¿Cuál es el límite de la crueldad y la indiferencia hacia los animales? No lo sé, probablemente nunca llegue a saberlo, pero fui testigo de algo que me dio mucho coraje, rabia, frustración y tristeza... era un sábado en la tarde, Arturo y yo nos dirigíamos al cine, de pronto, me percaté de un pequeño bulto negro sobre el camellón del Periférico... nos dimos la vuelta en el primer retorno, yo deseaba que sólo fuera una bolsa o un trapo, pero desgraciadamente no... Arturo se atravesó y a su regreso traía una cachorrita criolla negra, de aproximadamente un mes de nacida, no abría los ojos y no se movía, eso primero nos hizo suponer que estaba muerta o a punto de morir, pero en cuanto le hablamos movió su cola con las pocas fuerzas que tenía ¡qué nobleza de criatura!
Sin importar lo que había pasado, no dejaba de demostrar su agradecimiento... decidimos llevarla con un veterinario y durante todo el camino no dejábamos de decirle que la queríamos, que perdonara a los de nuestra raza, a los hombres por todo lo que había sufrido, porque esa perrita no había llegado a la orilla del camellón sola, había sido llevada ahí para deshacerse de ella, tal vez porque tuvo la mala suerte de nacer hembra, además nadie había sido capaz de detenerse para ayudarla... cuando el veterinario la revisó nos llevamos una sorpresa muy desagradable, sus ojos estaban cerrados porque tenía una infección muy grave, literalmente se los “exprimían” y no dejaba de salirle pus, estaba a punto de perderlos.
El veterinario hizo todo lo posible para sacarla adelante, para darle una nueva oportunidad de vida pero no se pudo, no respondió como se esperaba y tuvo que dormirse, quizá fue lo mejor, durante su corta vida sólo sufrió.
El único consuelo que nos queda es pensar que su muerte fue digna, que no fue atropellada, que al menos no le prolongamos su temor al no saber qué hacer, al oír los carros y no saber para dónde caminar... Esto es lo que los “humanos” somos capaces de hacer, quizás por esto nuestro mundo está a punto de perder su relativa paz y tranquilidad.
Lucy Alvarado lucy6818@yahoo.com; Arturo Castañeda wolfschauze@ieee.org