Habría que preguntarse, ¿a qué campo se refería Fox? ¿Al campo de golf, al Campo Marte, al campo magnético o al campo que ocupa su querido rancho?
El martes pasado Vicente Fox negó que exista crisis en el campo, apenas unos días después de que 50 mil campesinos tomaron el Zócalo para protestar por la situación insostenible del campo. En un desayuno con empresarios y funcionarios de Nacional Financiera, Fox aseguró que el sector agropecuario ha crecido más que el resto de la economía en estos dos años, por consiguiente, concluyó, no hay tal crisis.
O sea que las pancartas que vimos el fin de semana pasado que decían “El campo no aguanta más” deben ser un capricho de líderes rijosos. Si el Presidente tiene razón, el hambre que se padece en la zona rural debe achacarse a la anorexia que está de moda entre las modelos; y las legiones de braceros que salen de las parcelas y arriesgan la vida al cruzar la frontera, seguramente lo hacen por motivos culturales en pos del viejo adagio que asegura que los viajes ilustran.
Si el Presidente tiene razón todos los demás estamos equivocados. Incluyendo a la Sedesol que afirma que el 69 por ciento de la población rural vive en la pobreza y en la pobreza extrema; o el Banco Mundial (no precisamente una entidad de izquierda) que asegura que 40 millones de mexicanos viven con menos de dos dólares diarios (la mayor parte de ellos en el campo).
Hace unos días Fox se inventó durante un discurso en Europa un vasto programa de ataque a la pobreza que en realidad no existe. Ahora fantasea sobre una prosperidad rural que sólo florece en su rancho. Bueno, y en el de algunos otros: se estima que hay quince mil grandes productores que concentran la mitad de la producción del agro. Ese es el único sector que ha crecido en el campo. Pero contra estos quince mil hay, del otro lado, poco más de cuatro millones de parcelas pobres en las que mal viven cerca de veinte millones de mexicanos. El campo del que está hablando Fox constituye apenas el islote de un enorme mar empobrecido.
En el mismo discurso en Nafinsa el Presidente aseguró que se encuentra en marcha, de manera pacífica, un cambio profundo en nuestro país. En conclusión, el martes (y sólo el martes, como ahora veremos) Fox estaba viendo una agricultura que sólo habita en sus ojos y cambios profundos en el país cuando ni siquiera existen en papel.
La buena
Pero no todas fueron malas noticias. En el mismo desayuno, durante el aplauso vigoroso con el que lo recibieron los directivos de Nafinsa, Fox miró a los reporteros y retador les dijo “Y qué ¿ustedes no aplauden?”. Los reporteros callaron incómodos, pero al día siguiente sus periódicos dieron una muestra enorme de dignidad. Junto a la nota de Fox en la que éste sentenciaba las maravillas del campo mexicano, los editores de varios diarios publicaron una respuesta con guante blanco, sin necesidad de adjetivos ni editoriales: simplemente incluyeron una tabla recordando los inapelables y terribles datos de la precaria situación que vive el campo.
El Presidente acusó el golpe y al día siguiente, miércoles, rectificó y reconoció que el campo vive una crisis aguda. O sea de martes a miércoles el campo pasó de ser el buque insignia de la economía a constituir un bote que hace agua. Uno tendría que preguntarse: ¿Tras dos años de Gobierno el Presidente no sabe cómo vive la población rural? ¿Cómo puede cambiar su diagnóstico 180 grados en apenas 24 horas? ¿La docena de datos que publicaron los diarios constituyeron una revelación para el mandatario?
El asunto sería de risa si sus implicaciones fueran menos trágicas para la Nación.
El razonamiento frívolo y desinformado de Fox sólo puede atribuirse a la demagogia (es decir, dijo que el campo está bien aunque sea falso porque conviene a su imagen); o a su ignorancia (de veras cree que el campo no está en crisis). Y si es esto último, y él está convencido de la prosperidad de las plantas y el ganado, ¿por qué cambia de opinión de un día al otro? Cualquiera de las tres explicaciones (demagogia, ignorancia o frivolidad) es igualmente grave para el país.
Lo único bueno de todo esto fue la reacción de los medios periodísticos (diarios y noticieros) que hicieron ver a la Nación, con información y sin juicios de valor, el equívoco del soberano. No es algo que abunde en la historia del país. Parece un detalle menor, pero hace toda la diferencia para comenzar a construir una opinión pública más madura, informada y responsable frente al poder. Es conveniente que los medios de comunicación sean respetuosos con las instituciones, pero es más importante aún que impidan que la autoridad mienta impunemente a la comunidad. Fue una hermosa muestra de profesionalismo. Visto así, después de todo habría que concluir que el saldo de la semana arroja un positivo, a pesar del enorme desliz de Fox. (jzepeda52@aol.com)