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El embajador feliz

Guadalupe Loaeza

Ayer, 14 de julio, Philippe Faure fue muy claro con la mención que hizo al terminar su discurso frente a más de mil 500 personas que se congregaron en el salón de fiestas del Club Francés: Aquí tienen pues a un Embajador feliz, levantando su copa para brindar por la amistad que une a Francia y a México... En efecto, el embajador se veía radiante, incluso podríamos decir que hasta rejuvenecido. No era para menos; tenía muchos motivos para tanta felicidad, el primero, la celebración de la fiesta Nacional de Francia, el segundo, la presencia de su esposa y el tercero, corroborar una vez más la cantidad de mexicanos y diplomáticos extranjeros que no nada más simpatizan con Francia, sino que están con ella, con la cabeza y el corazón.

¿Cómo no sería feliz este embajador si su vida ha estado plagada de satisfacciones tanto profesionales como humanas? Como diplomado del Instituto de Estudios Políticos de París y egresado de la Escuela Nacional de Administración (ENA), Philippe Faure obtuvo uno de los mejores promedios. Su paso por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia ha sido igualmente rico y gratificante; por citar algunos de sus cargos, podríamos mencionar la época en que fungió como integrante del Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores de Jean Francois Poncet o bien como Ministro Consejero en Madrid.

¿Cómo no sería feliz este embajador si es un hombre enamorado de una mujer guapísima que se llama Christine y que tiene la fortuna de ser su esposa? Además Philippe es padre de tres hijos que adora. ¿Cómo no sería feliz si tiene cantidad de amigos franceses y ahora mexicanos que cada vez que lo ven, le hablan maravillas de su país? ¿Cómo no sería feliz si por añadidura tiene un departamento en París, sobre el Quai Voltaire de cuyos ventanales no nada más ve correr el Sena, sino que advierte el Louvre y hasta el Obelisco? Y, ¿cómo no sería feliz si ha aprendido amar y a entender este país? No hay día en que no descubra algo que le interesa ya sea alrededor de la política o de la cultura mexicana. No hay duda que Philippe Faure es un embajador atento, solidario (no hay que olvidar toda la ayuda que aportó en las pasadas inundaciones del sureste) y muy alerta respecto a todo lo que sucede y se escribe entre México y Francia.

Precisamente el pasado 19 de junio, en la página 12, del periódico La Crónica se publicó una carta dirigida a Otto Granados, en respuesta a un texto (17 de junio) que escribiera el exgobernador de Aguascalientes en donde narra una anécdota alrededor de la reciente reunión sostenida en la embajada gala en el DF entre el canciller Luis Ernesto Derbez y un grupo de representantes de empresas francesas en México.

La carta de Granados es feroz contra Francia entre la cantidad de cosas que dice osa recordarle al embajador qué es lo que, a su manera de ver, le sucede a su país: A Francia le pasa lo que a las damas aristocráticas cuando envejecen y empobrecen: se vuelven gruñonas, exageradas, nostálgicas y delirantes. Muy lejanos días de gloría del siglo XVIII, el siglo de las luces y la razón, Francia ha ido perdiendo peso, poder e influencia y anhela construirse un futuro reinventando el pasado. Pero los cambios vertiginosos, cambios geopolíticos, culturales y económicos a nivel global la han reducido más bien modesta condición, como dice Vargas Llosa, de la ?vieja, querida y declinante Francia?.

La respuesta de Philippe Faure, además de inteligente, es sumamente diplomática. Si me permito transcribirla en su totalidad es porque pensamos que no tiene desperdicio, además de que nos da mucha luz en lo que se ha convertido la Francia de ahora.

Tan solo me limitaré a recordar que Francia es el país del TGV (Tren de Alta Velocidad), que une por ejemplo París y Marsella (800 Km., es decir un poco más de la distancia entre México y... Aguascalientes) en tres horas. Francia es el país en donde se fabrican los Airbus, hoy día líderes en el mercado mundial de la aeronáutica civil y de los cuales Mexicana acaba de hacer un importante pedido para reemplazar una parte de su flota. Francia es también el país de donde parte al espacio el Cohete Ariane, un lanzador cuya eficacia, fiabilidad y costo, no tiene nada que pedirle a sus muy raros competidores.

Desde hace varios años, Francia es también el país que, después de Estados Unidos, atrae el mayor porcentaje de inversiones extranjeras. ¿Creen ustedes realmente que los grandes grupos internacionales escogerían masivamente venir a invertir en un país en pleno declive, en donde el pasado ocupa el lugar del futuro? No lo creo. Basándose en cifras ?manejadas por la Embajada de Francia?, el Sr. Otto Granados Roldán hace hincapié en la debilidad de las inversiones francesas efectuadas en México. No se trataba de cifras de las inversiones totales de Francia en México, sino solamente de las efectuadas por las doce empresas (de un total de 700) presentes en la comida con el Sr. Derbez. En total, las empresas francesas invierten cada año en México más de 600 millones de euros y emplean a 90 000 mexicanos.

Decir que las inversiones francesas representan una pequeña parte de las inversiones europeas traduce igualmente un profundo desconocimiento de la realidad. Hoy día, la mayoría de las inversiones francesas en México se efectúan por medio de filiales de sus empresas en Estados Unidos (por razones de proximidad geográfica y de política de grupo) o en los Países Bajos (por razones fiscales). Hubiera apreciado que el Sr. Otto Granados nos hubiese dado ejemplos de abundantes inversiones holandesas en México. Me permito ayudarlo haciendo de su conocimiento que uno de los principales inversionistas ?holandeses? en México es el Grupo Carrefour, una empresa francesa que todos los mexicanos conocen bien y cuyo domicilio social se encuentra en los Países Bajos, para aprovechar el estatuto fiscal ventajoso del holding.

Si vemos ahora el comercio entre nuestros dos países, que el Sr. Otto Granados ve ?en franco declive?, tan solo recordaré que en 2002 -un mal año para el comercio internacional- el comercio franco-mexicano progresó en un 5 por ciento con un aumento, principalmente, del 80 por ciento en el sector automotriz. En este sector muy competitivo a escala mundial, Francia cuenta con dos de los ocho primeros constructores mundiales, y uno de ellos, Renault, adquirió recientemente cerca de la mitad del capital de Nissan. Una vez más no veo donde esté la vieja dama aristocrática en pleno declive. De hecho, resulta muy evidente que es más fácil para ciertos países ver que su comercio con México se triplica o progresa 150 por ciento, cuando el punto de inicio era cero.

En su sorprendente acusación, el Sr. Otto Granados critica igualmente la posición adoptada por Francia durante la crisis iraquí. Mi país no buscaba en lo absoluto una tribuna mundial gratuita. El objetivo era únicamente defender los principios de la legalidad internacional y preservar el futuro del sistema multilateral de seguridad colectiva. Este combate no fue únicamente francés. Y mucho menos antiamericano. Por cierto, fue apoyado por Rusia, China, Alemania y muchos otros miembros del Consejo de Seguridad, como México.

Finalmente estoy segura que el texto de Otto Granados, más que preocupar a Philippe Faure, lo ha de haber divertido y tal vez hasta intrigado un poquito (además le permitió hablar de la Francia de ahora). El mejor que nadie sabe que entre su país y México existe una vieja amistad sumamente fraternal. De ahí que ayer, 14 de julio, con toda la emoción que ameritaba el caso, evocara al poeta francés al decir: ¡Cuánta razón tenía Víctor Hugo cuando escribía; ?¡Nuestra Francia continuará siendo vuestra hermana!. ¡Viva México! ¡Viva Francia!

Y yo digo: ¡Viva el embajador feliz!.

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