Durango

El desorden de los “descalzos” ...con privilegios

La iniciativa privada exigeque se aplique el plan rector de crecimiento urbano de la localidad

Los camiones de ruta urbana se acercan a la deteriorada colonia, apartada de cualquier otro núcleo habitacional y cerca del bullicio de las fábricas y las maquilas. La gente, cuando eso sucede, sabe que debe alistarse y abordarlos de inmediato. Muchas veces se van sin almorzar o comer, pero deben acudir a actos públicos del Gobierno, así como a mítines y reuniones que organiza el PRI.

En la colonia San Juan nadie sabe que los terrenos que ocupan desde hace dos, tres o hasta cinco años deben ser reservas territoriales para el crecimiento industrial de la ciudad capital. Tampoco les importa. Las autoridades, no obstante, con un sentido populista han tolerado ese nuevo asentamiento y, de hecho, lo han ido dotando de servicios, aunque después se conviertan en un estorbo.

Muchos de sus habitantes ni siquiera tienen registrada su credencial de elector en el estado de Durango, pues son originarios del sur del país. Sin embargo, todos ahí saben que cuando los camiones llegan a ese lugar, es necesario subir: “se trata de ir a un mitin o a un acto político en el que el PRI o la CNOP participan. Y, pues, hay que apoyar al líder”, se escucha entre la gente.

El grueso de los que ahí viven son originarios de entidades del sur, como Veracruz o Yucatán. Son militares los que mantienen la economía familiar. Pero, para estar ahí y sentirse dueños de sus viviendas, no han pagado ni dos mil pesos en los cinco años que llevan ocupando los lotes. A mucho orgullo lo dicen.

Ellos son de clase humilde, o al menos eso pregonan. Cuatro paredes de cartón y aglomerado sostienen los techos de lámina de la mayor parte de las casuchas, pero en el interior, la línea de teléfono Telmex, los celulares, el estéreo modular y dos televisores –uno de ellos de más de 20 pulgadas- son lujos que no pueden faltar.

La vista que tendrá el nuevo Distribuidor Vial 5 de Mayo no podría ser mejor. Tampoco el recorrido por el Libramiento San Ignacio, que además de ser una vialidad rápida es considerada como un corredor industrial por la Secretaría de Desarrollo Económico del Gobierno del Estado.

Ahí están las chozas de madera aglomerada con techos de lámina de cartón color negro, como el marco de decoración que verán los que vayan o vengan del Puerto de Mazatlán.

SIN LEY

Afuera de su casa, en la calle Principal, está la señora Alejandra Aragón Silva, con una caja de cerillos en la mano. Mientras empieza a hablar para El Siglo de Durango sobre su esposo el ex militar y la construcción de su vivienda, enciende uno de los fósforos y prende fuego en el interior de un tambo de basura.

¿Por qué quema la basura, señora?

“Es que pasa, si bien nos va, cada 15 días el camión y, pues, no está bien que se me junte en la casa tanta bolsa y cochinero”.

¿Y cada cuándo le prende fuego al bote?

“Cada vez que se vuelve a llenar”.

Está saliendo una humareda. Por ello opta por conceder la entrevista en el arroyo de la calle. Ahí dice tajante: “no tienen por qué quitarme de aquí, a pesar de que no tengo escrituras ni documento alguno que acredite que esta casa es mía, porque yo ya pagué por los servicios que tenemos. La verdad es que debemos estar yendo al IVED a dar abonos de 50 pesos a la quincena o al mes, pero hace dos años que no me paro por ahí”.

¡QUE CUMPLAN!

Originaria del estado de Veracruz, la señora Cristina Martínez Martínez dice sentirse orgullosa de lo que ha hecho en Durango, porque en su tierra natal vivía con su familia en un pequeño cuarto en el que necesitaba agacharse para entrar y para caminar.

Se acerca a la plática y en reiteradas veces sostiene que sí, la suya es una de las mejores viviendas de esa zona, pero gracias a su trabajo y al de su esposo, que también es militar.

También acepta sin remordimiento alguno: “aquí nos vamos a quedar y nos van a pavimentar incluso, pues para eso andamos apoyando a los actuales gobiernos. Cuando llegan los camiones, nos llevan a los mítines y eventos de la CNOP o del PRI, y hay que ir, a pesar de que andemos todo el día sin almorzar”.

NEGOCIO

Marlene Canul Tejada, habitante de la colonia San Juan, llegó a esta ciudad desde hace un año. Proveniente de Mérida, Yucatán, prefirió trasladarse a Durango y vivir en una casa de madera que le estaban vendiendo a su familia, la cual emigró del sur al norte del país desde hace más tiempo en busca de oportunidades de empleo.

Ella logró comprar el lote en el que ahora vive en seis mil pesos, a una señora de la cual no recordó el nombre. Ya se lo vendió con todos los servicios, negociados para los colonos del lugar por su líder, Juan Sariñana, de las fuerzas activas de la CNOP local.

La señora Marlene reconoció no tener conocimiento de que nadie ha pagado un peso por estar en esos terrenos, pero ya tienen plusvalía, pues de cero pesos que costaban antes por no tener dueño ni servicios, ahora se lo vendieron en seis mil hace un año.

Cuando se llega a la colonia San Juan, el que observa todo desde un mesabanco de escuela que tiene en su casa es Juan Sariñana Vázquez, “el líder”. A él no le importa si la colonia que logró fundar está a diez metros de la carpeta asfáltica en la curva del Libramiento San Ignacio; tampoco sabe de cuestiones de desarrollo urbano e industrial

Su orgullo lo dice sin tiento: “todo esto casi nos lo regaló el Gobierno. Los servicios a nosotros no nos costaron casi nada. Me siento orgulloso de ayudar a esta gente, como lo hice a través de gestiones en lo que ahora son las colonias Morelos Norte y San Isidro. Soy honesto. Me dedico a la gestoría, sí, pero es un trabajo de todos los días; de día y noche... Simplemente el lunes voy a tener que ir con los de Sideapa por un montón de recibos de agua que tengo que arreglar”.

Opiniones

Mala decisión

A decir de la Cámara de la Industria de la Transformación, Delegación Durango, la aplicación de criterios populistas por parte de los gobiernos estatal y municipal ha afectado al crecimiento urbano de Durango, pues su desarrollo es anárquico y los problemas siempre se resuelven cuando es más difícil hacerlo.

Gerardo Vela Valenzuela, líder de la Canacintra, considera que ése es un área a donde irá tarde que temprano el crecimiento de las industrias, por lo que no debe permitirse la instalación de ese tipo de viviendas. “Es lamentable que eso esté sucediendo, tanto por la presencia que le dan al inicio de la ciudad capital, como porque a la vuelta de cinco o diez años nos estaremos lamentando por la falta de espacio para que crezcan las industrias”.

El Colegio de Ingenieros Civiles de Durango, integrante de la Comisión de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento capitalino, coincide con los empresarios industriales al puntualizar que esa zona, donde está la colonia San Juan, se debe reservar para zona industrial, a menos que las autoridades no estén pensando a mediano o largo plazo, y que estén conscientes de heredar el problema a sus sucesores.

Lo que buscan muchas de las empresas al pretender instalarse en el perímetro urbano de una ciudad –afirma Ernesto García Rosales, líder de ese gremio-, es precisamente que haya facilidad de accesos. “Por eso, desde el punto de vista urbano, esa área, al pie del Libramiento San Ignacio, debería protegerse de invasiones y asentamientos irregulares”.

El Sector Privado Empresarial, el Centro Empresarial de Durango y el Colegio de Arquitectos de Durango no conciben que se siga permitiendo el crecimiento desordenado de la ciudad capital. No lo avalan y, al contrario, exigen que se aplique el plan rector de crecimiento urbano de la localidad, imperando en la toma de decisiones de la autoridad el cabal cumplimiento de lo que dispone ese documento.

Crecimiento

Anárquico el desarrollo urbano

Según fuentes del sector privado, las autoridades hacen obras de carácter social con un anhelo populista, empero, no se dan cuenta que el costo-beneficio es muy alto, porque se invierte mucho en llevar servicios básicos y los agraciados son pocos.

50 pesos abonan los habitantes cada 15 ó 30 días al IVED, pero solamente unas cuantas familias.

2 pipas de agua cada 2 días, a cambio de 400 pesos, surtían a la colonia antes de tener su propio pozo.

100 mil pesos costó el pozo, pero los colonos -entre todos- aportaron apenas $6 mil; el resto el Gobierno.

79 mil pesos fue el valor del puente peatonal para cruzar a la Ampliación San Juan (al otro lado de una acequia), sin embargo, los vecinos nada más aportaron $4 mil.

5 mil pesos costará cada terreno, no obstante, desde hace cinco años les pidieron que amortizaran cuando menos $2 mil y no han cumplido.

Nota: Decenas de colonias de la ciudad de Durango no han logrado obtener todos esos servicios y beneficios del Gobierno ni siquiera en 20 años.

Fuente: Habitantes de la colonia San Juan y de la Ampliación San Juan.

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