“Me niego completamente a ser imparcial, por ejemplo entre los bomberos y el incendio.” Winston Churchill
El proceso de designación del nuevo consejo general del IFE, así como la polémica posterior en torno al hecho, nos revela la intransigencia de las fuerzas políticas de nuestro país en un momento en que todas deberían estar haciendo acuerdos para el beneficio de los mexicanos.
Hubo primero un intento de los partidos políticos en la Cámara de Diputados —que es la que tiene el derecho de nombrar a los consejeros del IFE— para llegar a acuerdos de consenso. Los representantes de los partidos, sin embargo, se negaron a aceptar acuerdos. El PRI y el PRD fueron los dos grupos que mostraron mayor intransigencia y así obligaron a que el día mismo en que se vencía el mandato del consejo general anterior se hiciera una votación al vapor para elegir al nuevo consejo.
El que el consejo general del IFE no se haya designado por consenso - como ocurrió en 1996— sino por una mayoría calificada de dos terceras partes de los diputados no debería preocuparnos. La idea de que las decisiones de nuestro país deben ser hechas necesariamente por todas las fuerzas políticas es no sólo absurda sino que tiende a generar una perversión en la manera en que se negocian los acuerdos: la estrategia más común hoy en día es alargar indefinidamente las negociaciones con la intención de nunca llegar a acuerdos. Al final es sensato que se puedan hacer designaciones por mayoría calificada, como lo previeron en su momento los legisladores que redactaron la ley.
Pero si la decisión de nombrar a un consejo por mayoría del PRI y el PAN en la Cámara de Diputados fue correcta, no lo es el castigo que el PRI buscó imponerles a los consejeros salientes del IFE por su supuesto antipriismo. Los priistas no han logrado olvidar que el IFE le aplicó al PRI una multa de mil millones de pesos por el desvío de 500 millones de pesos de recursos de Pemex a la campaña presidencial de Francisco Labastida Ochoa en el año 2000. De ahí su decisión de vetar la reelección de cualquiera de los miembros del consejo, con lo cual el IFE ha sido despojado de una importante experiencia acumulada que habría sido invaluable en los primeros años de operaciones del nuevo consejo. Cuestionables también son los ataques que se han hecho a los nuevos consejeros del IFE simplemente porque no contaron con la bendición del PRD. No tengo ninguna duda de la imparcialidad y capacidad profesional de Luis Carlos Ugalde, el nuevo consejero presidente, porque es un hombre que ha mostrado ambas características a lo largo de una larga carrera como académico y como funcionario. No tengo conocimiento personal de los otro ocho consejeros. Pero las críticas que se les han hecho en los medios me parecen sumamente injustas. Se ha cuestionado la integridad de algunos por haber sido asesores o funcionarios de gobiernos priistas o por ser amigos de panistas. Quienes formulan estas críticas olvidan que de aplicarse reglas tan estrictas nunca nadie habría podido ser consejero del IFE porque no hay nadie dedicado a la política que no haya tenido nunca contacto con la política. José Woldenberg, quien fue un magnífico consejero presidente del IFE, fue funcionario del PSUM y miembro fundador del PRD. Las inclinaciones políticas personales de los consejeros del IFE se han manifestado en su incorporación posterior a partidos. José Agustín Ortiz Pinchetti y Emilio Zebadúa son hoy miembros del PRD, Miguel Ángel Granados Chapa fue candidato del PRD al gobierno de Hidalgo, Santiago Creel y Juan Molinar Horcasitas militan en el PAN. De hecho, el único partido importante que no ha incorporado a algún ex consejero es el PRI. Si haber sido priista fuese una prueba irrefutable de deshonestidad, los perredistas tendrían que hacer una importante purga en sus filas, pues algunos de sus dirigentes más notables, como Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, iniciaron sus carreras políticas en el PRI.
La clave para ser un buen consejero del IFE no radica en carecer de ideas políticas sino en ser justo en la toma de decisiones. Toda la información disponible coincide en señalar que las dos primeras generaciones de consejeros del IFE cumplieron a cabalidad con su mandato. No hay forma de saber si el nuevo consejo general se comportará con la misma propiedad. Pero es absurdo cuestionar su integridad antes de su primera decisión.
Obispo gay
Este domingo pasado Gene Robinson fue consagrado obispo de Nueva Hampshire por la Iglesia Episcopal de afiliación anglicana. No es el primer obispo homosexual en el mundo, pero es el primero que lo reconoce abiertamente. En la ceremonia de consagración participaron sus dos hijas.
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