SALTILLO, Coah.- En México el 2 por ciento de la población, más de un millón de personas padece de epilepsia. El 76 por ciento de los afectados por esta enfermedad, la manifiestan antes de la adolescencia. Se considera un problema grave de salud. Lo peor es que falta cultura para entenderla y aceptarla por parte de la sociedad, y hasta por la comunidad médica, ya que tan sólo el 10 por ciento conoce que se puede combatirla mediante intervención quirúrgica.
Estos datos y consideraciones quedaron de manifiesto los días 23 y 24, durante el Primer Congreso Regional de Epilepsia, que reunió a especialistas de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, para narrar sus experiencias científicas en su lucha contra el mal y para conocer los avances para combatir la epilepsia. El evento fue organizado por la Secretaría de Salud estatal y organismos de médicos.
FALTA CAPACITACION A LOS MEDICOS
“La epilepsia, por su magnitud y trascendencia requiere de unificar criterios para su diagnóstico y tratamiento, en los tres niveles de atención que conforman el Sistema Nacional de la Salud”, según se expone en los Lineamientos para el Tratamiento de la Epilepsia, documento que fue repartido entre los asistentes; elaborado por la Secretaría de Salud Federal, la Academia Nacional de Medicina y la Academia Mexicana de Neurología, entre otras instancias.
En el primer nivel de atención médica, es indispensable unificar criterios de definición y clasificación de la crisis epilépticas, para lo que se llevan a cabo cursos de capacitación entre los médicos pediatras.
En estos niveles básicos de atención, el médico atiende a la mayoría de los pacientes en la primera consulta, por lo que se requiere de capacitar a los médicos generales y a los pediatras, quienes tienen el primer contacto con los pacientes epilépticos, sean niños o adolescentes.
De hecho, la epilepsia mioclónica se presenta entre los 12 y 18 años y ocupa el 78 por ciento del total de los casos registrados.
Aunque afecta a personas de todas las edades, las tres cuartas partes de casos de epilepsia se registran antes de los 20 años, y la falta de un tratamiento oportuno y efectivo de la enfermedad causa severos daños cerebrales irreversibles.
Por su parte, el doctor Mario Alonso Vanegas, neurólogo del Instituto Nacional de Neurología, dijo a EL SIGLO en entrevista, que es lamentable el paupérrimo conocimiento que tiene la mayoría de la comunidad médica sobre la epilepsia.
Destacó que apenas el 10 por ciento de los médicos conoce que existe un tratamiento quirúrgico para la epilepsia.
“La epilepsia es un problema de salud pública, y en el país tiene un impacto fundamental para la salud de los mexicanos”.
RECHAZO SOCIAL A LOS ENFERMOS DE EPILEPSIA
El doctor Arón Puente Moreno, sicoterapeuta de la UANL, en su conferencia Aspectos Psicosociales del Paciente con Epilepsia, expuso que esta enfermedad esta todavía rodeada de ignorancia y actitudes negativas en las que predominan el menosprecio o la indeferencia hacia quienes la sufren, no sólo por otras personas sino a veces por sus propios familiares, amigos o compañeros de trabajo.
Dijo que por estas actitudes, desde 1997 la Liga Internacional Contra la Epilepsia (ILAE), junto con la OMS llevan a cabo una campaña mundial llamada “Sacar la Epilepsia de la Sombra”, para mejorar la calidad de vida de los enfermos.
Indicó que en la otra cara de la moneda, los familiares del afectado por la enfermedad recurren al extremo de sobreproteger a su paciente, impidiéndole llevar una
vida normal aislándolo de su círculo social.
Dijo que lo más nocivo para los niños o jóvenes enfermos de epilepsia, se da cuando los maestros identifican a la enfermedad como sinónimo de retraso mental, y envían al alumno afectado a centros de educación especial, aun cuando tenga un coeficiente normal de inteligencia.
Sostuvo, que todo este rechazo e ignorancia, repercuten en el desarrollo emocional del niño afectado, ya que lo convierten en un joven aislado e inseguro; hasta temeroso de una relación con el sexo opuesto.
Su lugar de trabajo, tampoco deja de ser una fuente de angustia para el epiléptico, pues además del rechazo de sus compañeros, sus expectativas de desarrollo son de bajo nivel, y en el caso de que tengan un buen empleo o sean destacados profesionistas ocultan su padecimiento.
Consideró que los familiares y maestros de los enfermos de epilepsia, deben ver a los afectados como enfermos normales, brindarles su apoyo y consultar sobre el tema para procurarles no sólo una mejor atención médica, sino para verlos con respeto y aceptarlos como a cualquier otro enfermo.