Recientes estudios han comprobado que los animales también tienen la necesidad de tener un buen número de horas de sueño; pero, además, al igual que los humanos, también sueñan y tienen pesadillas. Las investigaciones, realizadas en zoológicos, consistieron en la aplicación de electrodos de un electroencefalograma a animales de todo tipo. Y se llegó a la conclusión de que algunos sueñan más, otros menos, que algunos tienen sueños más largos y otros más breves, pero lo realmente curioso es que esto no guarda ninguna relación con el lugar que ocupa el animal en la escala evolutiva. Más bien, tiene que ver con el tamaño o el ser depredador o presa en el hecho de que los animales sueñen. El armadillo, el murciélago, las ratas de campo, las ardillas y los ratones son la envidia de muchos seres humanos, ya que llegan a soñar incluso más que nosotros. En cambio, los herbívoros tienen un sueño breve y ligero porque al menor ruido, que implique un leve signo de la cercanía de un depredador, deben estar listos para escapar. El sueño tampoco es garantía de un buen sueño, ya que por ejemplo el elefante, sin temer a los depredadores, tampoco puede presumir de dormir profundamente –condición necesaria para soñar. Así, en esta curiosa estadística de los sueños, el animal que más se parece al hombre en actividad onírica es el topo. Y ahora, que sabemos que los animales también sueñan, surge todavía otra interrogante que tendrán que contestar los investigadores en el tiempo por venir: ¿qué es lo que sueñan ellos?
