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El oso negro, de especie protegida a cazada

Trenton (Nueva Jersey), (EFE).- El éxito en la protección del oso negro, una especie en peligro hace 30 años, parece haber desbordado a las autoridades de Nueva Jersey (EU) que, para frenar su proliferación, autorizó la caza de 500 ejemplares esta semana.

En días pasados los cazadores han salido a los bosques de la zona con el propósito de capturar a algunos de estos animales, de los que se calcula existe una población de 3.200 ejemplares en el Estado.

Desafiando el frío invernal, e incluso la nieve, lograron abatir en las primeras horas más de 100 ejemplares, aprovechando la confianza que estos plantígrados habían adquirido por la ausencia de ataques humanos.

El total de osos muertos desde que se levantó la veda es de 253, según las últimas cifras oficiales facilitadas por el gobierno estatal.

En una decisión muy contestada por las organizaciones ecologistas, las autoridades de Nueva Jersey decidieron levantar hasta mañana, domingo, la prohibición de caza del oso negro al considerar que la población crece de forma incontrolada.

Atrás quedaban los esfuerzos desarrollados en las últimas décadas para tratar de salvar a una especie de la que, hace 33 años, sólo existían unos 100 ejemplares en Nueva Jersey.

El establecimiento de una veda fue suficiente para que, poco a poco, el oso negro se reprodujera sin ningún tipo de obstáculo, hasta lograr una comunidad que supera los 3.000 ejemplares.

En los últimos años, vecinos de la zona se habían quejado por la presencia ocasional de estos animales en las carreteras o en las lindes de sus casas, donde trataban de buscar la comida que no encontraban en sus hábitat.

Si bien no se ha producido ningún ataque a un ser humano en este Estado, la sola presencia de un plantígrado de hasta 270 kilos de peso en las inmediaciones de las viviendas causó más de un susto a los vecinos, así como heridas a algunas de las mascotas familiares.

De hecho, en lo que va de año, los osos han dañado 58 viviendas en el Estado, y cerca de medio centenar de ejemplares han sido atropellados en las carreteras.

Aunque las autoridades han limitado la caza a 500 ejemplares, nada garantiza que el resto de los plantígrados no continúen con la costumbre recién adquirida de buscar el sustento en los depósitos de basura, como han advertido los ecologistas.

Mejor hubiera sido, según estas organizaciones, haber logrado instruir a los habitantes de las zonas boscosas sobre las medidas que se deben adoptar para evitar la afluencia de osos a las cercanías de las viviendas, como no facilitar comida o ser cuidadoso con las basuras.

En el pasado se intentaron otras vías que satisfacían más a los activistas de los derechos de los animales, como eliminar sólo a los osos que se revelaban problemáticos, o la esterilización de algunas hembras, si bien estas medidas nunca tuvieron un efecto real sobre esta comunidad.

Coincidiendo con las primeras incursiones de los cazadores, los ecologistas se han concentrado en las zonas más pobladas por los osos para hacer llegar sus protestas, en especial en la reserva natural de Wawayanda.

Además, protestaron enérgicamente por la decisión de un juez federal de levantar la prohibición que existía para cazar en la zona del Delaware Water Gap Park, donde existen otras especies de aves y flora protegida.

Esta es una extensión de 28.000 hectáreas situadas entre New Jersey y Pensilvania, a lo largo del río Delaware, que ha permitido ampliar en un 25 por ciento el área destinada para los cazadores.

En cualquier caso, tanto los defensores de la medida como los detractores coinciden en que los 500 ejemplares se conseguirán en apenas unos días, y tras la época de hibernación llegarán nuevas crías a los bosques de Nueva Jersey.

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