El Siglo de Torreón
Torreón, Coah.- El rascacielos constituye la quinta esencia del tipo de construcción del siglo XX, desde sus desarrollos iniciales y más significativos en ciudades norteamericanas, incluyendo a Chicago y a Nueva York, hasta proyectos más recientes en Asia que subrayan los cambios en el paisaje social, político y económico del final de este siglo.
La construcción de rascacielos ?es una exhibición de fuerza? ?reconoce el afamado arquitecto Louis Sullivan, que proyectó los primeros edificios de este tipo en Estados Unidos. Algo parecido asevera el también arquitecto Philip Johnson, quien aclara que no responden a una necesidad económica ni funcional: ?las torres son para el poder?.
?El edificio de varios pisos es una exhibición de fuerza. Debe ser alto, sumamente alto. La fuerza y el poder de la altura deben estar en él, la gloria y el orgullo de la exaltación deben estar en él?, escribió Sullivan en 1896, en los años en que se planeaban y levantaban los primeros rascacielos en Nueva York, Chicago y Seattle.
Muchos años después Johnson agregó que ?el hombre construye hacia el cielo... es el deseo de dominación o de acercarse a Dios u orgullo privado. Toda civilización es tocada por ese deseo ? los aztecas con sus grandes escalinatas, las pagodas en China, los templos del sur de la India, las catedrales góticas. Todas estas culturas alcanzaron un dominio de la altura.
El techo del mundo
sigue en Malasia
Por una vez, y aunque parezca mentira, no son los americanos los que pueden presumir de tener en sus fronteras el récord del edificio más alto del planeta: si buscamos el techo del mundo, lo vamos a encontrar en Malasia. Y es que, aunque los rascacielos más populares nacieron y crecieron en Estados Unidos, hoy se reproducen a lo largo de todo el Pacífico, de tal manera que, entre los diez edificios más altos del mundo, la mitad se encuentra ya en Asia, haciéndose las Torres Petronas con la primera posición del ranking con sus 452 metros de altura.
Las Petronas son dos torres gemelas que reposan en el corazón del distrito comercial y financiero de Kuala Lumpur, en Malasia, y albergan en su interior la sede de Petronas (empresa de petróleos nacionales).
Las dos torres se comunican a través de un puente aéreo que las une en los pisos 41 y 42, donde se ubican una capilla musulmana y un centro de conferencias. Con 88 pisos cada una, el exterior destaca, además de por su estilo de influencias árabes e islámicas, por la tridimensionalidad conseguida gracias a las bandas horizontales de sus ventanas y a un sistema de profundos parasoles. Ideadas por el arquitecto argentino César Pelli, las Petronas costaron 1,892 millones de euros (314,000 millones de pesetas). En ellas también podemos encontrar un museo del petróleo, una galería de arte, una sala de música sinfónica para 850 espectadores y numerosas oficinas.
Poco entusiasmo
Desde 1974 no se construyen altos edificios en Estados Unidos, luego de que ese año se edificara la Torre Sears, en Chicago, de 443 metros. ?Aquí se han dejado de construir edificios gigantescos por la razón que sea? , dice Johnson. Quizá se deba a que en esos años de los setenta ocurrieron dos hechos trascendentes para el país más poderoso del mundo: terminó el largo auge económico habido luego de la posguerra, los ?treinta años felices?, y la economía mundial entró en una fase declinante de la que no ha salido; y los EUA sufrieron su primera derrota militar, a manos de un país atrasado y miserable, Vietnam. La seguridad histórica, el ánimo y la moral de la clase dominante yanqui disminuyeron.
Pero la carrera por tocar el cielo a través de majestuosos edificios continúa, y en los próximos años se espera finalizar el Financial Center de Shanghai: torre en forma de abrebotellas cósmico que si finalmente alcanza los 460 metros de altura previstos, desbancará a las que hasta ahora ostentan el número uno. Curiosamente, la torre tampoco estará en América.