El discurso con que el Presidente Kalam de la India abrió las sesiones del Parlamento describió los avances de uno de los dos países más populosos del mundo.
El avance indio menos espectacular, si se quiere que el de China, está basado en estructuras de decisiones democráticas más profundas. La intensidad del debate político que se da en el Parlamento se mostró en esta ocasión cuando un diputado quiso interrumpir a gritos la lectura del discurso presidencial. El interior del país hierve en necesidades sociales y económicas que se intentan atender con Planes Quinquenales, como el Décimo actual que establece ambiciosas metas de producción, capacitación y salud. El Presidente Kalam anunció que para el 2020 India debe haber conquistado el status de país desarrollado.
La modernización está en marcha. Los pasos que está dando India son graduales y metódicos al igual que sucede en China. La desinversión continúa su curso como una de las metas centrales del gobierno. La propiedad del Estado en las empresas públicas se está reduciendo a sólo el 26 por ciento, se anuncian reformas fiscales entre las que destaca para el año que se inicia la introducción por fin del IVA que desde hace tiempo había estado pendiente.
La apertura comercial se realiza disminuyendo los impuestos de importación. El proceso de liberalización se está llevando a cabo sin abandonar a la agricultura y a la micro, pequeña y mediana industria. En estas áreas se encuentra más del 75 por ciento de la población. La posición anunciada para las negociaciones tarifarias multilaterales antepone los intereses de éstos a las exigencias de los países industrializados.
El escenario de violencias y de presiones que es Asia central no altera el despegue interno que está operándose en las dos grandes concentraciones demográficas del Planeta. En un ambiente internacional críticamente tenso, la India y China tienen la responsabilidad de ser ejes de equilibrio en una extensa región azotada por turbulencias, terrorismo y tragedia. Ambos países se muestran sólidos e invariables en sus programas de desarrollo interno.
Una expresión de esto es la reafirmación de la solidaridad india con la reconstrucción de Afganistán y con esto, no hace sino ser consecuente con una milenaria comunidad indostánica. Los afganos son parte importante de la historia de la cultura de la India. Hasta los albores del siglo XX la comunicación y los intercambios siguieron vivos. Ahora el respaldo financiero y de materiales que la India encauza al régimen post talibano del Presidente Karzai reviste un significado especial. La India no admite ser excluida de ese territorio en el que convergen los intereses de Europa, Estados Unidos, China, Rusia y Japón.
Fuerza militar, poder nuclear, presencia en la parte del mundo que ha venido confirmándose como la más crítica requiere que la India se modernice para colocarse en los próximos años al parejo con China y juntos, constituir la concentración de poder más grande del mundo. El discurso de Kalam apuntó en esta dirección.
Nueva Delhi.
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