En literalmente toda el África negra en donde hay guerras civiles, los niños son forzados a participar como combatientes, desde la tierna edad de seis o siete años. Se calcula que algunos 700,000 niños de ambos sexos son soldados de las irracionales guerras que se suceden en las naciones africanas, ya devastadas por la sobrepoblación y el hambre. Muchos de ellos sienten un verdadero placer en pertenecer a las filas de los ejércitos del gobierno o los clandestinos, ya que han sufrido en carne propia los estragos de la violencia. A muchos de ellos, las balas los han dejado sin familiares.
Por otro lado, prefieren ir al combate feroz, pero comer, que pasar hambres en sus chozas. En muchos conflictos étnicos, los niños participan con mucho placer, ya que el odio se les ha heredado a través de muchas generaciones y todo en lo que piensan es en la venganza.
De hecho, en algunos ejércitos, como el de Angola, predominan los niños y los adolescentes más jóvenes, a los cuales se les ha indoctrinado en el odio, la guerra y el placer de matar. En la guerra civil del Sudán, tanto el gobierno como los grupos rebeldes han usado niños como soldados. En Etiopía y en Kenia, se cuentan en las decenas de miles los niños que han muerto recientemente en cruentos combates, dignos de una pesadilla dantesca, pero muy normales en esa región tan atrasada del orbe.