Esta historia comienza en una ciudad. Desde ahorita aviso, “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia” para que después no me salgan con que alguien se sintió aludido y ofendido.
En esa ciudad como en muchas otras, el alcalde gobernante estaba trabajando día y noche para lograr desempeñar un buen papel. A pesar de que varios lo consideraban “novato” él trabajaba arduamente para lograr destacar sobre sus antecesores. Desgraciadamente entre tanto trabajo él había olvidado el tema de los perros callejeros. Ese tema tan mencionado y hasta sensacionalista en ocasiones tenía varias causas; la más importante era la falta de educación y compromiso. Lamentablemente a los colaboradores de este ocupado alcalde tampoco se les había ocurrido hacer algo concreto al respecto.
Mientras el tiempo pasaba varios ciudadanos hacían lo que podían, compraban comida para perro y después, por ejemplo, le regalaban a quienes albergaban a más de 20 perros en su casa, se detenían a ofrecerle agua y comida a cualquier perro que veían en la calle e incluso se metían en pleitos ajenos cuando defendían a perros de jóvenes inmaduros y padres de familia inhumanos.
Algo muy triste es que en esa ciudad no había una ley bien establecida que defendiera los derechos de los animales, no había ningún censo que obligara a los dueños a registrar a sus mascotas, ni alguna ley que los obligara a tratarlos con respeto y amor.
Estas situaciones desesperaban a la gente amante de los perros y más aún cuando ellos sabían de vecinos conflictivos e irresponsables, de pandilleros crueles y de varios sonados casos en donde los perros eran víctimas de agresiones, de pedradas, de indiferencia y hasta eran involucrados en peleas clandestinas.
Esta historia se desarrolla en algún lugar de México, en una ciudad en vías de crecimiento donde se busca mejorar la calidad de vida de sus habitantes, lograr un crecimiento y desarrollo económico, ignorando que la grandeza de un pueblo se mide por la nobleza con que trata a sus animales.
No veamos la situación de los perros callejeros como un problema, veámoslo como un área de oportunidad que todos tenemos para contribuir al bienestar de nuestra sociedad y para crecer como personas.
Lucy Alvarado lucy6818@yahoo.com Arturo Castañeda wolfschauze@ieee.org