POR MARTÍN CHÁVEZ CHÁVEZ
EL SIGLO DE TORREÓN
Afuera de las discotecas, de los minisupers, de las farmacias, en eventos deportivos, en las esquinas y hasta en las cantinas. En la mañana, en la tarde, en la noche y en la madrugada: una tortilla de harina que enrollada esconde un suculento guisado se convierte en el almuerzo, la comida o la cena y en el calmante para los desvelados y los que andan de amanecida.
De ?chicharra?, chicharrón prensado el de mayor demanda; ?papaya?, papas con chile verde o rojo; ?parrales?, frijoles con queso para quienes no gustan del picante, o con mucho chile, para llevar o comer aquí, es el ?mundo del burro? que ha invadido la ciudad. Para muchos es una nueva forma de supervivencia, para otros una manera de lucrar y como en todos los antojitos, la gente es finalmente la que decide quién perdura y quién no y dónde están los más sabrosos, en fin, quién es el ?Rey del Burro?.
Armando Sáenz Aguirre, ¿lo conoce?, ¿sabe cómo llegó ahí? Es amable, sencillo pero sobre todo humilde, ofrece burritos de papas con deshebrada, frijoles con chorizo y de chicharrón, afuera de la Unidad Deportiva en el crucero del Paseo de la Rosita y bulevar Revolución, desde hace 15 años. Entre semana hasta las seis de la mañana, viernes y sábados hasta las siete: ?el domingo no trabajamos?, anuncia.
De madrugada llegamos a platicar con él, pedimos uno de chicharrón para acercarnos. Al principio medio cauteloso, pero en poco tiempo lo contó todo:
?Junto con mi papá, que Dios lo tenga en su Santo Reino, trabajaba de chofer en el sitio de la Plaza de Armas, pero en ese entonces había mucho movimiento, allá hace 20 años. Estaba el bar ?Plaza?, el ?New Otani? , la central camionera, la zona de tolerancia, pero quitaron todo y se apagó el movimiento para muchos de nosotros que trabajamos por ahí, todo se fue abajo... ¡Pásale otro burrito aquí al compa!?, ordena a uno de sus ayudantes y se acomoda para seguir recordando:
?Cuando ya no había movimiento le dije a mi jefe, sabe qué, yo voy a buscarle por otra parte porque aquí ya no hay trabajo y se me ocurrió vender comida, primero a pie, caminando por todas partes, yo sufrí mucho porque a veces no me dejaban entrar a las cantinas o estar en las gasolineras, pero seguía haciendo la lucha hasta que me hice de un triciclo?.
?Otro cuate y yo éramos los únicos que vendíamos, él todavía trabaja afuera de un centro de bailes que está por la Alameda, sí, es el que grita ¡burros, burros, burros, burros!?, comenta.
?En una ocasión llegué a la gasolinera que está aquí enfrente y ahí se me vendieron bastantes, entonces los del expendio me dijeron que me pusiera aquí donde estoy y ya tengo 15 años, ahí está mi letrero?, señala la parte trasera de una vagoneta de modelo antiguo que exhibe la promoción ?Burros La Deportiva?.
Sin embargo, Armando Sáenz Aguirre reconoce que en los últimos meses si han bajado las ventas. Antes al salir de las discotecas mucha gente se dirigía a los burritos de este lugar y ahora no porque en las afueras de esos lugares hay hasta tres burreros.
En su casa en la colonia Nueva Aurora comienza a preparar todo a temprana hora. A Plazas y Mercados le paga una cuota de 50 pesos cada ocho días, pero hace un mes la venta es mucho más baja.
?Es porque ya en todas partes venden?, insiste.
El propietario de Burros La Deportiva comenta que en su negocio nada se deja para el siguiente día, a todo se le da trámite, pues en ocasiones en que las ventas no están buenas, todos los burritos que no se vendieron van para la calzada Colón, donde están los que fueron detenidos durante la noche anterior o la madrugada.
?No es una labor social, lo hago de buena voluntad porque la comida no se debe desperdiciar y todos algún día nos vemos en algún problema y no tenemos quién nos ayude?, explica.
Armando asegura que ellos no tienen cadena o sucursales en otras partes, pues en ocasiones han llegado personas que aseguran haber comido burritos con sus familiares, de ahí que ?si se enferman, yo no tengo la culpa?, aclara.
?Yo sufría mucho porque tengo mucha familia que mantener, pero nunca he dejado de trabajar?.
Lo duro es pa? la cocinera.
Aun recuerda aquella memorable pelea en 1988 contra Jorge ?El Maromero? Páez, en el auditorio del Tecnológico de Mexicali, su derrota en el cuarto round derivada de tremendo gancho al hígado conectado por aquel cirquero de las carpas y de los cuadriláteros, marcó el inicio de su retiro.
?No fue pelea de exhibición, fue profesional a diez episodios?, aclara.
Meses después, ?El Maromero? Páez se presentaría en el auditorio de Torreón, ?pero no lo fui a ver, ¿qué le voy a ver, echarse maromas??, cuestionaba en aquel entonces.
Jesús López Ibarra, mejor conocido en el ambiente boxístico como ?El Pascualito López?, recuerda desde su domicilio en la avenida Uruguay y Juan Antonio de la Fuente en la colonia Moderna, pues ?ayer no salimos a vender porque no hubo tortillas, fue día festivo?, explicó.
?Desde hace 11 años vendo burros, entonces éramos dos nada más, el de la Deportiva y yo, ahorita ya donde quiera hay?.
?Empecé en las cantinas y billares, gasolineras, a veces me iba hasta Gómez Palacio, un día ya no hallaba a dónde ir y se me ocurrió dirigirme a la Saltillo 400 y el bulevar Revolución y ahí se hizo la venta y desde entonces ahí estoy, sí me va bien y son diez pesos para Plazas y Mercados?.
En ese lugar Jesús López ofrece los burritos de las 20:30 horas hasta la 1:30, pues ahora el mercado está más saturado y ya no es igual. En la mañana son gorditas, por ello la de la ?friega? es la cocinera que tiene que trabajar todo el día preparando guisados, ?de Gallo a Grillo? y uno en la noche a venderlos.
En cadena, ?ya son más cacicones?
La saturación de los vendedores de burros se presentó por la crisis económica, pero también porque muchas personas vieron la posibilidad de establecer negocios y hay gente que tiene cuatro y hasta cinco puestos, pero ?ya son más cacicones?, dice el ex pugilista.
Y efectivamente, durante los recorridos realizados se pudieron observar algunos puestos que tienen el mismo aspecto: la tortilla es más delgada y los guisados no saben igual.
?Pascualito? López peleó también en 1984 en Ciudad Juárez contra Daniel Zaragoza en peso gallo por el campeonato nacional, pero también recuerda el pleito que sostuvo con ?La Changa Márquez? en peso pluma, aunque su último combate fue a un costado de la presidencia municipal con agentes de la Judicial Federal.
-¿Y ya no peleas?
?Me retiré en el 92, ahora puro ?jaibol?, ?levantamiento de tarro? y ?barra fija? ?, bromea
Conociendo ?El Mundo del Burro?
En recorridos nocturnos realizados por distintas partes de la ciudad, fue común observar vendedores de burritos en las afueras de los minisupers con una reducida mesa dobladiza y una hielera azul, pequeños negocios que surten personas en camionetas.
-¿A cómo los burros?, fue la frase para acercarnos sin sospechas con una señora por el bulevar Revolución en las cercanía del Seguro Social.
?Seis pesos y hay de papas verdes, papas rojas, chicharrón, frijoles con chorizo, huevo con chile y picadillo?.
-¿Es suyo el negocio?
No, yo vine hoy de emergente, porque la empleada de aquí se enfermó.
¿Y cuánto le pagan?
?No sé, a mí me van a dar 80 pesos de las 19:30 hasta después de las doce o hasta la una, depende, dicen que en ocasiones se venden hasta 90 burritos diarios?.
Continuando el trayecto, se observaron varios puestos de burritos, instalaciones de rojo con luces alrededor.
Poco después de las 20:00 horas, el joven apenas estaba colocando las mesas por la calzada Saltillo 400 casi llegando a la Diagonal de Las Fuentes.
-¿A cómo los burros?
Siete pesos, pero todavía no llegan.
¿Ah, entonces no es tuyo el negocio?
?No, es una cadena, tiene como cuatro puestos, pero aquí no es un buen punto, a veces sólo se venden diez?.
Sin embargo, al parecer no todos los que venden burritos lo hacen para ayudar en el sostenimiento familiar, en Constitución y Mónaco se estableció diálogo con el joven Daniel Argüelles, vendedor de burritos y aunque el aspecto era el mismo que otros, dijo que su historia, es diferente.
-¿Por qué estás vendiendo burritos?
?Es parte de un proyecto que tenemos varios jóvenes que en la pasada administración trabajamos en la Dirección de Desarrollo del Joven y que hoy estamos en el Instituto Coahuilense de la Juventud?, explicó de manera abierta.
-¿Y cómo se llama el proyecto?, si se puede saber.
? Se llama ?Échalo a Jalar? un grupo de amigas se encargan de hacer los burritos en la tarde y somos cuatro los que en la noche salimos a venderlos, y es en la noche porque en la mañana y tarde estudiamos. Hay muchachos que presentan otros proyectos de trabajo y se les apoya y nosotros hacemos éste?.
En las gasolineras, dentro de las cantinas como botana para los que acostumbran esos lugares en sus reuniones importantes, por todas partes. La clave es aplicación, sazón, constancia y una buena salsa, aún con aire, lluvia, frío, siempre hay que estar en el lugar, dicen los burreros.
Tortillón; el hermano mayor
No se sabe qué fue primero, si los burritos o los tortillones, pero tocante a estos últimos, de los pioneros, establecido hace más de 30 años en la esquina de Uruguay y Rodríguez, fue J. Dolores Galván García ?Don Lolo? (q.e.p.d.), quien ofrecía una tortilla de harina de gran tamaño, doblada con una variedad de contenido: frijoles con queso, deshebrada, rajas con queso y picadillo, con lechuga, tomate y cebolla ?El Jardín? como le llaman, bañado todo el interior con una rica salsa no muy picante heredada a su hijo ?Chencho?, hoy encargado del establecimiento.
Armando Galván Estrada ?Chencho?, recuerda que su padre en los años sesentas, vendía sandías que transportaba en una burrita, la cual en una ocasión se echó precisamente en la esquina donde hoy tiene el tabarete; ahí empezó vendiendo pozole y tacos, pero finalmente el negocio se transformó en ?Tortillones Don Lolo?.
En la vieja revista Ánimo Lagunero se cita la historia de ?Don Lolo?, quien junto con su esposa Luz Estrada Haro de Galván, llegaron a esta ciudad procedentes de Santa Bárbara, Chihuahua, en el año de 1947. Con un comal y unos cuantos kilos de tortillas se pusieron a hacer tacos y después pozole, le echaron tantas ganas que compraron un tabarete de madera a espaldas de la compañía mantequera, a la subida del callejón Viento Libre, pero la gente malandrina les quemó ese local.
Cuando la gente tiene necesidad, es el momento que aprovechan los ?usureros?, como don Antonio, el entonces prestamista, quien prestaba dinero en la mañana y por la noche se lo tenían que regresar doble.
Don Lolo en su desesperación buscó al prestamista y hasta al curandero de San Joaquín , ?Don Juan?.
Don Lolo con sus dos palabras, en su muy particular forma de hablar ?sierpe y jo...?, finalmente pudo establecer su negocio de tortillones de mayor demanda en las colonias del norte.
Leonel Valles Tarango ?Leo?
Del interior de la zona de tolerancia fue expulsado junto con las damas de la vida galante y demás personas que se concentraban en el lugar, ?Leo?, surtidor oficial de tortillones, quien murió hace tres años, es recordado por su hermana quien prefiere no dar su nombre, renuente porque duda de quienes la cuestionan.
?Una vez me dijeron que eran de un periódico y eran puras mentiras?, dice en una de las esquinas de la calle Múzquiz, donde sigue con la tradición de su hermano, donde continúa con el negocio.
Ya no es lo mismo, hay muchas personas que venden, mi hermano era muy buena gente, él me heredó sus guisos, empieza a narrar, pero es interrumpida por un consumidor:
?Yo le pedía uno de huevo en torta, todavía me acuerdo?, dice el cliente
?Hoy ya no es lo mismo, muchos vendedores no le dan sabor a la comida?, afirma la hermana de Leo
?El Mundo del Burro?, se ha convertido como muchos otros antojitos, en una opción más para desempleados, gracias a los innumerables puntos de venta y los amantes de los burritos. Usted de que va a querer el suyo.