Uno de los ingredientes más versátiles en la cocina, el jengibre, posee cualidades tan poderosas que se dice poder domar hasta al tigre más feroz. A contrario de lo que muchos piensan, el jengibre no es una raíz, es un rizomatoso, un tallo subterráneo. Es originario del sureste de Asia y forma parte integral de la tradición culinaria y medicinal asiática, desde Tailandia hasta el Japón.
Parte de la popularidad del jengibre se debe a sus propiedades medicinales. Es un maravilloso digestivo y muchos estudios han demostrado su efectividad para aliviar mareos y como relajante. Hoy día se consigue en cápsulas para combatir las náuseas.
Para uso culinario, por otro lado, se consigue de varias formas: en tallo, en polvo, cristalizado y en conserva. Asegúrate de comprar jengibre firme y pesado, de acuerdo a su tamaño. Usualmente, mientras más maduro, es más fibroso y más picante al paladar.
¡Atrévete a domar al tigre!
Pruébalo en el desayuno. Espolvorea un poco de jengibre en polvo en la mezcla de panqueques o en tu avena mañanera.
Para una salsa o marinado con un toque asiático, combina jengibre picadito con salsa de soya, vinagre de arroz, cebollines, ajo y algún ingrediente picante como el chile.
Agrega un poco de jengibre cristalizado cuando prepares puré de frutas, salsas, hieloduro o helados. Le añade un poco de dulzón picante a los alimentos fríos.
Acompaña los mariscos con jengibre en salmuera -en vinagre o conservas-, como lo hacen los japoneses con el sushi.
Incorpora jengibre fresco o polvorizado en tus sopas de zanahoria o calabacín.
Antes de hacer té, hierve el agua por diez minutos con unas rebanadas de jengibre. Sentirás el toquecito especial.
Agrega jengibre en postres como el pastel de frutas, tartas de queso, etc.
Usa jengibre fresco en lugar del polvorizado, cuando prepares galletitas o pan de jengibre.