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El nuevo rol de la Madre / En el futuro unos 30 millones de mujeres se habrán integrado al mercado laboral

Por María Elena Holguín

El Siglo de Torreón

COMARCA LAGUNERA.-Sin descuidar el rol de gestadoras y formadoras de hijos, las mujeres se adaptan a los nuevos escenarios de la realidad llevando consigo una gran carga social y económica, a la vez demandantes de mejores condiciones que les permitan desarrollarse con igualdad a los hombres.

Así lo expone Martha Román Quiñones, directora de Planeación y Operación y actual directora en funciones del Instituto Coahuilense de las Mujeres, para quien, según considera, es de primordial necesidad analizar si las condiciones facilitan o apoyan la incorporación de las mujeres a la vida productiva y crear o ampliar los servicios que ya existen.

Refiere con base en algunos estudios que para el año 2030, unos 30 millones de mujeres se habrán integrado al mercado laboral en todo el mundo, situación que hará urgente la creación de espacios y servicios que apoyen su función dentro de la sociedad.

Para las empresas, dice, es vital el trabajo que desempeñan las mujeres por su alto sentido de responsabilidad que destaca sobre el de los hombres, además de sus habilidades naturales para el desarrollo de determinadas actividades, como en la industria de la confección.

En México al igual que en otros países, la incorporación de la mujer al trabajo productivo ha sido motivada por las necesidades económicas al interior de la familia; en la actualidad, uno de cada tres hogares mexicanos es sostenido económicamente por integrantes del sexo femenino.

Otro aspecto es el de quienes, obligadas por la falta de dinero, forman parte del mercado informal: cocinan, cosen, lavan, cuidan los hijos de las vecinas y hasta abren “changarros” que les ayudan a sobrevivir.

El que las mujeres tengan que salir de sus casas para trabajar y tener un ingreso que les permita mantener a su familia, ha dejado al descubierto otra realidad que preocupa: la carente existencia de instituciones dedicadas a complementar la ausencia de la madre respecto del cuidado de los hijos.

Según Martha Román, cerca de 300 mil niños no tienen en nuestro país un lugar en guarderías o estancias infantiles; un déficit que preocupa y debe ser atendido en el corto tiempo, pues ya no es suficiente dejar a los hijos con la abuela sino que el individuo, desde pequeño, debe recibir la atención temprana que le servirá como base para un desarrollo integral.

“Ahora las necesidades de la mujer son otras, la nueva estructura familiar rompe con los paradigmas e implanta nuevos roles para los que deben crearse otras condiciones dentro de la sociedad”, manifiesta.

En la medida que la mujer ha aumentado su trabajo productivo, se dice que existen más familias desintegradas, lo que a consideración de la titular del ICM, es una apreciación equivocada porque éstas no han descuidado su papel de cabeza de una familia.

Por desgracia, la mujer sigue padeciendo la exclusión en algunas empresas cuando decide casarse o embarazarse; continúa percibiendo un menor sueldo comparado con el de los hombres y se les siguen cerrando las oportunidades de ascender laboralmente.

En Coahuila, la participación de la mujer en el mercado de trabajo ha incrementado considerablemen-te, pues de acuerdo con el XII Censo General de Población y Vivienda del 2000, este porcentaje se elevó a 30.8 por ciento, con relación al 17.2 por ciento que representaba en 1990.

Su participación en las ramas económicas es, en mayor medida en la industria manufacturera, seguida por el comercio y los servicios educativos, aunque las ocupaciones que predominan para la población femenina son las del trabajo doméstico (84.8 por ciento), oficinistas (63.4 por ciento) y en la educación, con un 60.9 por ciento, principalmente.

Torreón, uno de los municipios más urbanizados de la entidad, presenta una mayor participación económica de la mujer, cuya tasa es de 34.9, apenas antecedido por el municipio de Acuña, con un 39.5 por ciento, según el censo del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).

Como parte de la zona conurbada, el municipio de Lerdo, Durango, presenta un total de 15 mil 940 mujeres incorporadas a la actividad productiva, esto de un total de 21 mil 467 personas que integran la población económicamente activa (PEA).

Un alto porcentaje de éstas se desempeña como obreras del ramo textil, según la información proporcionada por la Dirección de Fomento Económico del municipio.

Otro aspecto es el de la educación, en el que la mujer por lo general se ve afectada al concluir la enseñanza básica y abandonar sus estudios por distintas causas, entre las más comunes destaca la decisión de la familia respecto de dar más preferencia a los hijos varones para que continúen su preparación.

Otro de los motivos son el embarazo o el contraer matrimonio y la necesidad económica de salir a trabajar, aunque sea como empleada de mostrador o en el área de los servicios.

A este respecto Martha Román dice que las autoridades educativas no han generado una política que retenga a la población femenina en las aulas de las instituciones de educación superior y en lo cual también es necesario trabajar.

La revaloración

Como madres de familia las mujeres están aprendiendo a revalorarse, pero hace falta que la sociedad transforme el concepto de responsabilidad que tiene sobre ellas, dice Martha Rivera, médico general y psicóloga del Centro “Sí Mujer” de Torreón.

Se da por asentado que la casa siempre debe estar limpia y contrario a lo que sucede con el trabajo del hombre fuera de casa, con un salario, un horario, vacaciones y días de descanso, el ama de casa no tiene todos esos beneficios y para colmo, ni siquiera se le reconoce lo que hace.

En su intento por cambiar la situación, las mujeres están explorando otras áreas importantes de su vida fuera de casa, a través del trabajo y el desarrollo intelectual; sin embargo, en ocasiones se llega a considerar que su labor es sólo para apoyar al hombre de la casa, quien a su vez no colabora en las tareas del hogar y esto se convierte en una desigualdad.

“Las mujeres generalmente son buenas madres con los hijos y en ocasiones hasta se convierten en las madres de sus esposos, pero independientemente de ello, es necesario que aprendan a ser madres de sí mismas y a darse el cuidado, cariño y protección que se les da a los demás”, sentencia la profesionista, pues sólo de esta forma dejará de esperarlo de quienes integran su familia y aprenderá a interrelacionar-se.

Actualmente, las mujeres desarrollan una doble o hasta una triple jornada: el trabajo fuera de casa; los quehaceres domésticos; el cuidado de los hijos y la atención que brindan a sus parejas.

Para Martha Rivera, es erróneo el concepto de responsabilidad que la sociedad tiene sobre las madres y esta postura equivocada generalmente se proyecta cuando algo malo sucede con los hijos y la familia.

“Si el hijo se vuelve drogadicto, si la niña es abusada y si el marido se va con otra, es culpa de ella como mamá y esposa, aunque si ella es quien decide abandonar al cónyuge, se le suele calificar como una prostituta, pero nunca se hace referencia a la responsabilidad que los hombres tienen como papás y ser parte importante de la familia”.

En este sentido, es necesario que se deje de culpar a la mujer de todo lo que sucede a su alrededor y que ella misma abandone la idea de asumir toda esa carga de responsabilidad que, comenta, está en manos de cada uno de los miembros de la sociedad.

Cuando ocurren casos de agresiones o abuso sexual hacia menores, la gente generalmente se pregunta dónde estaba la mamá en ese momento, culpándola directa o indirectamente de lo ocurrido.

Sin embargo, al decir de la especialista, aún tratándose de mujeres que ofrecen sexualmente a sus hijos la responsabilidad no es de éstas, sino de quien aprovechándose de su desesperación por la falta de dinero para sobrevivir, su escasa malicia o falta de conocimiento, comete el delito o la agresión justificándose en que hubo un ofrecimiento previo, como si el sexo fuese algo irresistible.

“El hecho de que la madre sea una prostituta, una drogadicta y ande en la vagancia, o simplemente no esté las 24 horas del día con los hijos por razones de trabajo, no le da derecho a nadie de aprovecharse de esa condición para abusar de los menores”, refiere al señalar que la mayor parte de los casos se dan de miembros de la propia familia y de personas conocidas o cercanas a ella.

Por desgracia, en el ámbito profesional hay una marcada escasez de especialistas en el abuso sexual, pues el tema es rechazado porque mueve la propia sexualidad de quien lo aborda.

En el aspecto de la salud, varios factores reflejan el dilema que viven las mujeres del nuevo milenio.

Uno de éstos son las dificultades que algunas enfrentan para embarazarse, principalmente profesionis-tas jóvenes de clase media o alta que tienen el deseo ambiguo de ser madres porque es parte del rol que sigue después de casarse, pero al mismo tiempo no querer serlo por la demanda tan grande de tiempo y dedicación que implica atender a un recién nacido.

Martha Rivera asegura que algunos estudios prueban que esta duplicidad de deseos genera problemas en la ovulación y en ocasiones, hasta la pérdida involuntaria del producto cuando ellas logran embarazarse.

En la gente de escasa preparación profesional, el ser madre se vuelve un estatus, por lo que mujeres que no logran tener hijos se sienten incompletas por la presión que sobre esto ejerce la sociedad, al considerarlo como la primordial función de la mujer. A esto se agrega el consumismo, que cada año le da un realce inusitado a la celebración del Día de la Madre.

Otro factor de salud y que precisamente se relaciona con el aparato publicitario es la menopausia, para la que se ofrecen infinidad de medicamentos y productos que, según se asegura, desaparecerán el insomnio, la tristeza, el enojo y la irritabilidad asociados a la pérdida de estrógenos.

“Lo único que sucede es que la mujer deja de menstruar, aunque para entonces sus hijos ya crecieron y tiene más tiempo para pensar y estar sola, con lo que aparecen dichos estados de ánimo al recordar situaciones que ocurrieron o personas que ya no están”.

Curiosamente, en países donde la mujer de mayor edad es considerada como una sabia no se presentan estas situaciones y en la India ni siquiera se conoce la palabra bochornos, como sucede en nuestro país al calificar de esta forma los síntomas de que la mujer dejará de tener sus periodos.

Un fenómeno similar es el síndrome premenstrual, a lo que todo se le atribuye (que las chicas tengan o no tengan espinillas, que se enojen o se sientan bien) sin tomar en cuenta que un bebé y todo ser humano tiene cambios de humor, refiere la especialista.

Violencia vs. autoestima

Araceli Trevizo Nieto, psicóloga de la misma institución, advierte que la mujer, como parte de las necesidades de todo ser humano, demanda un reconocimiento externo cuando no logra valorarse internamente.

Quienes están en casa y quieren salir a trabajar, necesitan hacerlo, además de las razones económicas, para valorarse como mujeres porque no se les reconoce su trabajo en el hogar.

Tras un proceso terapéutico, hay mujeres que han aprendido a valorarse aun estando en casa pero asumiendo otra actitud; son quienes empiezan a compartir responsabilidades y darse un espacio que antes no se permitían.

Sin embargo, existen madres de familia que abandonan el proceso y se involucran en una violencia circular, al tener que salir a trabajar por necesidad y asumen la responsabilidad de sostener económica-mente a sus hijos al 100 por ciento; entonces el hombre deja su obligación y la mujer no logra recuperar su autoestima, al estar bajo una tensión permanente de exigencia consigo misma.

Por fortuna, considera, en la actualidad hay más información y el tema de la autoestima es abordado con mayor frecuencia por los medios de comunicación, de manera que quienes están sumergidas en ese ambiente no es por falta de conocimiento, sino de conciencia de que existe un problema.

También hay mayor aceptación de que el fenómeno de la violencia intrafamiliar existe, aunque hay quienes no se dan cuenta que lo viven.

A este respecto, la psicóloga del “Sí Mujer” señala que entre las manifestaciones de violencia figuran la agresión física, emocional, económica, sexual y la omisión, esta última manifestada a través de la indiferencia de uno hacia el otro miembro de la pareja.

Desde el momento en que no se le permite a la otra persona tener su propia individualidad, ya existe violencia; escuchar las conversaciones de la pareja, vigilar sus actos, hablarle con groserías, son además de los golpes y el menosprecio, otras manifestaciones agresivas que comúnmente no se asumen como tales.

A este respecto, la titular de la Procuraduría Municipal para la Atención de la Mujer en Gómez Palacio, Janette Ontiveros, coincide en que es mucho más frecuente la violencia emocional.

Esto se atribuye a que los hombres están más conscientes del castigo penal que puede implicar el infringir golpes a la pareja, de manera que recurren a los insultos y al maltrato psicológico que deterioran la autoestima de la mujer.

La ventaja es que la población femenina está más consciente del problema y que empieza a recurrir a las instituciones para aprender a valorarse; es entonces cuando se siente motivada para trabajar y sentirse autosuficiente, sin descuidar su casa y a los hijos.

Recuperar los valores

Según el director general del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Torreón, Juan Ángel Valle Lozano, gran parte de los casos de violencia intrafamiliar tienen su origen en el poco tiempo que se dedica a la convivencia entre quienes la integran.

Desde luego que el factor económico influye porque ha determinado que la mujer salga a trabajar, dice, pero hay que tomar en cuenta que la crisis es la misma desde hace varios años.

El problema es que se han abandonado los valores que imperaban en las familias hace algunas décadas, como el sentarse afuera de sus casas a platicar entre todos; ahora, en las reuniones de padres e hijos está de por medio el televisor y es muy deficiente la distribución que se hace del tiempo que se dedica a preguntarles cómo van en la escuela o quiénes son sus amistades.

“Más que cantidad, los padres deben ofrecer calidad en la atención de su familia”.

Parte de la desintegración social se refleja en la cantidad de niños y niñas que el DIF de Torreón atiende luego de haberlos sustraído de la tutela de sus padres: 25 en la “Casa Cuna” y 43 de la “Casa Hogar”.

En cada caso, manifiesta Juan Ángel Valle, se han detectado situaciones como abuso verbal, físico o sexual, omisión de cuidados o simplemente, que las familias no se muestran aptas para su cuidado, tal es el caso, por poner un ejemplo, de una madre prostituta y un padre alcohólico que generalmente va a tener a los menores en abandono.

La envidia, único obstáculo a superar

La mujer puede lograr casi todo lo que se propone: desarrollar estudios profesionales, conseguir un empleo, abrir una empresa, mantener a sus hijos sin necesidad de contar con un hombre a su lado, pero difícilmente podrá superar la envidia que siente hacia otras de su mismo sexo.

Esto, al decir del director del DIF lerdense, Ángel Castillo Medellín, favorece al llamado “sexo fuerte” para seguir manteniendo el poder en ámbitos como la política y en el manejo de la economía del hogar.

Difícilmente, considera, las mujeres podrán organizarse en grupo para un fin común de la misma forma que lo hacen los hombres en la política y aunque su participación en el ámbito partidista incluso ya tiene asignado un porcentaje (30%), son pocas las interesadas en contender por un cargo de elección popular.

En México, el machismo arraigado no permite al hombre reconocer las cualidades de la mujer, de ahí el rechazo a aquéllas que además de su belleza corporal muestran un desarrollo intelectual y profesional superior al de los varones.

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