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El dilema de los impuestos

Enrique Estrada Antúnez

El gobierno, histórica y constantemente, se ha encargado de exhortar a los ciudadanos a pagar sus impuestos; muchas de las veces más que un exhorto parece una extorsión ya que bajo la premisa de que todo mundo es un evasor hasta que se demuestre ?si es que lo dejan- lo contrario, las autoridades suelen excederse en la aplicación de sus facultades, que por cierto les fueron concedidas por nosotros a través de los votos -¿No les encanta el sistema?- Como quiera que sea, el ciudadano puede esperar un castigo si no cumple con su parte del trato, pero si el gobierno no entrega, al que paga, los bienes y servicios a que está comprometido, ¿cómo recibe su castigo? ?otra vez ¿No les encanta el sistema?-

Los impuestos son parte de un contrato social, un acuerdo entre los ciudadanos y el gobierno mediante el cual se intercambia dinero por bienes y servicios públicos. Hay quienes no están de acuerdo con dicho contrato y no están dispuestos a pagar sus impuestos. Si no pagan no deberían consumir ni utilizar los bienes y servicios públicos. ¿Cómo se podría participar en la economía sin utilizar las carreteras, las vías de comunicación, educación pública, electricidad, agua, gas, información, tecnología, investigación y desarrollo? Es completamente imposible. La única manera de no utilizar los bienes y servicios públicos es irse a otro país o, de plano, vivir como los ermitaños. Cualquier consumo o uso, por mínimo que sea, de los bienes y servicios públicos implica una aceptación tácita del contrato, es como cuando vamos a un restaurante y empezamos a probar el platillo, desde ese momento nos comprometemos a pagar la cuenta; pero también es cierto que si el platillo está en mal estado no tenemos que pagar, ¿o sí?.

Los impuestos, como sabemos, no se utilizan únicamente en la producción de bienes y servicios públicos sino que también se destinan a otorgar mil y un subsidios para todos aquellos, que por alguna razón a veces imputable a ellos y otras imputable al gobierno, que no tienen la capacidad, ni la suerte, de ser autosuficientes. Esto, desde mi punto de vista, no es malo si se lleva a cabo con responsabilidad y a final de cuentas la ayuda llega a quienes verdaderamente la necesitan. Lo que sí es malo es que mediante dichos subsidios se beneficie a personas o grupos que lucran con la pobreza ajena y que por lo tanto se convierten en unos polizones ?por no decir parásitos- del sistema.

No pagar impuestos está mal, como también lo está el que el gobierno no cumpla con su parte. La economía de México, como la de todo el mundo, es interdependiente y las partes deben estar comprometidas en los roles que juegan cada una. En estos momentos independientemente de que si los bienes y servicios públicos deben ser privatizados o no, el hecho es que el gobierno ?más mal que bien- los está produciendo y hay que pagar por ellos. El problema de fondo no es la forma en que el gobierno gasta el dinero, nuestro dinero, -mucha gente no está de acuerdo en la manera en que algunas empresas contaminan y explotan sin misericordia el medio ambiente, y sin embargo siguen pagando por sus productos-. El problema, tal vez, está en la forma de pedir ?los intermediarios del gobierno, o sea las autoridades no se caracterizan precisamente por sus buenos modales ni, en la gran mayoría, por sus profundos conocimientos ni mucho menos, otra vez en la gran mayoría, por su buen juicio.- y si las cosas no se piden correctamente y lo que se entrega a cambio es deficiente, definitivamente que no habrá mucho entusiasmo por cumplir. La pregunta es ¿cómo romper ese círculo?

Podemos concluir que los impuestos son parte de un acuerdo que los ciudadanos hacemos con el gobierno, un contrato en el que los gobernados aceptamos entregar dinero a cambio de los bienes y los servicios que ofrece el gobierno. Bajo esa premisa, consumir esos bienes o utilizar esos servicios sin pagar por ellos es, simple y llanamente, un robo. Algunos podrán argumentar que no están de acuerdo con el contrato, y si es así entonces no deberían consumir ni utilizar los bienes y servicios que ofrece el gobierno. Por el otro lado no podemos perder de vista que si pagamos los impuestos y no obtenemos, a cambio, los bienes y servicios que nos cobraron eso también es un robo. ¿Usted que opina?.

E-mail: eea@prodigy.net.mx

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