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El derecho al ataque preventivo

Julio Faesler

La semana pasada el Ministro de Relaciones Exteriores  de la India dijo en el Senado que, aplicando los criterios que los Estados Unidos usaron para atacar a Iraq, la India habría tenido más justificación para utilizar el principio de la “guerra preventiva”contra Paquistán.   

Las razones son obvias, explicó el señor Yashwant Sinha: “si la carenca de democracia, posesión de armas de destrucción masiva y la exportación del terrorismo, fueron la justificación para que un país atacara preventivamente a otro, entonces sería Paquistán el que más mereciera ese trato”.   

El comentario, aunque dicho informalmente, cayó bastante mal en Washington. Fue una advertencia a los Estados Unidos de que la India está cansada de jugar el papel del gigante paciente frente al pequeño vecino cuyo Presidente-General Musharraff no ha dejado de apoyar las incursiones terroristas en Jammu-Cachemira. En Nueva Delhi hay muchos convencidos de que el único lenguaje que entiende Pervez Musharraff es el de la guerra.   

El problema consiste en que teniendo ambos países armas nucleares, la desproporción en cambio en fuerzas convencionales es notoriamente favorable a la India. Una guerra normal terminaría inevitablemente con la derrota de Paquistán. El arma atómica sería el obligado recurso para evitarla.  El año pasado, precisamente en estas fechas, aumentaron las tensiones. Los Estados Unidos ofrecieron frenar a Paquistán.   

Su diplomacia de recados fue tibia. Más le interesaba entonces asegurar a Musharaff como aliado contra el terrorismo de Osama bin Laden.  Es cosa sabida que Estados Unidos apoya generosamente a Paquistán militar y económicamente como recompensa por su colaboración a la campaña antiterrorista y por haber retirado, por cierto muy cuestionablemente, el respaldo a los Talibanes.   

La coalición internacional contra el terrorismo encabezada por los Estados Unidos no ha servido en lo más mínimo para contener el que Paquistán promueve en contra de la India en el tenaz problema de Cachemira que se originó en 1947. Las incursiones  transfronterizas no ha cejado.  Ahora la guerra contra Iraq está por terminarse y la India espera que el Presidente Bush entienda que ha llegado el momento de hacer valer con firmeza su ascedencia en Paquistán para que cesen sus ataques en lugar de alentarlos.   

El Secretario de Estado Collin Powell rechazó con vehemencia que las situaciones de Iraq y de Paquistán fueran similares. Ofreció, en cambio, los buenos oficios de Estados Unidos y del Reino Unido para distensionar el problema de Cachemira  La reacción de Washington ante la actitud más firme de Nueva Delhi ha provocado la visita inmediata de funcionarios del Departamento de Estado a la India para sostener pláticas con los Ministros de Relaciones Exteriores y de Defensa.   

Le costará trabajo a Colin Powell tranquilizar a la India que está cansada de jugar el papel del gigante que se refrena frente al pequeño retador que le amaga con su poder nuclear.  Si Washington es sincero en no querer guerra entre India y Paquistán, debe entender que el doble criterio que usa para conducir su campaña contra el terrorismo y que lo lleva a apoyar al General-Presidente Musharraff está resultando la receta más segura para que éste siga hostigando a la India. La mecha está corta.    jfaesler@yahoo.com 

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