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CASTELGANDOLFO, ITALIA.- El papa Juan Pablo II convocó ayer a los liberianos para que depongan las armas, de modo que la comunidad internacional pueda llevar ayuda humanitaria al país, donde la población civil está acorralada por los enfrentamientos en la capital, mientras la comida se agota.
El pontífice exhortó al fin de la violencia, durante un acto en que saludó a cientos de peregrinos en el jardín de su casa de descanso en Castelgandolfo.
"El encuentro de hoy es una ocasión propicia para mostrar nuestra solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en África, donde, junto con los progresos e iniciativas de paz, persisten focos de violencia mortal", dijo el Papa. "Me refiero en un modo especial a las noticias trágicas que llegan de Liberia".
"Ante el sufrimiento de ese querido pueblo, no podemos sino pedir que quienes tienen un arma en sus manos la depongan y abran un espacio al diálogo y a la acción concertada de la comunidad internacional".
Ayer, el presidente liberiano Charles Taylor instó a los pacificadores internacionales para que apresuren la llegada a ese país africano, e insistió en que renunciará cuando llegue la fuerza de paz.
El presidente estadounidense George W. Bush ha ordenado el envío de tropas a la costa de Liberia, y ha insistido en que Taylor debe dimitir.