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El ingrato de Fox/Satiricosas

Manú Dornbierer

Se le reprocha al presidente Fox no haber cumplido su promesa de cambiar al país y seguir presumiendo de “el gobierno del cambio”, como llama a su errática administración.

Pero sí cumplió con el cambio prometido, sólo que en la única área del Gobierno que no requería cambio, la política exterior. Los presidentes priistas anteriores a Carlos Salinas habían logrado mantener (o aparentar exitosamente) una conducta oficial digna e inteligente frente a los embates imperiales del monstruoso vecino. Era una política ampliamente probada que le había ganado a México el respeto internacional -hasta el Premio Nobel de la Paz , gracias al embajador García Robles- y desde luego un cierto margen de negociación con EU.

A la par le daba al pueblo mexicano, tantas veces agredido, vejado y vencido durante la historia “bilateral”, la posibilidad de conservar un poco de indispensable amor propio. Para entrar escudado a la batalla, Fox no tenía más que mirar hacia la historia y seguir los lineamientos que dieron buenos resultados, anteriores al neoliberalismo. Pero era algo inconcebible para a mister Coca-Cola, conocedor de la mercadotecnia y nada más.

A las primeras de cambio, jugando al vaquero, Fox perdió el capital político y el prestigio con que llegaba gracias a su elección. Puso a México a los pies de Bush: Le regaló unas botas ornamentadas con el escudo nacional (el que él inventó, el del águila mocha) y se echó como chiquillo a los brazos del hitlercito, hoy bastante boquibajeado por la catástrofe de Iraq, no obstante la ridícula y cursimente obsoleta recepción de la Reina de Inglaterra de esta semana, según parece la primera visita oficial de un presidente de EU a Gran Bretaña, que por cierto avergonzó a buena parte de los británicos.

Castañeda, fue el guru designado.

De hecho Fox siguió, quien sabe si conscientemente, el ejemplo de su enemigo Salinas y amigo de su Canciller. Zumbaba contra el pelón muy duro el viento entre otras cosas por seguir las instrucciones del FMI, pero el había envuelto su propio entreguismo en una falsedad de momento más inteligente, aquel espejismo de un México del Primer Mundo.

Fox en cambio... Probablemente, “ el viaje a Dallas” del foxismo que seguimos presenciando, estuvo planeado desde mucho antes. No hay que olvidar que siendo gobernador de Guanajuato en funciones, decidió en 1997 ser presidente de este país e inició su ilegal precampaña yendo a EU a ofrecer el petróleo de México ( para mayores detalles, lea mi libro “Foxtrot”). El hombre que escogió como su primer secretario de Relaciones, mister “ toda la enchilada” Castañeda, no pudo aconsejarle mejor porque la política digna y tradicional de México iba contra sus personales ambiciones y contra los tratos establecidos con los gringos, muy especialmente con los cubanos de Miami, que aparentemente le ofrecían la candidatura presidencial del 2006 a cambio de que México se sacudiera a Fidel Castro, abandonando su histórica amistad con Cuba, precisamente uno de los grandes ases de la diplomacia mexicana.

Castañeda le llamó al entreguismo al que arrastró a Fox “política moderna”. Se sentía tan salsa y fue tan ingenuo que creyó que le iban a firmar los gringos a él en lo personal “toda la enchilada” es decir un amplio acuerdo migratorio. Pero ya tenían previsto el 11 de septiembre... Aguilar Zinser y Castañeda , se prendieron juntos del foxismo en campaña , pero un vez en el poder , Castañeda tomó la delantera y se deshizo de su estorboso excuate que no estaba dispuesto a la total genuflexión . Aguilar Zinser, al fin hombre de izquierda, disentía del entreguismo bobalicón de sus amigos, el Presidente y su Canciller.

Y le dieron el premio de consolación de embajador de México ante la ONU. El puesto adquiriría relevancia al ser aceptado México en el Consejo de Seguridad de la ONU, curiosamente por iniciativa de Castañeda Gutman, y desde luego, con la invasión de Iraq. Y aquí es donde Fox se porta como un ingrato con Aguilar Zinzer. A principios de año, una vez destruido Afganistán, caliente con la idea de destruir Iraq y agarrarse el petróleo y todos los negocios sin más pretexto que inexistentes armas de destrucción masiva, Baby Doc le pintó un violín al mundo y como su sanguinario padre se echó otro capítulo de la guerra familiar contra su examigo y socio Saddam Hussein.

Mientras países como Francia y Alemania se opusieron como era de esperarse a la canalla locura de Hitler Bush contra la humanidad, México o mejor dicho su presidente patinaba en la indecisión. La opinión pública nacional quería un NO rotundo. Fox nunca dio ese NO, ni tampoco un Sí. De hecho México nunca votó en un sentido u otro, contra o por la invasión y destrucción de Iraq, porque a su embajador Aguilar Zinser no se atrevió el presidente a mandarle instrucción definitiva alguna. La cobardía e indecisión de Vicente Fox fueron vergonzosas y optó por esconderlas en un hospital, para evitarse la molestia de actuar como presidente de México.

Dejó de serlo unos días y tuvo la suerte de que su amigo vaquero se lanzó contra Iraq pasándose por el Arco del Triunfo al Consejo y al planeta. Aguilar Zinzer aprovechó bien la situación y la hizo pasar como una resistencia de México al horror, lo que salvó un poquito nuestro honor y el de Fox.

“La cola de Colín”

El relevo de Castañeda , el canciller Derbez hoy agradece a nombre de su jefecito Fox la labor de Aguilar Zinser, ejecutando la orden de su jefezote Colin Powell que quiere sólo embajadores mexicanos lamebotas.

Esos son los que le gustan al moreno, a su vez esclavo de Hitlercito. El pretexto fue una perogrullada pronunciada por Aguilar Zinser en la Ibero. ¿De dónde habrá sacado este buen hombre que México es desde la óptica de todo gringo su patio trasero? ¿Quizás de reciente vueltecita por Baja California?

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