Bowling Green, EE, (EFE).- El Chevrolet Corvette, símbolo de la juventud que vive deprisa y de las emociones fuertes, cumple medio siglo esta semana entre el delirio de sus entusiastas, que consideran a este deportivo el arquetipo del "coche americano".
El Museo Corvette, de Bowling Green (Tennessee), es el epicentro de las celebraciones, en las que destacan conciertos (como el de los rockeros ZZ Top) y una caravana de unos 5.000 Corvettes procedentes de todo el país que se congregaron aquí.
Nacido el 30 de junio de 1953, el Corvette fue inicialmente un intento de Chevrolet (la marca "pobre" del grupo General Motors) de ofrecer a los jóvenes una réplica estadounidense de los coches deportivos (Porsche, Jaguar) que habían visto durante sus periplos como soldados en Europa.
El vehículo, conocido popularmente como "Vette" en el mundillo del motor de EU, fue una idea de Harvey Earl, el legendario diseñador de GM que dio al primer fabricante mundial de automóviles algunos de los vehículos más míticos del grupo.
Al principio, el Corvette no tuvo mucho éxito, impedido por un anémico motor V-6 de sólo 150 caballos de potencia, pero la llegada al mercado de otro deportivo histórico, el Ford Thunderbird, hizo que Chevrolet, azuzada por la competencia, se pusiera las pilas y lanzara un versión con mayor potencia que causó furor. A partir de ahí los Corvette se convirtieron en símbolo de los sueños juveniles de viaje por las grandes llanuras del país en busca de aventuras y libertad.
Sin embargo, los puristas sostienen que a partir de 1967, la última versión realmente legendaria, los Corvette perdieron su encanto y pasaron a convertirse en vehículos sin ese espíritu aventurero y con una estética demasiado "macho" para impresionar a los vecinos o compañeros de trabajo.
Para Dick Yanko, director del Museo, no hay nada como el modelo 1967: "giras la llave y ese enorme motor cobra vida, no hay un sonido igual". La actual generación, presentada en 1997, fue criticada por una buena parte de los más fanáticos amantes de la tradición Corvette por su línea considerada exagerada y alejada de la tradición que convirtió al automóvil en una leyenda.
Los Corvette se fabrican en la planta que GM tiene en Bowling Green, en las afueras de Nashville. Aquí, es evidente el amor propio que el montaje de este emblemático deportivo genera entre los 890 trabajadores de las instalaciones.
"Estamos orgullosos de producir este producto", señala Bryan Worley, presidente de la sección local del Sindicato de Trabajadores del Automóvil (UAW).
El actual Corvette tiene un musculoso motor de 8 cilindros en V, con 5,7 litros de cilindrada, y dos versiones que rinden 350 y 405 caballos de potencia, respectivamente.
Su precio ronda los 50.000 dólares, cifra mucho más barata que los aproximadamente 70.000 que cuesta en EU un auto de una marca de prestigio de prestaciones comparables, como el Porsche 911.
Ahí reside precisamente parte del encanto del Corvette en EU: dentro de su leyenda hay un cierto matiz obrero, de hombre hecho a sí mismo desde abajo y con gustos simples y rotundos, sin la sofisticación que implican los modelos de otras marcas de lujo.
Pero, si en los años 50 y 60 los conductores de Corvette eran tradicionalmente jóvenes que mostraban cierto espíritu aventurero y rebelde, ahora son hombres de mediana edad y de buena posición económica, que tratan de volver a ser jóvenes otra vez.