ROMA (AP) .- La posibilidad de una guerra en Irak fue la preocupación predominante en la celebración católica del Miércoles de Ceniza, que el papa Juan Pablo II aprovechó para rogar que se evite a la humanidad un "conflicto dramático" y para pedir a los fieles ayuno y oraciones por la paz.
Mientras el pontífice alentaba a los mil millones de católicos a una "movilización" penitencial contra la amenaza de guerra, un cardenal que envió a Washington se aprestaba a entrevistarse con el presidente norteamericano George W. Bush para plantearle los argumentos del Vaticano sobre la inmoralidad de la guerra.
En una jornada en la que el Papa y los religiosos se estampan cenizas en la frente como un humilde recordatorio sobre la mortalidad humana, Juan Pablo, durante su audiencia general, pidió a todos "asumir sus responsabilidades y hacer esfuerzos comunes por evitar a la humanidad otro conflicto dramático".
Posteriormente, en una ceremonia vespertina en la Basílica de Santa Sabina, del siglo V, en la Colina Aventina de Roma en el comienzo de la Cuaresma, el Papa instó al pueblo a "afianzar su comunión con Dios y con sus hermanos" en cara a "las amenazas de guerra que se ciernen sobre el mundo".
Juan Pablo, enérgico adversario de la guerra como medio para desarmar Irak, dijo en su homilía: "No habrá paz en la Tierra mientras continúen la opresión de los pueblos, las injusticias sociales y las desigualdades económicas".
El envío del cardenal Pio Laghi, ex embajador en Washington, para reunirse con el presidente Bush, tiene lugar después de semanas de otros esfuerzos diplomáticos del Vaticano, incluyendo conversaciones del Papa con el secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan.
Juan Pablo envió otro cardenal a Bagdad el mes pasado con una exhortación al presidente iraquí Saddam Hussein a que cumpla las resoluciones de la ONU que exigen su desarme.
El vocero de Bush Ari Fleischer dijo que el presidente rechaza el argumento del Vaticano de que una guerra con Irak no tiene justificación moral, pero que Bush escuchará cuidadosamente al enviado del Vaticano.
En una entrevista con el diario italiano La Stampa, el cardenal Laghi admitió que la situación era "complicada" y que "el presidente enfrenta decisiones muy difíciles". "Pero tenemos esperanzas de que pueda evitarse la guerra", agregó.
Aparte de su preocupación por las víctimas inocentes, el Vaticano teme que un ataque militar encabezado por Estados Unidos sea considerado por los musulmanes como una cruzada del mundo cristiano contra ellos, empeorando las relaciones entre las religiones.