Mi primer perro era blanco, chaparro y lanudo, “El Pirrín”, pobre perro yo tenía como cinco o seis años de edad y le fue como en feria, pues era mi juguete favorito, lo amarraba, lo arrestaba, lo fusilaba, jugaba al cazador y el tigre, pienso que él también se debe haber divertido mucho. “Lo atropellaron por no fijarse al atravesar” fue lo que me dijeron.
A mis diez tuve a “Guardián” era un criollo de tamaño mediano, ése me lo encontré en la esquina cuando vivíamos en Durango, tuve que hacerle un teatro a mi papá para que me dejara tenerlo, me acompañaba a los baldíos y nos divertíamos matando ratas; cuando me castigaban por travieso me iba al patio y abrazándolo le contaba todas mis penas, a llore y llore. Se envenenó “por andar comiendo cochinadas” según me explicaron.
De los 15 a los 17 tuve a “Soreka” hermosa perra Airedale Terrier, me acompañó a más de 50 excursiones y campamentos con los scouts, nos cuidaba en las noches, me servía de almohada, en el Nevado de Colima hacía tanto frío en la noche, que la tuve que meter a mi sleeping para calentarme, nos indicaba el camino de regreso cuando caminábamos en las noches sin luna. “Soreka” fue también un gran orgullo, me dio diez generaciones de perros campeones en exposiciones de la Federación Canófila Mexicana y me presentó a mucha gente amante de los perros.
Algunas de sus travesuras que hasta hoy fueron mi secreto son: se comió una bota para el vino tinto que le acababan de traer de Pamplona a mi papá, se comió todo el betún del pastel que hizo mi mamá para la boda de mi hermano Guillermo ¡tres horas antes de la fiesta!, hizo pedacitos una estola de piel de la amiga de mi hermana Cecy, un día por poquito muerde al que hoy es doctor de cabecera de mis hijos y aún así me hubiese gustado mucho que “Soreka” me acompañara toda mi vida.
Cuando se peleó contra las 2 Rotweiler yo estaba recién egresado de la Facultad de Veterinaria y con un nudo en la garganta me tocó ponerle 40 puntadas en las heridas, suero intravenoso, vitamina K, antibióticos. “Por peleonera”...
Los perros, en todas las etapas de nuestra vida nos ayudan a aprender y comprender cosas como la amistad, la nobleza, la precaución, la lealtad, la responsabilidad... a valorar la vida y la muerte.
Adopte un perro, cualquiera, le doy mi palabra que no se arrepentirá, estoy seguro que él se desvivirá por servirle.
Lucy Alvarado lucy6818@yahoo.com Arturo Castañeda wolfschauze@ieee.org