoría decidieron emigrar a Ciudad Juárez, Chihuahua, la frontera norte del país, en busca de oportunidades laborales, económicas, sociales y educativas''.

La falta de fuentes de empleo, apoyos económicos a través de programas municipales y la desolación en que vivieron por décadas en la comunidad de Niños Héroes es lo que obligó a las familias a irse, aun cuando la carretera La Herradura es una de las vialidades más importantes que se construyó en el pasado sexenio del Gobierno del Estado, cuando Rogelio Montemayor estaba en el poder.

"Nos ha servido mucho la carretera, pero sólo para los poquitos que estamos, los demás nunca la disfrutaron, ahora están en otra entidad, quizá la construcción de la carretera fue tarde, cuando la mayoría se había marchado?, cuenta Juana Rojas.

Todos se alegraron

La llegada de una visita al pueblo, por el hecho de ver a otra persona, hace salir a todos de su casa. Sucede siempre. Incluso un ruido y todos están afuera de la vivienda, la cual ya no es la típica casa con varios cuartos, ahora es uno solo y mucho patio. No tienen animales, como antes que había ganado, caballos, ahora sólo les quedan los perros.

En el ejido Niños Héroes carecen de servicio médico, de escuelas, apoyo económico de las autoridades, hasta ese lugar no llegan los programas de paquetes de construcción, ni los que aplica la Secretaría de Desarrollo Social, en los municipios. No llega nada.

Sí tienen agua y luz

En Niños Héroes sus pocos habitantes cuentan con los servicios básicos de agua y luz.

?Esto favorece las actividades diarias?, comentan Juan Martín, quien en compañía de sus amigos Isabel Martínez, Isabel Rivas y Martín Martínez, entre otros jóvenes se trasladan en una bicicleta todos los días 20 kilómetros al ejido La Gila para asistir a la escuela. Es la distancia más cercana a recorrer si quieren estudiar.

En contraparte los habitantes no tienen un dispensario, ni un servicio médico. Los que se enferman en la noche los trasladan en una camioneta propiedad de uno de los habitantes al Hospital General de Matamoros. Son 43 kilómetros, tienen que recorrer 18 kilómetros a la carretera libre a Saltillo y de ese entronque 25 kilómetros a esta ciudad.

Para la atención médica en el día acuden a un dispensario que se encuentra en Buenavista, uno de los ejidos vecinos, sitio al que sí llegan camionetas con servicio médico de los centros hospitalarios de la región.

Por ese sector del municipio en ocasiones se ven pasar las camionetas finas, elegantes, con vidrios oscuros

- ?Seguramente son las autoridades?, cuenta Juana Rojas, ?pero ni siquiera voltean, es más, ni adiós dicen. A Niños Héroes no llegan ni en temporada de elecciones?.

La gente que pasa cree que es un ?pueblo fantasma''. Juana es la única ama de casa de Niños Héroes.

-?Lo que sucede es que todos creen que ya no vive nadie y aun cuando efectivamente está cada vez más desolado el ejido, somos 30 personas las que todavía estamos en la comunidad, suponen que es un pueblo fantasma, pero no lo es, los fantasmas somos nosotros?.

Incluso se cuestiona a sí misma.

-?¿Por qué seguiré aquí??, pero rápidamente se responde, "es quizá la tierra, el cuarto que tengo?.

Tal vez el miedo de empezar con su familia en otra ciudad, lo cierto es que de las seis casas habitadas, la de ella es en la que todavía están todos, en las demás viviendas, sólo se quedaron los ancianitos.

VIVEN DE LA ESPERANZA

Los hombres de la comunidad Niños Héroes no pueden hacer otra cosa más que esperar.

Martín y Juan Martínez tienen, sin embargo, que sobrevivir. No hay otra cosa en qué ocuparse más que en cortar leña para transformarla en carbón.

Esperan que una promesa se convierta en realidad: Funcionarios del Fideicomiso de Riesgo Compar-tido (Firco), les abrieron la puerta de la esperanza en forma de nopal.

Les dijeron a Martín y Juan (los únicos hombres de la zona) que los habrían de orientar y financiar en lo que se vendía como un promisorio programa para producir y comercializar nopales... y siguen esperando.

Han pasado las semanas, los meses y los funcionarios, el dinero y el mentado programa, parece que ya no se acuerdan de la comunidad de Niños Héroes

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