EL SIGLO DE DURANGO
En los desiertos, en las cuevas, en grietas de paredes, detrás de los cuadros, bajo los muebles, entre la ropa o, incluso, hasta en los zapatos, puede hace su nidito el tan temido “colótl”, mejor conocido como alacrán, símbolo de orgullo duranguense que se ha convertido en un miembro más de la familia.
Este animalito, que da la apariencia de ser inofensivo, fue uno de los primeros pobladores de la tierra firme, su anatomía no ha sufrido transformaciones, por lo que podemos considerarlo como fósil viviente.
Desde su aparición hace aproximadamente 450 millones de años ocupó todas las regiones cálidas del planeta, encontrándose siempre en el suelo o entre las cortezas de los árboles y hasta un metro de profundidad en sus túneles.
A principios del siglo pasado, Durango fue bautizado como “Tierra de los Alacranes” y aunque en México están registradas 221 especies, de las cuales sólo 27 poseen veneno mortal al hombre, no cabe duda que en ningún otro estado de la República ha cobrado tanta fama este arácnido.
Si bien algunas de estas especies han producido varias muertes, principalmente en niños, en la entidad, hace varios años que no se da un caso de fallecimiento por esta causa. La razón, según expertos en medicina, es que las altas temperaturas que están afectando la tierra han provocado que el alacrán salga de su encierro y camine buscando menos calor, a su paso su lanceta hace contacto con la superficie derramando el veneno, lo que disminuye la cantidad de ponzoña que deposita en su víctima.
Ni tan muerto
No se mueve, ni respira, permanece inmóvil atrapado entre resina, vidrio, piel o madera, y aunque no es momia de Guanajuato puede permanecer momificado por años en uno de los tradicionales llaveritos, ceniceros, servilleteros y hasta hebillas en los que la gente los compra para regalarlos o simplemente para tener uno en casa.
En el mercado “Gómez Palacio” de Durango, capital, existen poco más de 30 locales que se dedican a la venta de recuerdos de alacrán, y uno de los más conocidos es artesanías “Lupita”, donde se vende una diversidad de objetos de decoración y personales.
En este lugar hay un extenso surtido de artículos, como son: llaveros, ceniceros, alhajeros, hebillas, relojes, portalápices, servilleteros, botellas de licor, destapadores, cuadros y hasta playeras con estampado de alacrán. Cabe destacar que al interior de este comercio existe un terrario con alacranes vivos.
María Guadalupe García, hija del propietario del negocio, explicó que la elaboración de estos recuerdos constituye todo un procedimiento. En primer lugar se tiene que atrapar al alacrán, enseguida se deposita en un frasco de vidrio, después se coloca en una tina con alcohol donde tiene que permanecer un lapso aproximado de un mes, posteriormente se preparan extrayéndoles el desecho y finalmente reciben una inyección de cera.
Este establecimiento es el más importante de la ciudad, es distribuidor de artesanías a los municipios de Santiago Papasquiaro, Tepehuanes y Nuevo Ideal, entre otros.
La compra de alacranes se lleva a cabo durante todo el año, pero principalmente en temporada de calor, en la que llegan a recibir hasta cinco mil alacranes, también pueden comprar menos cantidades, incluso hasta un centenar de arácnidos es bien recibido por los dueños de esta negociación.
Los precios de los animales varían, pero en promedio cuestan un peso; sin embargo, cuando el animal sobrepasa los diez centímetros de largo su costo oscila entre los setenta y los ochenta pesos. Estos últimos, los más grandes, son atrapados en cuevas del municipio de El Mezquital.
Respecto al éxito de la venta de estos objetos, Lupita comentó que a las personas les gusta esta clase de recuerdos porque son novedosos, pero más que nada, porque los animalitos están muertos y “encerrados” para siempre. También para gusto del paladar existe una variedad de dulces de jamoncillo en forma de alacrán que son elaborados con mermelada de higo y nuez.
Poco veneno... no mata
Decían los abuelos, nada más efectivo como un vaso de leche, absorber el veneno, hacer un coraje o ya de plano una frotadita con la mano, de todo, con tal de evitar la visita al Centro Antialacránico del Hospital General, donde con la aplicación de una a cinco dosis de suero, se contrarresta el efecto de la toxina del arácnido.
Este módulo de atención médica atiende a picados de alacrán todo el año, pero en la actual temporada de calor se incrementa la demanda, a tal grado que en el pasado mes de mayo fueron atendidas 552 personas, y en el presente mes se han recibido 319 pacientes.
Los atacados por esta especie son las mujeres de entre 25 y 44 años de edad; existen pocos casos de hombres, niños o ancianos. Los más afectados son habitantes de las colonias Felipe Ángeles, Niños Héroes, Héctor Mayagoitia y la Zona Centro de la ciudad.
La recomendación de las autoridades del Sector Salud es que de recibir un piquete de alacrán soliciten de inmediato atención en el Centro Antialacránico, mismo que funciona las 24 horas del día.
Una leyenda del Siglo XX
Una leyenda del Siglo XIX
Cuando el gobierno del general Porfirio Díaz se encontraba perfectamente consolidado, existió en la antigua cárcel de Durango la “Celda de la Muerte’’, -en las postrimerías del Siglo XIX-, llamada así porque al desafortunado que metían allí, amanecía misteriosamente muerto.
Esta es la leyenda de Juan, reo que sin saber que estaba sentenciado a muerte descubrió el misterio. Resulta que lo condenaron a muerte por haber golpeado al dueño de una hacienda, hecho que se suscitó porque éste estaba enamorado de la novia de Juan y quería casarse con ella.
Al encontrarlo en casa de la muchacha, se hicieron de palabras y así fue a dar a la cárcel. Pero las autoridades de la penitenciaria habían dicho que le darían el perdón al que descubriera qué era lo que causaba la muerte a todos los que tenían la desgracia de llegar a esa celda.
Al escuchar esto, Juan pidió que lo llevaran a ésta con una vela y una caja de cerillos, para así poder descubrir el misterio. Se hizo de noche, y él con su vela encendida vigilaba atento, cuando de pronto escuchó una serie de ruidos, pero no se veía nada.
Ocurrió que la vela se le estaba terminando y apenas eran pasadas las tres de la mañana. Ésta terminó por acabarse y Juan se quedó sin luz. Entonces comenzó a escuchar ruidos otra vez, y con la caja de cerillos que tenía prendió uno de ellos y vio cómo de la pared aparecía un enorme alacrán, lo vio con terror y esperó a que bajara al piso, una vez ahí lo tapó con su sombrero.
A la mañana siguiente que fueron los guardias a recoger el cadáver, resultó que Juan estaba vivo y deteniendo el sombrero en el piso; entonces, los guardias lo levantaron y vieron el enorme alacrán causante de tanta muerte. De esta forma, Juan descubrió el misterio y le perdonaron la sentencia que tenía, salió y se casó con su novia.
Texto tomado del libro: Leyendas de Durango.
Un grato recuerdo
Los visitantes de Durango desean obtener un recuerdo de esta tierra, en especial los paisanos que radican en Estados Unidos y que año con año acuden al mercado “Gómez Palacio” a comprar un alacrán en la presentación que más le agrade.
Producto El más barato El más costoso
Hebillas $90.00 $130.00
Relojes $480.00 $1.500
Llaveros $20.00 $70.00
Percheros $20.00 $120.00
Portalápices $25.00 $60.00
Joyeros $25.00 $80.00
Ceniceros $15.00 $110.00
Servilleteros $20.00 $35.00
Botellas de licor $40.00 $70.00
Destapadores $10.00 $15.00
Cuadros $20.00 $120.00
Gran variedad
Por lo general las artesanías vienen en diversas presentaciones, pero el recuerdo más común de todos, son los objetos de decoración para el hogar o prendas de uso personal, y siempre hay algunos que destacan por la forma en que fueron elaborados.
Característica Producto
El más comprado
Llavero de resina
El más delicado Reloj de vidrio
El más vistoso Perchero
El más temido Reloj con alacranes gigantes
El más sencillo Perchero chico
El más elaborado Reloj de piel
Fuente: Artesanías “Lupita’’